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Yucatán

Calesas eléctricas romperían tradición centenaria en Mérida

Los caleseros aún se niegan ante la posibilidad de sustituir los caballos por motores, ya que, consideran, mataría una tradición
En Yucatán, los carruajes son una larga tradición: además de viables y menos costosos, afirman algunos conductores de la Plaza Grande de Mérida
En Yucatán, los carruajes son una larga tradición: además de viables y menos costosos, afirman algunos conductores de la Plaza Grande de Mérida / Edwin Aguilar

En los últimos años, el tema de las calesas ha generado polémica en la capital yucateca, debido a que los dueños de estos carruajes han señalado que no están a favor de sustituir caballos por motores de gasolina o eléctricos, ya que además de que matarían una tradición, no son viables y son mucho más caros.

Por su parte, los distintos grupos protectores de animales en Yucatán han manifestado que el asunto de estos vehículos no debe verse por el lado económico o de una supuesta tradición, sino con empatía a los caballos.

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Sobre el tema, Eduardo Echeverría, secretario general de la Unión de Conductores y Pequeños Propietarios de Carruajes de Yucatán, comentó que no se atreve a hablar sobre el polémico tema. “No queremos nada con las calesas eléctricas, porque no se les puede llamar calesa si no hay un caballo”, dijo.

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El entrevistado justificó su respuesta diciendo que meter calesas eléctricas rompería con una tradición centenaria. “Es como que a la Catedral de Mérida le quites una torre, ya no sería igual. Y ni siquiera puedes decir que es una calesa, es un carro. Si el carruaje no tiene un caballo, es un vehículo como cualquier otro”, señaló.

Más redituables

Eduardo Echeverría comentó que adquirir una calesa con todo y caballo puede costar entre 140 y 150 mil pesos y sólo el equino ya entrenado para tirar puede costar 25 mil pesos, contrario a los 200 mil pesos que gastó Daniel Campos Guerra, para construir una calesa con base de motor de gasolina.

Sobre la calesa motorizada, Campos Guerra apuntó que decidió construirla junto con su compañero Manuel Dzib, debido a que en la ciudad de Motul, de donde son originarios, los carruajes tradicionales dejaron de ser funcionales cuando los mototaxis se convirtieron en el medio de transporte preferido de la gente.

Sin embargo, para el entrevistado no hay un significativo cambio entre la calesa tradicional y la motorizada. “La única diferencia es que ya no hay caballo, pero la verdad es que una calesa debe ser tirada por un equino”, comentó, al tiempo de indicar que, además de ser más cara, el costo de mantenimiento es casi lo mismo.

“No hay mucha diferencia porque, en nuestro caso, debemos comprar aceite, bujías y, a eso, súmale que subió el precio de la gasolina. Y cuando el combustible sube, todo lo demás también”, recordó el calesero, quien informó que su carruaje sólo funciona los días sábados y domingos, ya que entre semana se dedica al mototaxi.

La mejor opción

Contrario a la calesa motorizada, Eduardo Echeverría remarcó que el consumo de comida mensual del caballo es de tres mil 900 pesos, sin contar que al mes se le deben cambiar las herraduras de hierro al animal, cuyo costo es de 600 pesos, lo que da un total de cuatro mil 500 pesos mensuales el gasto del equino.

Otro de los gastos que puede tener un calesero de Mérida es con las ruedas del carruaje, cuyo valor por pieza es de ocho mil pesos. “Son de madera y están ensambladas con hierro, además de que lleva bujes de hierro colado”, informó el entrevistado, quien dijo que  el ahorro lo ven con la atención veterinaria de los animales.

En ese sentido, comentó que los caballos son revisados periódicamente por veterinarios de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y, gracias a un convenio, no pagan por la revisión. Y si en dado caso el equino requiere una limada de muelas, únicamente desembolsan 800 pesos, otro de los beneficios de la alianza que tienen.

El activista Ernesto Mauri, quien en su momento pidió que las calesas tradicionales sean sustituidas por eléctricas, señaló que el costo de una calesa para cuatro personas, como las que hay en la ciudad, pueden llegar a costar hasta 350 mil pesos y mientras más es la capacitación, más es el costo del vehículo.

Pese a que en su momento fue muy incisivo el tema de los carruajes eléctricos en el estado, sólo el municipio de Progreso incursionó en el tema y, para noviembre de 2019, anunció la primera calesa ecológica de Yucatán. Pero después de dos meses de servicio, el proyecto municipal fracasó por motivos desconocidos.

Incoherencias de la Comuna

Raúl Argáez, de Red Animal Yucatán, dijo que, aunque en muchas asociaciones, han solicitado a las autoridades municipales que prohíba el tránsito de las calesas en el Centro Histórico, porque ha habido un aumento en el número de vehículos, éstas han hecho caso omiso porque el tema no se ha regularizado.

Señaló que grupos activistas como “Movimiento Animalista Ciudadano” han pedido a la Comuna el cese de esta actividad, pero nunca se ha logrado un acuerdo. “Ellos (los caleseros) insisten en que (los caballos) están bien atendidos, pero hemos visto que en época de lluvia se están mojando y en época de calor, están bajo el sol”, explicó.

Añadió que ellos consideran que los caballos ya no deben estar en esa zona de la ciudad, pero si estuvieran en un terreno más grande como Animaya, las cosas podrían ser diferentes. “Consideramos que ya no deben estar en el primer cuadro de la capital yucateca por el tema de los vehículos”, comentó.

Subrayó además que se trata de un tema de empatía hacia el bienestar de los animales y que la modernidad no ha llegado con los caleseros, ya que mientras el municipio prohibió la circulación de los caballos tierreros, las calesas tiradas por caballos continúan vigentes. “Si ya se prohibieron a los tierreros, creemos que los caballos caleseros tampoco deberían estar en las calles”, puntualizó.

En diversas ocasiones activistas y ciudadanía se han manifestado en contra de esta actividad, principalmente porque los caballos pasan horas bajo el sol o lluvia, sin alimento ni bebidas, además del estrés que representa para ellos el ruido de los automotores, que en ocasiones esto ha provocado una tragedia para ellos.

Los usuarios de redes sociales han captado varios accidentes en los que deriva la muerte de los equinos, porque se espantaron, se resbalaron o simplemente el aparente cansancio o mala alimentación los ha hecho desvanecerse.

Pese a las marchas de quienes se reconocen como protectores de animales, esta situación parece no tener una pronta respuesta, aunque ahora, en tiempos de elecciones, estos grupos son buscados por los candidatos de los diversos partidos políticos, para solicitar su resplado, y prometerles justicia para detener el maltrato animal; sin embargo, pese a ser un grupo importante dentro de la sociedad yucateca, reconocen que ya han sido muchas promesas sin cumplir.

SY

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