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El gran reto de permanecer quietos

Pilar Faller Menéndez

En definitiva, la condición moderna en la cual vivimos es la movilidad, tenemos en la mente que es necesario siempre estar haciendo algo, ocupándonos, y hoy, debido a una contingencia de salud, se nos pide estar quietos, no inmóviles, pero recluidos y es cuando se nos pone también a prueba la desaceleración de la inercia que nos mantiene en ese frenesí del movimiento, en busca de estímulos para mantenernos ocupados, pero en nuestras casas.

El coronavirus es el tema mundial y las cifras de quienes lo están contrayendo es alarmante, por lo que sin caer en el pánico, se nos pide cordura y acatar las sugerencias que se nos piden para poder hacer frente a este virus que está cobrando víctimas en todo el mundo. Hoy, gracias a la tecnología, podemos estar en todas partes virtualmente, por lo que no estaremos aislados del mundo, y estaremos demostrando la conciencia que tenemos ante una advertencia y precauciones sugeridas.

En definitiva, esta contingencia estará afectando a la economía de muchos sectores, y habrá quienes minimicen la importancia de ésta. Aquí es cuando se aplica el dicho de que “más vale prevenir que lamentar”, recordar que no somos inmortales y el exponernos no nos hará más valientes ni inmunes. Es, en definitiva, una prueba a nuestra capacidad de conciencia.

Una compañera de estudios, que vive en España, nos decía ayer que tomáramos en serio el permanecer en nuestras casas, que ella lo estaba viviendo como una especie de retiro, y un momento para poder hacer cosas que por las prisas de la vida cotidiana no podía realizar en casa. Blaise Pascal, un matemático y filósofo francés, lanzó con una frase el problema que muchos viven en esta época: “La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”. Este es el reto que hoy debemos afrontar, y tener la capacidad de estar si no felices, cuando menos tranquilos, y sin ansiedad hasta que sea prudente reincorporarnos a nuestro ritmo usual de vida.

Habrá muchos que descubrirán que la vida hogareña es placentera y nos brinda una oportunidad de reflexión, o bien de esparcimiento como leer un buen libro, o ver alguna película en la televisión o navegar tranquilamente en las “aguas” del internet o intentar volvernos un tanto contemplativos aunque en nuestra naturaleza hagamos hasta lo imposible por hacer esto, ya que la mente no para y muchas veces no tenemos la costumbre de observarla, tal vez porque no nos gusta lo que vemos, pero esto es caer en algo profundo, cuando lo que se trata de hacer es la prevención de adquirir un virus, y nuestra capacidad de prevenirlo.

La felicidad o infelicidad al respecto queda en segundo plano, considerar necesaria la medida nos hará de alguna forma demostrar nuestra inteligencia y precaución ante una medida necesaria que no será eterna, por lo que estaremos experimentando unas condiciones diferentes de vida a la que estamos acostumbrados. ¿Podremos? Yo creo que es posible, si somos capaces de reunirnos y marchar por nuestros derechos, también somos capaces de hacer una especie de protesta contra esta enfermedad y hacer un paro para vencerla y no dejarla ganar terreno.

No nos encontramos en un período vacacional, en el cual nos dediquemos al entretenimiento en lugares públicos, es una contingencia y como tal, debemos seguir lo que las autoridades nos indiquen, al margen de las críticas sobre si se actuó a tiempo o no, eso podremos discutirlo a través de las redes sociales, y podremos explayarnos a nuestras anchas y elaborar cualquier tesis al respecto, ¡aprovechemos esta oportunidad! A lo mejor constatamos que no es tan malo quedarse en casa.

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