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Yucatán

Ángel Ramírez, un herrero a la antigua en Mérida

Ángel inició puliendo, limpiando y pintando los artículos que fabricaba su padre
Ángel Ramírez comparte su oficio con sus hijos, pero también con su perro
Ángel Ramírez comparte su oficio con sus hijos, pero también con su perro / Óscar Suaste

Con el tiempo su padre Jesús Ramírez le enseñó a Ángel Gustavo Ramírez Basto el oficio de la herrería, técnica que le ha permitido salir adelante, porque actualmente son pocos los que utilizan el sistema antiguo para forjar el hierro, a base de golpe de martillo y yunque.

Amablemente Ramírez Basto recibió al reportero de POR ESTO! en su taller ubicado en la calle 81a número 543B, entre 88 y 90, para explicar que hace años, debido a los tiempos difíciles que se vivían en el estado, muy similares a los que prevalecen ahora por los efectos de la pandemia del coronavirus, no pudo concretar sus estudios básicos.

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Sin embargo, hoy puede decir abiertamente que, gracias a su padre, aprendió el oficio de la herrería, en la cual le permite vivir y trabajar de manera honrada. Uno de sus tres hermanos es carpintero y dos más son amas de casa.

Como todo aprendiz, Ramírez Basto comentó que inició puliendo, limpiando y pintando los artículos que fabricaba su padre; hasta que éste consideró prudente y conveniente, le enseñó el sistema de soldadura eléctrica, conocimientos que ahora transmite a uno de sus hijos, que junto con su mascota Panter (perro de raza Rottweiler), son sus principales ayudantes.

Con más de 30 años de trabajar forjando el hierro, expresó que se siente satisfecho de todo lo que ha logrado en la vida, porque aprendió a elaborar toda clase de productos, desde una simple silla, hasta puertas y ventanas, centros de sala, cuadros para pizarrones, bases y hasta estructuras metálicas.

Pero, lo que más agradece a la vida es el reconocimiento que obtiene de las personas a las que ha tenido la oportunidad de servir, mismas que valoran su calidad de trabajo artesanal, y sobre todo por cumplir “al pie de la letra” los encargos o diseños que sus clientes requieren, por más complicado que sean las figuras o adornos de ventanas y puertas, entre otros.

Comentó que muchas de las puertas antiguas del mercado “Lucas de Gálvez” se elaboraron con la misma técnica y, por la calidad del hierro, han perdurado más de seis décadas, y todavía lucen como nuevas. Son puertas totalmente remachadas y sin una gota de soldadura, trabajos que no se comparan con las actuales que son más económicas, pero con material reciclado de segunda y de tercera mano, que le restan vida o durabilidad.

Muebles oxidados

Dijo que varios de sus clientes son norteamericanos avecindados en esta ciudad que, a diferencia de los mexicanos, muestran mayor inclinación o preferencia por los muebles tipo colonial, pero con acabados de óxido, para que luzcan como muebles antiguos.

También reveló que se dedica a la reparación de asadores, puertas y ventanas, ya sea en su taller o a domicilio porque todo producto de hierro tiene solución, incluyendo adornos forjados con dicho material de cinco octavos de pulgada, para darle las formas que sus clientes requieran.

Actualmente sólo trabaja con su hijo Roger Gustavo Ramírez García, que construye campanas industriales para estufas, escaleras de caracol, mesas y puertas residenciales y de aluminio, “porque por la pandemia hay buscar la manera de salir adelante y por esa razón exhibimos las puertas que fabricamos”, expresó Ángel Gustavo quién agrego que tuvo que ser carnicero en las temporadas en que bajó los trabajos en el taller de herrería.

El secretario Panter

Otro de sus brazos fuertes es Panter, un perro de apenas dos años de edad, que su hijo adiestró, de tal manera que se ha convertido en un eficaz ayudante. Para demostrar el grado de obediencia del ejemplar, de color negro azabache, el entrevistado pidió a su mascota fuera por un martillo y éste se dirigió a la bodega y, en cuestión de segundos, regresó con la herramienta entre las fauces, así que le puso un pedazo de pan en el hocico, como premio, pero le advirtió que no se lo comiera hasta que dijera el número tres, entonces comenzó a contar, uno, dos, cuatro, cinco y tres, y Panter comenzó a devorar la pieza de pan.

Posteriormente le pidió que permaneciera sentado y de inmediato obedeció, y de igual manera hacía otros trucos que el dueño le pedía.

Precisó que para un herrero no hay trabajo difícil, siempre y cuando uno tenga el conocimiento para elaborar desde una mesa de centro forjada que se puede hacer en un día, hasta puertas o ventanas que las construye en una semana, según la cantidad y tipo de adornos que tenga que elaborar.

Mencionó que los trabajos los entrega como si fuera “llave en mano”, es decir, totalmente instalado, para que sus clientes queden satisfechos.

Por último, dijo que por la pandemia buscó un sitio donde pueda exhibir sus productos, este se encuentra en la actualidad cerca del cementerio general de Mérida.

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