Dr. Gaspar Baquedano López
Hay condiciones humanas que desorganizan nuestra vida de manera tan intensa, que afectan notablemente a una comunidad. Son muchas, tanto como la complejidad humana. Unas de ellas son el miedo y el pánico. El primero es una respuesta natural y necesaria, por ejemplo, cuando somos amenazados por un animal agresivo o una guerra.
En estas situaciones, el miedo comienza con la percepción del peligro real y desarrolla una serie de mecanismos físicos y mentales para ponernos a salvo. Es decir, es una respuesta “inteligente” que corresponde a una situación real.
Por el contrario, el pánico es una reacción desproporcionada que nos desorganiza seriamente, al grado de sufrir intensamente por las imágenes que creamos: “¿Qué haré si sucede esto? ¿Qué pasará conmigo y mi familia si esto o aquello sucede?”.
Se puede advertir que en el pánico se sufre por posibilidades, es decir, por las IMAGENES que creamos, por fantasías. Por el contrario, el miedo, como ya se comentó, es una respuesta a situaciones reales.
Entonces, hay dos formas de enfrentar los peligros: en la realidad o con imágenes y fantasías. Con temor o con pánico.
Ahora cuando millones de personas enfrentamos un peligro, la infección por un virus. La conservación de nuestras capacidades individuales y colectivas dependerá de cómo reaccionemos ante ello.
Nuestra respuesta puede ser con temor, que es necesario, o bien, en pánico que nos desorganizará y nos acercará más a respuestas irracionales y peligrosas.
ECO, Escuela de Conciencia, exhorta a nuestra comunidad a responder inteligentemente. Hagamos lo que racionalmente nos dicen nuestras autoridades, las que saben, y así evitar el surgimiento de rumores que pueden llevarnos a desarrollar pánico.
Hagámoslo con paz, como una gaviota en la tormenta.
Es urgente el Despertar de la Conciencia, al igual que nuestra responsabilidad social.