Hasta 400 paletas entre semana y 500 los sábados y domingos elaboraban antes de la pandemia en La Guadalupana, fábrica que se encuentra en la calle 58 entre 73-A y 75, en el Centro de Mérida, pero la venta bajó y ahora hace apenas unas 200 y los fines de semana 300.
El encargado, Trinidad Aguirre Hernández, nos dice que también bajó el número de paleteros que trabaja con ellos, ya que antes tenían, en tiempos de calor, unos 18, y en tiempos de frío (y, por lo tanto, de poca venta), unos 12 ó 13, que salían en los tradicionales carritos o en triciclos que ellos mismos les proporcionan.
De hecho, los paleteros que venden por las calles su producto son sus empleados, ya que les dan a consignación lo que quieran llevar a vender y, como muchos de ellos tienen años de desempeñar este oficio y conocen los gustos de la gente de los diversos rumbos de la ciudad, se llevan solamente lo que están seguros de vender, y si algo les sobra lo regresan para que se vuelva a congelar y se les entrega al día siguiente.
Trinidad dice que los paleteros son personas que viven en los cuartitos que se rentan por los alrededores del Centro de la ciudad, la mayoría es gente grande que sobrevive trabajando porque, como todos saben, la mayoría de las personas de la tercera edad no disfruta de una pensión, excepto la que ahora implementó el Gobierno Federal.
Y como la pandemia continúa y mucha gente dejó de comprar por temor a contagiarse, ahora salen a trabajar menos de ellos y la están pasando muy mal, ya que no todos alcanzan la edad que se pide para otorgar la pensión federal.
Por su parte, para adecuarse a las circunstancias, La Guadalupana hace ahora nada más las paletas y bolis necesarios para surtir 7 carritos, cada uno de los cuales lleva, además del producto, dos cartuchos metálicos llenos de un compuesto que una vez congelado dura 24 horas sin descongelarse. Eso es lo que permite a los paleteros andar vendiendo en medio del calor de la ciudad sin que se les derrita el producto.
El encargado dice que, una vez preparado el líquido que se convertirá en paleta, ya sea de agua o de crema, se congela en apenas 20 ó 30 minutos, de modo que si se gasta en la mañana lo que hicieron y se necesita más para la tarde, en muy poco tiempo lo tiene listo.
Para poder dar salida al producto, el patrón tiene una camioneta pick up en la que caben cuatro carritos, y temprano reparte a los paleteros que los empujan por colonias y pueblos del Sur de la ciudad para pasar a recogerlos en la tarde.
Sobre los precios de las paletas dice que las de crema, que “son de leche y llevan polvitos para suavizarle la crema”, se venden a 12 pesos, pero se las dan a los paleteros a 8; y las de 8, que son de agua, se las dan a 6.
En cuanto a los sabores: de crema preparan las de coco, esquimo (con forro de chocolate y coco), crema morisca, vainilla, chocolate y pirata, que son mitad de chocolate y mitad de coco. Y hacen las de agua de sandía, limón, mango, pithaya, uva y piña, además de los bolis que igual son de todos esos sabores. También venden cajas de fresas con crema, pero esas provienen del súper.
Finalmente hay que comentar que Trinidad dijo no conocer el contenido de los cartuchos congelantes, pero sí su precio: vale $1,500 el par. Y los bonitos carritos de paletas cuestan como 5 mil pesos.
Por Roberto López Méndez