Este fin de año el Banco de Tapitas cumplirá el sueño de varios pequeños que han vencido el cáncer y que siguen aferrados a la vida, les harán llegar regalos de sus padrinos, desafortunadamente cada día hay más niños cursando esta enfermedad, muchos son diagnosticados en la etapa terminal, por lo que lamentablemente cada año cobra varias vidas.
Mercedes Pérez Monforte, coordinadora del Banco de Tapitas, hizo un llamado a la sociedad para aportar su granito de arena juntando y donando sus tapitas de plástico para que puedan obtener recursos para que los niños tengan sus terapias a tiempo.
Primeramente la activista explicó que este diciembre se cumplirán algunos sueños de niños y niñas que luchan contra este mal, entre ellas la pequeña Jazmín, de nueve años de edad, a quien se le entregará una cama; a Daniela, pequeña sobreviviente del cáncer, se le otorgará una muñeca; a Dylan, de tres años, de la ciudad de Valladolid, se le cumplirá un sueño por medio de una madrina de esta ciudad.
Al profundizar sobre este tema dio a conocer que en esta ciudad existen dos casos de niños con cáncer que el Banco de Tapitas está financiando, hay muchos más casos que se desconocen o están siendo atendidos por medio de otras dependencias.
Lamentablemente existe un número muy alto de decesos de pequeños que no alcanzan o no superan las quimioterapias o algunos se les detecta en una etapa muy avanzada esta enfermedad. “Desafortunadamente en este año hubo seis fallecimientos”, reveló la entrevistada.
Por la pandemia los viajes, medicamentos y el tratamiento con quimioterapias se tornó muy difícil “ha sido mucho más difícil, empezando con la busca del recurso, este año sólo se recaudó tres toneladas de tapitas en esta ciudad y las recicladoras también cerraron sus puertas, entonces no teníamos recursos para apoyarlos, buscamos donadores para que los pequeños no interrumpan sus tratamientos, muchas veces necesitamos de la ayuda de la gente para el pago de traslado, quimioterapias ya que no es muy barato”.
Tener un integrante en la familia con cáncer es desgastante tanto física, emocional y mentalmente, ya que tan sólo la estancia, medicamentos, traslados es un gasto aparte de una quimioterapia que cuesta entre 25 y 30 mil pesos, hay seguros que sí absorben los gastos, pero ¿quién paga los gastos de traslados o si se necesita un medicamento muy caro, la comida o la estancia?
Para muchos una simple tapita es algo insignificante y termina tirada en la basura, pero esta taparrosca de plástico es de suma ayuda para que se puedan reunir los recursos necesarios para que reciban tratamiento “muchas veces, si no conocemos este programa, una tapita es basura, hay gente que ha traído tapas a este lugar para vender, pero realmente no recibimos dinero ni podemos dar dinero por compra porque solamente hay una recicladora vinculada con el centro de acopio que únicamente ellos pueden vender, es un pequeña ayuda que nos otorgan por reciclarlo, si vas a una chatarrería no te la compran, hay personas que van a venderlas en estos lugares, entonces cuando no se los compran vienen y las tiran no es eso el caso, sino es dar un poquito”.
“Este año ha sido más lenta la recolección porque no hubo el ‘Tapatón’, quizá la gente se había acostumbrado a recibir para dar, pero el verdadero fin es ayudar, que conocieran que hay un centro de acopio dedicado a reciclar ‘basura’ para poder obtener un apoyo o recurso para los niños que luchan contra esta terrible enfermedad, realmente tenemos dos propósitos, ayudar al medio ambiente es otro ya que estos desechos están contaminando, al rescatarlos se evita que llegue a los mares u otros lugares.
Mercedes lleva 5 años al frente del centro de acopio de esta ciudad, todo inició por una depresión: “una vez vi en el Facebook una frase que decía ‘si la vida te da tapitas, no las tires, dónalas, ayuda a salvar vidas’ esta pequeña frase de ‘salvar vidas’ fue algo que me movió y busqué contacto con la presidenta del Banco de Tapitas y le dije que quería unirme a la causa, no había un centro de acopio y le dije que quería poner uno, la primera persona que me apoyó en Tizimín fue una secretaria, el expresidente José Luis Bates me ayudó y así empezó”.
“Tener cáncer es difícil, pero ver la alegría en el rostro de los niños que logran superarlo, saber que están bien es la mayor satisfacción, después de mi operación pensé dejarlo, pero los papás me dijeron que no los abandonara, Dios me ha salvado y creo que aún tengo un propósito”, concluyó.