Yucatán

Granjas porcícolas afectan la producción de miel en Yucatán, denuncian apicultores

Las granjas porcícolas han reflejado serías afectaciones a diversos sectores, en esta ocasión, los apicultores reflejaron su molestia hacia la invasión del terreno y la contaminación del agua de las granjas de Kekén
Las granjas porcícolas están afectando la producción de miel, naranja dulce y limón / Víctor Gijón

La presencia de seis granjas de cerdos, distribuidas entre los municipios de Kinchil y Maxcanú, ha puesto en riesgo la producción de miel y cítricos de esta región Poniente del estado, así lo revelaron tres hombres de campo, Carlos Yamá, William Tec y José Luis Tzec, quienes comentaron que la presencia de la empresa porcina Kekén sólo ha deteriorado sus tierras y ha comprometido la calidad del agua de esta región, motivo por el cual decidieron costear la organización de una autoconsulta y saber si procederán legalmente contra la megagranja.

La edición 162 de “El Verajón”, publicado por el Colectivo Indignación A.C., confirmó que en Kinchil existen cinco granjas de cerdos: Kinchil 1, 2, 3 y 6, las cuales pertenecen a Grupo Porcícola Mexicano S.A. de C.V, conocido como Kekén; la quinta se llama Santa María y forma parte del modelo de aparcería de la firma.

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Pese a que el municipio no está acostumbrado a enfrentarse a los grandes poderes, el apicultor Carlos Yamá, integrante del Consejo Maya del Poniente de Yucatán Chik’in Ja, indicó que él ha resistido por sus tierras, pero a pesar de ello, es un afectado directo de Kekén, porque en 2012, la empresa le arrebató 30 hectáreas, que fueron deforestadas para construir un criadero de cerdos.

“Después del desmonte, empezó a perforar para sacar material pétreo, lo detuvimos por medio de denuncias ante la Profepa, pero dejó dos huecos”, mencionó.

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Señaló que el desmonte que realizó Kekén en su propiedad, de nombre Cantukun, provocó que la población de sus abejas disminuyera considerablemente, en un periodo de un año, ya que para 2012, cuando se construyó una de las primeras granjas en su propiedad, el número de colmenas, que era de 60, descendió a 28 para 2013.

“La deforestación de árboles de 60 u 80 años provocó que la abeja tenga que alejarse para buscar comida, y nos afecta la producción de miel”, mencionó Yamá, quien dijo que recuperó 22 colmenas, ya que actualmente cuenta con 50 colonias.

El entrevistado explicó que la recuperación de los apiarios fue complicada, porque tuvieron que alimentar a las abajas en otra época, para que reconozcan su territorio, “no esforzamos para que puedan mantenerse y puedan reubicarse nuevamente”.

El apicultor mencionó que la descarga de aguas residuales de Kekén son llevadas monte adentro; sin embargo, durante la revisión de la calidad de la miel que realizan las empresas compradoras, “se nos advirtió que con la presencia de las granjas, la calidad de la miel podría disminuir y ya no se compraría”.

“Empiezan a alertar sobre lo que va a pesar, si se siguen derramando aguas (negras en el monte) porque la abeja va y toma agua donde sea”, comentó Carlos Yamá en referencia de que las abejas pueden beber en un determinado tiempo las aguas residuales que Kekén tira en los montes, lo cual afectaría indudablemente la producción de la miel en la zona.

José Luis Tzec, integrante de Chik’in Ja’ y otro apicultor afectado, indicó que para 2012 tenía 130 colmenas de abejas, pero actualmente cuenta con 100 colonias, confirmando la disminución de la producción del endulzante en los últimos años, por la llegada de Kekén a la zona.

“Da la casualidad que desde que ellos se posicionaron, ha variado mucho la producción de las abejas; en 2012, cuando Kekén llegó, producía cinco toneladas anuales de miel, y ya en los últimos años, se desplomó casi al 50 por ciento, únicamente se producen tres toneladas al año”, dijo.

Señaló que la presencia de las granjas de cerdos en la zona ha hecho que la producción de la miel no levante, “hay algo que las detiene (a las abejas), queremos hacer un estudio más a fondo, para determinar su baja producción”, indicó.

José Luis Tzec indicó que la producción de mil toneladas de la miel que ellos producen, se van a cinco empresas, de Alemania y Estados Unidos, por lo que cuentan con cinco centros receptores de una producción que llevan a cabo 300 apicultores, entre pequeños y medianos, por lo que es de suma importancia cuidar la calidad de la miel kinchileña.

Sostuvo que los apicultores de la zona no pueden producir miel orgánica, si las granjas de cerdos están cerca de sus apiarios. “Las normas dicen que, para que producir miel orgánica que se cotice para el extranjero, debes estar lejos de las granjas porcícolas, por lo que es un motivo más por la cual luchan”.

Agregó que la tonelada de miel se comercializa en 48 mil pesos aproximadamente que, en dado caso de verse afectada la calidad del producto final, la exportación se detendrá, lo que no sólo afectaría a los apicultores entrevistados, sino también a las demás familias kinchileñas que se dedican al negocio, así como las que desean entrarle al juego.

“Por el precio al que se vende la tonelada de miel, muchos apicultores se están arriesgando a volver a fomentar su producción apícola. Muchos jóvenes se están metiendo más al sector, por el precio de venta”, comentó José Luis, quien dijo que la producción de miel en el municipio es un detonante para mejorar la calidad de las personas.

Y es que no sólo la producción de miel está en riesgo por las granjas de cerdo que hay en este municipio, también el cultivo de naranja dulce y limón se ha comprometido, así lo reveló William Tec Poot, citricultor que ha resultado afectado por la cercanía de una de las granjas que hay en Kinchil, ya que su terreno está a pocos kilómetros del criadero.

“Me imagino que el agua está contaminada, porque hasta miedo de tomar el agua tengo. Hay días que la veo muy azul y otros que está cristalina. Me de temor de beberla, porque cuando la utilizo me enfermo del estómago”, mencionó William, quien explicó que tiene un pozo dentro de las tres hectáreas que utiliza, para cultivar naranja dulce y limón.

Además, el citricultor señaló que, desde que llegó la empresa porcícola en 2012, su producción ha disminuido notablemente, ya que, durante ese año, su producción anual de naranja dulce fue de 200 mil naranjas aproximadamente, mientras que la de limón fue de una tonelada; para 2020 produjo entre 60 y 80 mil naranjas dulces y 500 mil limones.

Tec Poot señaló que el terreno donde siembra, de nombre “Bobadilla”, hace nueve años contaba con un total de 46 socios, los cuales han ido desapareciendo, solo quedan 25 socios, “han ido abandonado el trabajo porque hay mermas en la producción”.

Tec Poot comentó que, desde la llegada de la granja de cerdos a la actualidad, ha provocado que sus árboles de naranja dulce y limones se mueran, además de que el agua de pozo que ha consumido últimamente, le ha provocado problemas estomacales como diarreas, vómitos, así como fiebre en ocasiones.

“Huele a Kekén, huele a mierda. Cuando cae la lluvia y pasan tres días y voy a sacar agua, huele a popó, huele a cochino y por eso casi no lo consumo. Tengo miedo, porque ya van dos veces que se me infecta el estómago, pero ya contemplamos analizar el agua y verificar el nivel de contaminación”, mencionó.

Consulta, financiada por Chik’in Ja’

Respecto a la autoconsulta que se realizará en Kinchil, Celestún y San Fernando, comisaría de Maxcanú, el integrante de Chik’in Ja’, Carlos Yamá mencionó que actualmente está finalizando la fase informativa, la cual concluirá con la plática que se le dará a la comunidad sobre el tema y una vez terminada esta etapa, habrá una semana de reflexión, antes de que el pueblo vote.

Señaló que sólo será una casilla en cada una de las tres localidades mayas y, en cada comunidad, existirá un comité que supervisará la autoconsulta que, en el caso de Kinchil y Celestún lo ve Chik’in Ja’, mientras que en San Fernando, es otra agrupación. “Somos 10 personas los que trabajamos en la organización y logística de la consulta”, indicó.

Mencionó que el día de votación, que será el próximo 25 de julio, el proceso se realizará con todas las medidas sanitarias que se han implementado por la pandemia del coronavirus, para lo cual se prevé que se impriman mil boletas tanto en Kinchil como en Celestún, mientras que, en San Fernando, habrá 300 boletas impresas.

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GH