Ayer por la mañana, en la primera calle de la entrada al puerto, empleados delInstituto Nacional de Antropología e Historia(INAH) se dieron a la tarea de bajar del techo de la casa ubicada en contraesquina del edificio conocido como hotel “Mancera”, al hombre de piedra, emblemática efigie del puerto.
El edificio y el hombre de piedra han permanecido a la intemperie muchos años, expuestos a los rigores del clima, por tal razón se encuentran deteriorados y requieren de remozamiento y reparaciones, por lo que fue bajado por la mañana, comentó Orlando Josué Cáceres Contreras, asistente de museógrafo y proyectista del INAH.
La acción llamó la atención de los habitantes que transitaban por esa calle. Marlene Jiménez, oriunda del puerto, comentó que desde niña ha visto al hombre de piedra en el techo de la primera casa de la entrada a la comunidad, y que se cuentan muchas leyendas en torno a esta efigie.
“Algunos dicen que la colocaron ahí para distraer y engañar a los piratas que se sentían atraídos por las riquezas del puerto, también se dice que es un hombre que recibió una maldición y quedó atrapado en forma de piedra para cuidar del puerto”, comentó.
Asimismo, en una parte baja de la pared en la que se encuentra la estatua, hay una inscripción en latín, perteneciente al subgrupo latino-falisco y, a su vez, a la familia de las lenguas indoeuropeas, que fue hablada en la Antigua Roma.
Historiadores yucatecos como Ángel Gutiérrez escribieron que la lápida blasonada que se ubica en una de sus esquinas data de 1585, precediendo en antigüedad a la Casa de Montejo y a la Catedral de Mérida. Se le conoce como la estatua del “Monifato”.
En la inscripción, grabada sobre piedra, se da noticia del propietario de la casa y del año en que fue establecida: “ES DE EL ILUSTRE SENNOR IOAN DE ORDVNNA Y DE SV MVGER GERONIMA ORTIZ Y DE SVS HEREDEROS MDLXXXV”. Debajo de esta leyenda se ubica un escudo de armas compuesto por un árbol (roble) y dos zorros pasantes.
Algunos vecinos del puerto comentaron que confían en que esa figura pétrea, una vez restaurada, sea traída de nuevo al puerto y no se quede en las oficinas burocráticas de la ciudad de Mérida, ya que esta es una de las riquezas históricas de la comunidad sisaleña, huella de su pasado que les da identidad.