Entre fuertes chillidos, golpes y violentos jalones, los trabajadores de la empresa porcícola Kekén intentaban que los cerdos caminaran hacia otro camión que llegó como relevo, luego de que el vehículo en el que viajaban quedó varado por un desperfecto. En ese movimiento se observó que 23 puercos habían muerto por el intenso calor, el hacinamiento y el estrés provocado por el maltrato constante que viven en todo el proceso, hecho que constató POR ESTO!, durante un recorrido por la carretera Mérida-Cancún.
El camión con los cerdos que se dirigía hacia la planta procesadora de la empresa Kekén, ubicada en la localidad de Sahé, presentó la ponchadura de la llanta delantera derecha, quedando varado en la carretera Mérida-Cancún, a la altura de Hoctún.
El vehículo permaneció por más de dos horas con los cerdos bajo el sol, el cual tenía un hedor a excremento, marcas de sangre en el piso, suciedad y moscas. Algunos de los animales presentaban marcas en la piel, producto del hacinamiento o del maltrato recibido.
“Los estábamos llevando a Sahé, de una granja que está en Mérida”, mencionó uno de los empleados en anonimato.
Alrededor de las 10:30 horas llegó otro camión que hizo maniobras para colocarse en la parte trasera del camión dañado, el cual llevaba el número económico VK 785 y el logotipo de Kekén.
Acomodados los dos vehículos, de inmediato varios obreros con overoles azules, botas de plástico y cubrebocas, subieron para tratar de mover a los animales. Sin embargo, varios estaban ya inmóviles desde hacía un buen rato, pues ya estaban muertos.
El ruido por el chillido intenso de los que seguían con vida inundaba la carretera en esa zona, causando el asombro de los automovilistas que pasaban por el lugar. Los cerdos, visiblemente atemorizados se negaban a moverse, por lo que de inmediato vinieron los golpes en sus lomos, costados y patas.
Los trabajadores los jalaban de sus orejas y del cuello, de una forma violenta, mientras algunos de los animales ya caminaban hacia el nuevo camión para el traslado.
En un principio, un hombre de camisa blanca se sorprendió con la presencia de los reporteros y tomó el teléfono de inmediato. Se presenció que el trabajador, tras dar un par de explicaciones, comenzó a decir: “Están los de la prensa, están tomando fotografías”.
“¿De qué periódico son?”, preguntó el hombre, a lo cual los obreros, quienes seguían trabajando, a lo que contestaron: “son del POR ESTO!”. Tras confirmar lo anterior, el individuo terminó la llamada y no dijo más.
Arriba de los camiones seguía la misma escena de maltrato animal, sin importar los testigos.
Para los animales que no se movían se utilizó una especie de instrumento, que consistía en un alambre con un mango de madera, el cual se enredaba en el cuello para poder arrastrados y hacer paso a los que aún podían caminar.
En voz baja, uno de los trabajadores dijo al reportero, “es que los puercos son nerviosos y yo creo que cuando el camión se descompuso se espantaron. Además, es común que se mueran a veces en el traslado, no aguantan mucho”.
Nerviosismo
El empleado de camisa blanca seguía dando instrucciones, ya más nervioso, mientras los trabajadores le indicaban que los animales habían muerto.
“Pero quiere que aun así sigamos el viaje, ya le dije lo que pasó, pero dice que sigamos. Vamos a pasar a los que se pueda y vemos qué hacer”, señalaba uno de los obreros a otro compañero.
Del otro lado un trabajador preguntó, “¿cuántos muertos tienes allá?”, a lo que le respondió su colega: “Acá tengo ocho”.
“Yo acá tengo 15”, contestó otro de los empleados.
Al final se contabilizaron 23 animales muertos durante el traslado desde una granja cercana hacia la planta donde su fin sería el mismo, en condiciones claras de hacinamiento y evidente maltrato.
“Ni modo, sí está gacho, pero es la chamba, es lo que tenemos que hacer y así es esto”, mencionó uno de los trabajadores.
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JG