Pilar Faller Menéndez
“Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre.”
Carl Sagan
Uno de los más grandes desastres medioambientales de la historia ocurrió en Ucrania en el año de 1986, cuando explotó una planta nuclear en Chernobyl, la cual provocó la muerte de 31 personas, 200 heridos y 100 mil que tuvieron que evacuar la zona. La radiactividad que causó alcanzó a expandirse en gran parte del continente europeo, hasta países lejanos como Grecia e Italia.
La causa de este lamentable accidente se debió al mal diseño de la central nuclear ya que no contaba con un recinto de contención, aunado a los errores de los operadores que con entrenamiento escaso, voluntariamente dejaron fuera de servicio muchos sistemas de seguridad, para realizar un experimento. La explosión se originó por estas pruebas entre las cuales se simuló un corte de electricidad, con el fin de comprobar si las turbinas de los reactores en caso de alguna falla, contaban con la energía suficiente. Durante el experimento, repentinamente uno de los reactores aumentó su potencia lo cual provocó el sobrecalentamiento de su núcleo lo cual hizo explotar el hidrógeno que se encontraba en su interior.
La cantidad de material radiactivo que expulsó dicha explosión se calcula que fue 500 veces mayor al de la bomba atómica lanzada en Hiroshima por los estadounidenses. La entonces Unión Soviética no tenía un organismo regulador independiente que inspeccionara y evaluara las instalaciones nucleares, como lo tienen los países occidentales.
El diseño de los reactores soviéticos nunca hubiera sido autorizado en los países occidentales, como tampoco sus prácticas operativas que no estaban homologadas con los países de Occidente, hubieran sido permitidas. Los efectos que causó este accidente fueron evaluados por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), así como la Organización Mundial de la Salud, los cuales se hicieron públicos y la investigación arrojó los siguientes resultados:
Las 50 muertes atribuidas al efecto de la radiación liberada durante el accidente fueron menos, la mayoría de las muertes se debieron a la explosión intensa que sufrieron los trabajadores de servicios de emergencia, quienes fallecieron a los pocos meses del accidente.
El informe también indica que la contaminación provocada está directamente relacionada con cuatro mil casos de cáncer de tiroides en personas que en momento de la explosión eran niños o adolescentes, pero la tasa de supervivencia de estas víctimas del cáncer ha sido del 99 por ciento, según la experiencia en Bielorrusia.
A pesar de las cifras anteriores, un total de cuatro mil personas se encuentran en riesgo de muerte a causa de la exposición a la radiación en el accidente, según conclusiones de un equipo internacional integrado por más de 100 científicos. El daño mayor en la población fue el impacto psicológico que sufrieron debido a informaciones erróneas que se esparcieron sobre el efecto que podía causar la radiación.
En lo que respecta a los ecosistemas afectados por el accidente de Chernobyl, este tema ha sido estudiado y vigilado a detalle durante los últimos veinte años. Durante los primeros diez días se produjeron grandes emisiones de radionucleidos, los cuales contaminaron más de doscientos mil kilómetros cuadrados en Europa.
Fue hasta siete años después, en el 2000, cuando se paró la última unidad que se encontraba funcionando. Después de llegar a un acuerdo con Euratom (Comunidad Europea de Energía Atómica), el Gobierno ucraniano accedió al cierre. El Gobierno ruso y el Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo, contribuyeron a completar la construcción de reactores nucleares mejorados con ayuda occidental, con el fin de poder satisfacer las necesidades energéticas del país.
Posterior a este accidente las compañías eléctricas del mundo que poseen las centrales nucleares, fundaron la Asociación Mundial de Explotadores Nucleares, cuyas siglas en inglés son WANO, cuyo objetivo es el poder alcanzar los niveles más altos de fiabilidad y seguridad en las operaciones de las centrales nucleares, intercambiando información técnica de la emulación y comunicación entre sus miembros.
En 2007 se creó un grupo llamado High Level Group on Nuclear Safety and Waste Managment que en español significa Grupo de alto nivel en el manejo de la seguridad y residuos nucleares, a fin de coadyuvar a la Unión Europea para alcanzar sus objetivos en el campo nuclear, ya que algunos de sus miembros utilizan esta fuente de energía motivo por el cual la seguridad nuclear, así como los residuos conciernen a todos los países miembros. El grupo mencionado se dará a la tarea de apoyar en la creación de normas que garanticen la seguridad en este tema.
Es importante saber que a nivel mundial no toda la tecnología es usada correctamente, y que este inadecuado manejo puede afectar significativamente a la humanidad, ya que no todos los llamados “adelantos científicos” son necesariamente para elevar los estándares de vida, y muchos pueblos o regiones han sufrido los efectos secundarios que provocan los experimentos para lograr perfeccionar sus proyectos.