En el campo cunde la desesperación entre los productores de tomate, chile, sandía, calabacitas y papayas, cuyas cosechas se encuentran pudriéndose en las áreas de producción por la falta de mercado para desplazarlas, ya que sigue afectado por la pandemia.
La impotencia de estas personas que se han dedicado por años a hacer producir la tierra es palpable, ésta es otra de las muchas veces durante esta contingencia sanitaria que pierden miles de pesos a consecuencia de la poca movilidad que existe a causa de la crisis sanitaria y, por consiguiente, de la falta de mercado para desplazar los productos agrícolas.
En la zona limítrofe entre Yucatán y Quintana Roo se encuentra la comunidad de “Luis Rosado Vega”, a tres minutos está “Rancho Chico”, una pequeña parcela donde Bartolo Hernández sembró cerca de dos hectáreas de tomate saladet, la cosecha fue la esperada para este año, pues el cultivo está en su punto para ser cosechado, pero lo grave es que no hay lugar ni persona que lo compre, por lo que la mayor parte de los frutos están pudriéndose en el campo.
Se desploma el precio
Aunque el kilogramo del tomate se está comercializando a cinco pesos, al desplazarlo es mínimo lo que se compra en los pueblos circunvecinos, según asegura el productor. El mayor consumidor de tomate, antes de la emergencia de salud que se está viviendo, era el vecino estado de Quintana Roo, constituía el mercado más fuerte debido a la alta movilidad del turismo, pero después que el coronavirus afectó a la población y sobre todo que se cerró casi la totalidad de hoteles y restaurantes, entre otros comercios, las personas que dependían de este mercado se vieron afectadas de manera directa, porque las cosechas se perdieron por la falta de compradores.
A pesar de tan importantes pérdidas, no desistieron y siguieron sembrando, pero los fenómenos naturales del año pasado los afectaron nuevamente produciendo pérdidas por miles de pesos, en esta ocasión nuevamente sembraron, la cosecha se logró al por mayor, pero la falta de mercados, aún bajándole el precio, determina que el tomate no tiene salida, por lo que la mayor parte de la cosecha se echará a perder en el campo.
El tomate saladet, al igual que el resto de variedades, requiere condiciones climáticas ligeramente cálidas, ya que no tolera ninguna helada ni bajas temperaturas por periodos prolongados.
En el abandono
Por otra parte, varias unidades productoras de sandías, papayas, calabazas, chiles, entre otros cultivos, se vieron en la necesidad de cerrar y quedaron en el abandono tras los graves efectos de la pandemia, reveló el comisario municipal, Francisco Poot, de la localidad de “Luis Rosado Vega”.
En general, las pérdidas han sido enormes y, por consiguiente, ya no es redituable esta actividad por el momento, ya que antes sólo en la orilla de la carretera con el paso del turismo se podía vender el producto, pero ahora no.
A raíz de estos problemas, también las pocas unidades que están en producción se han visto en la necesidad de despedir al personal, hay temporadas en que se ofrecen en cada una de ellas hasta 50 empleos, de manera temporal, pero ahora ya no es sostenible a pesar de que haya cosecha.
Ayuda
Piden a las autoridades voltear la vista hacia estas comunidades y que ellos mismos compren o desplacen el producto hacia las poblaciones, fomentando una alimentación saludable a base de frutas y verduras que se producen en nuestro medio y no dependen de otro lugar. Los productores esperan que las autoridades los puedan apoyar para buscar un mejor mercado o capaciten a las personas para procesar el producto y evitar millonarias pérdidas.
SY