Jorge A. Franco Cáceres
Conozco dos jóvenes investigadores, Víctor Aguilar y Juan Ancona, que hablan con plena conciencia de causa profesional y movimiento social, luego de años de contacto estrecho con la pobreza extrema y crítica de los pueblos yucatecos y las comisarías emeritenses.
Ambos señalan que la dieta irregular, a base de productos artificiales que ha sustituido a la alimentación con productos de las milpas y los patios, es causante de dos graves problemas de salud: obesidad y anemia, entre las familias locales en situaciones de pobreza crónica y degenerativa.
Aguilar y Ancona destacan que la mayor parte del gasto que se realiza a partir del incipiente ingreso familiar, se destina a la compra de carbohidratos. Las verduras, las legumbres y las proteínas provenientes de las aves ocupan los siguientes lugares de consumo debido a que pueden ser accesibles en sus localidades.
Señalan también que las familias carecen de recursos para adquirir carnes, leche y sus derivados, frutas, otros alimentos y, aunque de manera más leve, bebidas no alcohólicas así como pescados y mariscos. Y que les sucede lo mismo con los cereales, los huevos, los aceites y las grasas, así como el azúcar y las mieles.
Hablan de casos extremos de vulnerabilidad social de los yucatecos y los emeritenses debidos a la pobreza crítica y extrema, como son la obesidad y la anemia. Señalan que, juntas en los casos por ellos investigados o cada una por sí misma, estas enfermedades tienen dimensiones epidémicas por todos los rumbos agrarios y entornos campesinos de nuestro Estado.
Observan también que la calidad alimentaria y la dieta irregular, ambas determinadas por los niveles de pobreza avasalladora, integran una matriz crítica de resultados de investigación científica. Se trata de resultados impactantes que evidencian cuán letales pueden para los infantes los alimentos suministrados con irregularidad, con insuficientes nutrientes y deficientes valores calóricos.
Reconocen además Aguilar y Ancona que, aunado a la insuficiente orientación alimentaria y el deficiente respaldo médico, las dietas irregulares de las familias de los pueblos y las comunidades dependen de las botanas saladas y las bebidas dulces. Remiten en sus trabajos a una lista específica de productos artificiales de empresas norteamericanas que operan en Yucatán.
Concluyen que las epidemias de obesidad y anemia, debidas a la dieta irregular a base de productos artificiales, son resultados de la infortunada conjunción de implacables políticas comerciales con deficientes servicios asistenciales.
Y terminan advirtiendo que la problemática creada por las empresas extranjeras favorecidas por los poderes estatales, acredita para una investigación avanzada debido a que ha ocasionado las rupturas de los sistemas alimentarios tradicionales, a cambio de los consumos de ofertas mercantiles que se encuentran a mano por todos lados.
Sin lugar a dudas, valiosos son hoy los trabajos de Aguilar y Ancona sobre la pobreza, la dieta y la salud de los yucatecos.