Por Roger Aguilar Cachón
El Día del Maestro
A los profesores que forjan generaciones
En el mundo contemporáneo, las profesiones aparecen como acto de esporulación o generación espontánea, ya es mucha la oferta, lo que antes se circunscribía a cuatro o seis “carreras” a seguir después de la secundaria o bachillerato ya es tan amplia como el horizonte mismo. El desarrollo de las sociedades hace posible que las profesiones se abran a las nuevas expectativas de la vida, así como a las necesidades que surgen en una sociedad dinámica como la nuestra.
No es difícil recordar algunos pasajes de nuestra historia educativa y que nos llegue a la mente la figura de un profesor o de una profesora que en su momento representó una parte importante en nuestra vida. Las personas -como el que escribe la presente- que tuvimos el privilegio de poder tener una educación oficial en toda la extensión de la palabra, tenemos en nuestra mente una serie de recuerdos que en estos días, en que se dedica a honrar al maestro, viene a mi mente como se diría en el lenguaje del Chavo del 8 “…sin querer queriendo…”.
Sin lugar a dudas, la labor que ejercen las personas que han elegido al magisterio como una forma de vida es loable, ya que no solamente proporcionan a sus alumnos los conocimientos sino que también los ayudan a forjarse como hombres de bien. Es una labor muy difícil, pero cuando se lleva como una verdadera profesión, se hace llevadera.
En los últimos días se ha discutido sobre la labor de los profesores en los diversos niveles educativos, se les cuestiona si éstos deben participar en los procesos electorales, que si pueden optar por alguna comisión o bien que si a labor del profesor es llevada a la ligera y sin la profesionalización y compromiso debido.
Estas interrogantes son muy fáciles de responder y comprender. En primer lugar los procesos electorales forman parte de la formación cívica de los educandos, la participación de éstos es una manera real de participar en eso que llaman vida democrática. En algunas ocasiones, algunos maestros son comisionados para realizar diversas tareas en los ámbitos que incumben a la educación, ya sea como participantes directos en las labores sindicales o bien en alguna tarea que les asigne la autoridad educativa correspondiente, esto es claro en beneficio de la educación misma. Aunque, desde luego, hay personas que se anquilosan en estas comisiones, pero esto queda en manos de las autoridades antes mencionadas. Y en cuanto a la vocación, hay que mencionar que éste es un trabajo que requiere personas con determinadas cualidades, como la paciencia, el compromiso de enseñar a los niños o jóvenes, y sobre todo el amor por la profesión, ser maestro no es algo que se deba tomar a la ligera, ser maestro es un compromiso tanto con la sociedad como con la niñez y la juventud yucateca.
La vida de los maestros es muy difícil en ocasiones y en otras no tanto, me viene a la mente esa película muy famosa protagonizada por José Elías Moreno, en la que interpreta a un maestro rural dedicado a la enseñanza en su “escuelita”, y que casi ciego continúa enseñando a sus alumnos, hasta que se topa con Simitrio, un niño que aunque se inscribe en la escuela nunca llega a ésta y los demás niños se pasan por él. Simitrio será el protagonista de todas las travesuras que le hacen a don Cipriano, algunas de ellas muy fuertes que hacen que el profesor llore de impotencia ante éstas.
Yo me pregunto, mis caros y caras lectoras, cuántos maestros habrá en el mundo, que a pesar de algunos problemas, económicos, sociales y de salud, cumplen día a día con su compromiso de enseñar, con la sola satisfacción de haber logrado hacer de un niño o una niña una persona de bien. Cuántos maestros habrá en nuestras escuelas que son sujetos a las groserías que algunos padres de familia le hacen y que sin tomar en consideración su labor, vuelcan en él toda su ira. Cuántos maestros habrá que hasta que llegue el día de su muerte seguirán cumpliendo con su labor de educar a la niñez y juventud. Yo conozco a algunos.
Y si habrá muchos profesores que cumplen cabalmente con su labor como el maestro de la película, ¿cuántos Simitrios habrá? En mi labor de casi más de 37 (me faltan cuatro meses para cumplir 38), me he topado con algunos de ellos, que no solamente hacen travesuras, en algunas ocasiones muy fuertes, sino que para completarlo, son apoyados por sus padres, quienes ven en éstos a los niños ejemplo, a los niños educados y cumplidos. Muchos Simitrios hay en las escuelas, que se burlan de los profesores, que no colaboran en la educación y que se pasan el día viendo la manera de perjudicar a su grupo y a los maestros. Los Simitrios, mis caros y caras lectoras, nunca dejarán de existir, pero con la labor tenaz y continua de los profesores, harán de éstos personas de bien.
La labor de los profesores, en algunos casos, no se ve de manera inmediata, sino que hay que esperar un tiempo para ver los frutos de su trabajo. En cada nivel educativo los objetivos de cada maestro son distintos, pero hay uno en común, que es el lograr un cambio en su conducta, no sólo en lo relativo a su manera de comportarse y de integrarse e interrelacionarse con los demás, sino que el aprendizaje se presenta de manera evolutiva.
Yo recuerdo varias etapas de mi vida estudiantil y a continuación haré una breve remembranza de las mismas. La niñez es una de las etapas más bonitas -en lo que cabe-, ya que es cuando la imaginación y el espíritu aventurero salen a luz pública. Es un momento en que nos vale todo y nada nos importa más que jugar. Fue el Jardín de Niños “Dominga Canto Pastrana” que estaba dentro del Centro Escolar “Felipe Carrillo Puerto” donde estudié por un lapso de dos años -¿o fueron tres?-, aunque no lo crean caros lectores aún recuerdo las paredes pintadas y las sillas de espera cubiertas con ladrillos de color verde. El arenero, los salones decorados con animalitos y las sillitas. La plastilina, los palitos, las pinturas, los cartones, era nuestros instrumentos de trabajo. Gratos recuerdos tengo de esta etapa, de las maestras recuerdo solo a una,- la Profra. de robusta figura, pelo blanco y de sonrisa plácida. Ah, se me olvidaba, a la entrada del “kinder”, había una gran reja que imposibilitaba cualquier intento de escapatoria por parte de algunos de los niños que estábamos “presos” en ese lugar por un período aproximado de tres o cuatro horas. La prolongación del tiempo lo daba la tardanza de las personas encargadas de “ir a buscarnos”. En mi caso, la mayor de las veces iba mi tía Tere a buscarme. Ella ha creado un mito sobre esta etapa de mi vida, ella menciona que al no querer ir al kinder, me agarraba de manera afanosa en cada uno de los postes que había entre mi casa y la escuela. Cabe mencionar que mi hogar distaba un kilómetro del Centro Escolar.
La escuela primaria representó una etapa bonita en mi educación, ya que la mayor parte de los profesores que tuve, formaron parte de mi cotidianidad, ya que con el paso del tiempo se convirtieron en mis amigos. Esto se debió a que mi mamá formaba parte del cuerpo docente de la escuela primaria “Domingo Solís Rodríguez”, del mismo Centro Escolar, y con el paso del tiempo ella formó un grupo con las demás profesoras, quienes hasta hoy continúan reuniéndose de manera periódica para conversar, pagar la “tanda” y tomarse una que otra “cheva”.
Entre las profesoras que aún recuerdo y que además de impartirme clases se convirtieron en amigas se encuentran: Socorro Alemán Vda. de Mézquita, a quienes los “cuates” le llamamos Socorrito o simplemente Soco, fue responsable de segundo año. Le sigue Aída Echeverría de Garma, Mercedes Pérez de Ojeda (qepd), y las hermanas González Rosado (ambas fallecidas). Cabe mencionar que una de estas últimas tenía en aquel entonces fama de mala y exigente. Por tal motivo no cursé con ella sexto grado y preferí a la profesora Mechita (dep), de gratos recuerdos.
La escuela secundaria representó una etapa muy importante de mi vida y la de muchas personas, ya que es un momento cuando se entra a la adolescencia y se abre un mundo muy distinto. En este caso fue una de las etapas de mi vida más bonitas y de la cual conservo muchos recuerdos. La preparatoria pasó sin ninguna novedad, donde si se presentaron cambios fue en mi preparación profesional, ya que en ese tiempo estudiar Antropología representaba un reto, tanto para mí como para mis padres quienes me decían “en qué vas a trabajar?”. Es en esta Facultad en donde conocí a uno de los profesores que no solo me enseñó la Antropología, sino que fue uno de mis críticos más frecuentes en mi vida periodística. Me refiero al teacher Salvador Rodríguez Losa (dep), a quien desde este sitio le rindo un sincero homenaje no sólo como profesor sino también como persona.
Muchos son los maestros que han dejado una gran enseñanza en mi vida, en primer lugar mi mamá, quien se desempeñó como profesora de primaria, mis tías también lo fueron, las maestras que aún viven Socorro Alemán y Aida Echeverría y otros como lo fue el Antrop. Salvador Rodríguez Losa(+) y el Mtro. Ricardo Homá Arias (+) de gratos recuerdos.
Bueno para terminar con esta nota, quiero decirles a mis caros y caras lectoras, que la celebración el Día del Maestro, tiene sus antecedentes en una propuesta que se presentó en el año de 1917 al Congreso de la Unión, misma que fue aprobada el 27 de septiembre de ese mismo año. De tal suerte que la primera vez que se celebró el Día del Maestro de manera oficial fue el 15 de mayo de 1918. Esta celebración se llevó a cabo cuando era Presidente de México don Venustiano Carranza.
Y para finalizar, debo mencionar que el Día del Maestro también se festeja en otras partes del mundo en diversas fechas: 6 de junio (Bolivia), 29 de junio (Nicaragua), 11 de septiembre (Estados Unidos de Norteamérica), 15 de octubre (Brasil), 22 de diciembre (Cuba), etc. Y no me resta más que desear a todos los maestros y maestras ¡MUCHAS FELICIDADES!