La población más afectada en esta emergencia sanitaria son los adultos mayores que viven solos, ya sea porque sus hijos no los visitan por la contingencia o bien porque carecen de recursos para apoyarlos por la crisis económica que traído consigo la pandemia.
Manuel Fernando Trejo Durán, de 83 años, vive con su esposa de 80 años en una humilde vivienda; el matrimonio subsiste gracias a una raquítica pensión.
Ellos tuvieron cuatro hijos, pero sólo uno ve por ellos; los otros se desentendieron de sus padres, pues dicen que tienen hijos que mantener.
Sin embargo, el único que está con ellos se quedó sin empleo a fines de marzo debido a la cuarentena: su patrona lo despidió porque teme que se puedan contagiar ella y sus pequeños.
Sin empleo, decidió inscribirse al programa de Seguro de Desempleo que auspició el Gobierno del Estado, pero no pudo hacerlo porque la página falló todo el tiempo.
Don Manuel dijo que hasta hace poco trabajaba deshierbando, pero como ya no ve bien tuvo que abandonar esta labor. Agregó que una vez a la semana acudía a casa de uno de sus sobrinos a limpiar y le pagaba 150 pesos, pero por la cuarentena no ha ido.
Otro triste caso
Teresa Leal Magaña pasa por una situación similar: vive sola, pues aunque se embarazó 5 veces nunca logró tener bebés. Ella trabajó varios años como cuidadora de enfermos y en una estética en la Ciudad de México. No se sabe si su esposo murió o si se divorció, pues la ancianita desvaría cuando habla.
Su vecina Genny Ucán le lleva comida y va a verla seguido; ella dijo que Teresa tiene dos sobrinas que viven en Vergel y que la visitaban, pero las mujeres ya están grandes y las hijas de éstas ya no las quieren llevar por temor a que se contagien.
Genny comentó que su vecina se ha caído varias veces; en una ocasión el accidente ocurrió de noche y cuando la fue a ver al día siguiente la encontró fría; generalmente la acompaña al médico, pues doña Tere padece ansiedad y depresión, pero por la contingencia no han regresado al doctor pues teme contagiarse.
Las dos mujeres viven en San Antonio Xluch en donde varias casas tienen una prenda roja en la entrada como señal de que sus habitantes necesitan apoyo.
(Elena Gómez)