Jaime Ermilo Novelo
La educación dentro de la familia es la clave para el futuro de los mayas en Yucatán. Ser maya es el más grande derecho y motivo de orgullo. Quienes pertenecen a esta etnia son una gran fuerza económica y humana para el Estado.
Los padres mayas han de seguir educando, hablando a sus hijos en lengua maya y enseñando las costumbres mayas. La educación invita a los padres a enseñar lo que en el perfil de la educación intrafamiliar maya denominamos la rosa para el maya; que por sus siglas significa: Respeto al maya. Oportunidad de ser y seguir siendo maya. Sabiduría renaciente para el maya. Aprovechamiento de todo el potencial productivo de nuestros mayas, en bien de los mayas de Yucatán.
Los ancianos son la primera gran autoridad para el maya. Todo tiene vida y el maya siente esa vida que le rodea. Abrazando la naturaleza los dioses enseñan a los hombres la lengua maya y nada puede disminuir el orgullo del indígena por su lengua. Los mayas tendrán un gran futuro, garantizado desde ellos mismos, desde el legado de sus antepasados y desde las oportunidades de la Constitución en México.
La educación de los padres a sus hijos mayas debe lograr que sientan la vida en todo y formen parte de ella; que abracan a la naturaleza y hablen con los dioses y los hombres en maya y luego en español. Mayas que demuestran en sus vidas saber y ejercer los deberes y derechos que, como ciudadanos mayas de México, deben portar con orgullo, dignidad y decisión. Mayas con la frente bien en alto saludando al padre Sol.
Mayas que intercambien cultura con los demás colectivos humanos, habiendo aprendido a vivir y sentir como mayas; para luego, con respeto hacia ellos mismos y hacia los otros, puedan ser hombres con la virtud de amar su pasado, activos y exitosos en el presente y humanamente proyectados al futuro.
Mayas protagonistas de sus vidas que piensan y sienten, que se piensan y se sienten; como también piensan y sienten a todos los demás seres humanos, empezando por su familia.
Mayas del saber ancestral y del método de sus antepasados, para sentir y beber el conocimiento directamente desde los manantiales de la naturaleza. Mayas que recorren Yucatán, de uno a otro bacab; saludando productivos a su tierra eterna, que la vida les dio y ellos sabrán conservar.
Mayas que saben decidir y están dispuestos a hacerlo, desde la base de sus deberes y derechos y del conocimiento de todo cuanto atañe a sus vidas; alejados del temor en sus vidas y que, así dotados, confían en sus autoridades y se hacen oír por ellas. Mayas anfitriones, embajadores de la grandeza de México ante el mundo. Mayas que nadie jamás podrán engañar y hacerlos ir contra ellos mismos y contra la esencia de sus vidas que se llama, para toda la existencia, cultura maya viva y floreciente protegida y difundida por el orgullo que dan a México al ser una de sus culturas madres. Mayas que son agradecidos, pero no se confunden ni renuncian a derechos ni firman concesiones a cambio de recibir lo que le ha dado su Constitución y su país. Mayas que aman y construyen con éxito, sin que nadie los pueda usar para otros fines diferentes.