Todos los días a primera hora, Gregorio Euán Lora, de 80 años de edad, y su esposa María Patricia Salas Pech, de 55, comienzan a vender pepinos en la puerta de su domicilio en la calle 20, carretera a Chabihau. Ambos mencionan que la cosecha es de su sobrino y él los ayuda dándoles producto para vender.
Debido a que su hijo padece epilepsia, no puede salir a trabajar solo, si no con la ayuda de uno de sus compañeros que lo vigila para que pueda ayudar a sus padres con un poco de los gastos. “Mi sobrino cosecha el pepino para estas fechas, los manda a “La casa del Pueblo”, en Mérida y nos da un poco para que vendamos aquí y con eso nos ayudamos. Ha estado saliendo la venta porque es calidad lo que produce”, señaló.
Los pepinos que la pareja vende, destacan y llaman mucho la atención al cliente por el tamaño que tienen, alcanzan de los 30 hasta los 40 centímetros, esto por el cuidado y la abundancia de agua que reciben en la milpa.
Según el comerciante, para alcanzar una buena cosecha, se tiene que extraer la semilla de un fruto grande y que esté en buenas condiciones. “Las personas se ríen cuando ven la fruta, por su exótico tamaño que logra rendir hasta para dos días en consumo”, comentó Patricia; desde los 10 pesos, es como van pregonando a quienes transitan la vía por la mañana y la tarde.
En los mercados de la ciudad de Mérida, el precio es de 200 pesos la caja, dependiendo el tamaño y la calidad.
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