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12 de cada 100 niños de Yucatán, de entre cinco a 17 años de edad, se han visto obligados a trabajar, debido a las necesidades del hogar.

El papá de Érick trabajaba de albañil en Cancún, pero un día regresó repentinamente a Tizimín, ya no podía caminar bien. Fue entonces que el pequeño, originario de este municipio, tuvo que salir a las calles a vender palanquetas para ayudar con los gastos de la casa.

La escuela no es su prioridad, asegura que a veces va, pero prefiere salir a vender que estar en un salón de clases. Y es que desde los seis años tuvo que armarse de valor para ofrecer sus palanquetas a la gente que transita por las calles del Centro de Tizimín.

Actualmente tiene 11 años, quiere ser soldado, pero a su corta edad no tiene la claridad de que es necesario ir a la escuela para lograr este sueño, pues lleva cinco años como vendedor ambulante y aún no termina la primaria.

Como Érick, 12 de cada 100 niños de Yucatán, de entre cinco a 17 años de edad, se han visto obligados a trabajar, debido a las necesidades que hay en sus hogares, por lo que abandonan la escuela por completo o asisten de manera muy irregular.

En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora cada 12 de junio, el Inegi señala que Yucatán ocupa el lugar 14 a nivel nacional como la entidad con mayor porcentaje de niños que realizan diversos trabajos que ponen en riesgo su salud física o mental.

Pero lo más alarmante es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó que la crisis del COVID-19 amenaza con revertir años de avances para afrontar este problema, pues la situación económica a nivel mundial ha causado que muchos niños no puedan regresar a las escuelas en la nueva normalidad porque tuvieron que ponerse a trabajar para apoyar a la familia.

Érick relató a este diario que nadie de su familia se enfermó de coronavirus, por lo que esta situación no fue la causante de que empezara a vender las palanquetas, pero sí tuvo que hacerlo porque su papá ya no podía trabajar.

“Me gusta llevar dinero a la casa. Me siento contento, hay que ayudar. Mis papás dicen que es bueno que apoyemos y a mí me gusta hacerlo”, contó el menor de 11 años.

Algo similar expuso Manuel, quien también vende dulces en las calles del centro de Tizimín. Al principio no quería trabajar, “pero mi mamá me dijo que debía hacerlo para ayudar porque una sobrina se enfermó. Tuve que hacerlo, pero ahora me gusta y se siente bien ganar dinero para ayudar a la familia”, contó.

Ambos niños se conocieron en la calle, son amigos, pero aclaran que cada quien tiene sus respectivas calles para vender sus dulces, para que no se quiten la clientela.

Manuel relató que su mamá le dijo que ya no es obligatorio que trabaje, pero él quiere seguir ayudando. “Me gusta colaborar en el gasto de la casa y que tengamos dinero para ir al mercado”.

Le gustaría ser policía, pero confiesa que se le ha olvidado ir al corriente en sus tareas la escuela, porque no ha habido clases normales y nadie lo obliga a seguirlas por radio o televisión, pues sale a vender a diferentes horas y eso le impide estar en contacto con su maestro.

Tanto Érick como Manuel trabajan como vendedores ambulantes y aunque parece que no es grave, el Inegi alerta que se trata de una actividad económica no permitida por la ley que pone en riesgo su salud o afecta su desarrollo físico o mental.

De hecho, siete por ciento de los niños yucatecos de cinco a 17 años trabajan en una actividad económica no permitida, porcentaje que se encuentra sólo una décima parte por debajo del promedio nacional que es 7.1 por ciento.

En el estado, 6.7 por ciento de los niños de cinco a 17 años realiza ocupaciones peligrosas, ya sea en la construcción, en una mina, en el sector agropecuario, bares o cantinas, los cuales prohíbe la Ley Federal del Trabajo.

Como el caso del niño que trabajó en la granja porcícola Gari 7 en Maxcanú, pues con tan sólo 15 años laboraba limpiando el excremento de los cerdos sin ninguna protección, ni equipo, ni ropa especial para esta labor, por lo que sus padres terminaron sacándolo de dicha granja.

Esta situación coloca a Yucatán en la posición 15 a nivel nacional, por encima de la media, después de Estados como Oaxaca, Puebla, Michoacán, Chiapas, Nayarit, Veracruz, Zacatecas, Guanajuato o Campeche.

Pero hay otro porcentaje de niños que, si bien no tienen que trabajar en actividades económicas, sí realizan quehaceres domésticos en los propios hogares, que se llevan a cabo en condiciones peligrosas, pues lo hacen por periodos prolongados, en un medio insalubre o en lugares peligrosos.

En esta situación vive el seis por ciento de los niños yucatecos, por lo que el estado se ubica en el noveno lugar a nivel nacional después de Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Puebla, San Luis Potosí, Tlaxcala, Tabasco y Colima, es decir, que se encuentra entre los primeros 10 Estados con más niños que realizan quehaceres domésticos en condiciones que ponen en peligro su salud.

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JG

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