Numerosas familias y jóvenes parejas de enamorados aprovecharon el día de ayer para visitar el Parque Zoológico del Centenario, que tanto por ser el más cercano del Centro de la ciudad, como por ser el más antiguo, sigue atrayendo la atención.
No había lugar donde no hubiera mucha gente: la larga cola del trenecito no parecía acortarse nunca, el área de las fuentes donde se refrescan los menores estaba a reventar, los andadores que llevan a las jaulas de los animales tenían una fila interminable. La gente caminaba sin parar disfrutándolo todo: los grandes árboles, la fresca sombra que ofrecen, los cantos de las aves que allá viven, los helados, los refrescos, los algodones de dulce, las frituras y todo lo que uno se puede comprar.
En este parque, convertido en una buena opción para disfrutar las vacaciones en forma gratuita, había visitantes del interior del país y de los municipios de Yucatán, así como de las colonias de Mérida, muchos y muchas con gorras beisboleras para protegerse del sol.
Y no dejaba de llegar la gente a toda hora para aprovechar con los niños y las niñas del día soleado.
Curiosamente, el Centenario hace sonreír a todos, no solo por su ambiente de naturaleza sino porque, al menos a los que nacimos en esta ciudad, nos llena de recuerdos agradables.
(Roberto López Méndez)