La doctora en antropología Betty Fauts Wammack, investigadora honorífica de la Unidad de Recursos Naturales del CICY y directora de la Fundación Maya Canal Gardens, comentó ayer sobre el trabajo que realizó en un canal que se encuentra en un rancho que pertenece al pueblo de Pich, Campeche.
En su investigación: “El canal antiguo de sorpresas y posibilidades”, dijo que Pich está como a 85 kilómetros al sur-oriente de la ciudad de Campeche, cerca de las ruinas de Edzna.
Y agregó:
–Es mi experiencia con un proyecto en el que me metí en la arqueología, en anales de cerámica, y muchas cosas que no había visto antes, era todo nuevo para mí. Antes había hecho muchas entrevistas con la gente de pueblos aquí en Yucatán y en Campeche, y a veces en Quintana Roo, sobre su vida, sus tradiciones, cómo van cambiando, y qué saben de su medio ambiente, de sus recursos y cómo los manejan.
Y en esta ocasión estaba viendo un canal que pensábamos que era maya prehispánico, pero resultó según los resultados del laboratorio, que este canal es colonial, y allá hubo una mención a la Misión de la Montaña por los franciscanos. En 1603 la inician, y empiezan a construir en 1610 la Iglesia que todavía está de pie allá en Cauich.
Ese canal de Pich casi fue invisible. Lo encontró mi colega el Dr. Armando Anaya de la Universidad Autónoma de Campeche cuando estábamos haciendo un recorrido del sitio. El zacate estaba a 2 metros de altura. No lo vimos, pero al caminar él podía sentir en sus pies que había una bajada y una subida al otro lado. Entonces siguiéndolo va derechito derechito por 500 metros. Ninguna corriente natural lo hace. Entonces si va derechito por tanta distancia y siempre el mismo ancho, la misma profundidad, está hecho por unas personas.
–¿Y para qué lo hicieron?
–Eso es lo que no sabemos. Hasta que tuvimos permiso del Consejo de Arqueología del INAH para hacer la investigación. En el primer proyecto en 2008 cuando lo descubrimos, solamente se veía una misión vieja. Pero en 2014 empezamos con un nuevo proyecto apoyado por el INAH que era hacer excavaciones en el canal, a ver si podíamos buscar evidencia de para qué lo usaron. Y resulta que todos los resultados del laboratorio de cerámica, dicen que toda la cerámica en el canal, en los pueblos del canal, es coloreada, y además el análisis del carbono 14 de las muestras de suelo, muestran que no es prehispánica tampoco. No sabemos cuándo fue construido ni con quien ni por qué, pero está claro que tenían bordos con tierra negra profunda en los bordos. En el centro del canal hay sedimentos acumulados que ya se han hecho como un akalché, es como una arcilla gris que es pegajosa. Se forma cuando el agua se estanca por mucho tiempo cada año y por muchos años. Y aparentemente el agua se quedaba en el canal durante las lluvias.
–¿Tal vez lo hacían para tener agua disponible allá?
–Es lo que yo pensé, pero otros me dijeron que era como un drenaje. Al limpiarlo y tratar de hacerlo funcionar otra vez sembramos los bordos con plantas que sabíamos que usaron los mayas prehispánicos, como guayaba, guaya, guanábana, chaya, caimito, ciruela y nancen también, y unas flores como la flor de mayo, que son muy populares en el pueblo, y tratamos de sembrar también algodón y pitahaya. Entonces estamos viendo qué sobrevive, qué puede producir. La planta que más produjo fue el algodón. Y sobrevive cuando se escapó del incendio del fuego que hacen los agricultores para sus milpas. Entonces escapó y produjo algodón otra vez. No tenemos mercado para el algodón, pero hay un mercado internacional para el algodón orgánico. Y yo pienso que este algodón puede ser algo prehispánico que tenían los mayas aquí. No sabemos cuándo dejaron de producir algodón para tejer, para hacer cosas, tejidos a mano, pero sería una posibilidad. La otra posibilidad es que sembraran cacao. El cacao necesita mucha agua. Esta es una posibilidad, porque fue organizado por los reyes mayas en otros lugares, pero de este pensábamos lo mismo, porque el canal empieza entre unos edificios públicos mayas del clásico tardío.
–¿De qué ancho es el canal?
–De 4 metros de ancho y un metro de profundidad, y en total la parte que levantamos en mapas tiene 500 metros de largo. Pero según la imagen de satélite de alta definición que tenemos de ahí de una colega en Estados Unidos, este lugar tiene como otros 3 canales que van norte-sur. El que nosotros empezamos a excavar va de oriente a poniente, pero ella al hacer fotografía subterránea descubrió que hay otro canal más al sur, que es más profundo, más ancho, pero está cubierto con sedimentos, y no tuvimos tiempo para ver por esto, porque ya habíamos propuesto a National Geographic este proyecto para investigar. Pero puede ser que había un canal maya prehispánico al sur, y que fue abandonado cuando otros canales mayas fueron abandonados en otros sitios en las ciudades clásicas en los siglos IX y X, cuando abandonaron Tikal, Calakmul, Caracol.
–¿Y después lo reutilizaron durante la colonia?
–Es muy posible porque había residentes mayas de apellido Haach, que invitaron a los franciscanos a hacer una misión, para dar educación a la gente de allá. La Misión a la Montaña fue de 1604 hasta 1610 de los franciscanos.
En aquel tiempo Pich no existía, pero Cauich sí. Todos estos eran pueblos mayas y todos tenían misiones, pero el lugar principal, la sede de esta misión que se extinguió, estaba en Cauich, y allá se ve la iglesia, que es más grande que la iglesia de Pich.
Y el Dr. Luis Millet, del Inah en Yucatán, hizo un artículo sobre los canales que usaron los hacendados de Campeche para sacar el palo de tinte, y puede haber sido algo de esto también.
El canal estaba lleno de agua por muchos años para formar el akalché, entonces si lo mantenían lleno de agua podían flotar los troncos hasta que llegaran a un camino donde podían ponerlos en carretas de mulas, y tardaban tres días en carretas de mulas hasta la ciudad de Campeche.
–¿Cuánto tiempo les llevó la investigación.
–Tres años me dediqué a escribir proyectos y me rechazaron 6 veces hasta que al fin National Geographic Society la Fundación y el Conacyt me dio el dinero para hacer el proyecto, y estuve en el campo un total de 69 días excavando.
(Roberto López Méndez)