A pesar de que Yucatán es el estado más seguro del país, no es la excepción a los feminicidios, pero cuando ocurren, la gente se refiere a ellos como “crímenes pasionales”, debido a que una cuarta parte de la población de Mérida ignora o confunde el significado que engloba a este delito.
En promedio, 60 por ciento de los habitantes de Mérida señala que el feminicidio es un asesinato de mujeres sin dar más detalles ni considerar otros factores, 17 por ciento piensa que se trata del asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer, 13 por ciento admite no saber, ocho por ciento piensa que son los actos de violencia contra las mujeres y dos por ciento cree que son delitos contra la mujer o golpes.
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Así lo revela el estudio Imaginarios sociales del feminicidio en Yucatán, presentado en 2020 por José Gamboa y Orlando Casares, ambos investigadores del Centro INAH Yucatán y Lucía Quiñones, investigadora independiente, para el cual aplicaron cuestionarios a personas elegidas de manera aleatoria en Mérida, de las cuales 51 por ciento fueron hombres y 49 por ciento mujeres, el rango de edades fue entre 16 y 70 años, aunque el porcentaje más alto (44%) se ubicó en el grupo de 18 a 30.
“En sociedades como la nuestra durante siglos los roles de las mujeres han estado muy bien definidos y enmarcados en el espacio privado, pero en las últimas décadas se ha dado un paulatino cambio social, en el que las mujeres han reclamado sus derechos y han decidido buscar su bienestar emocional y físico, cosa que durante mucho tiempo pasaba a segundo o tercer plano, lo cual posiblemente sea una de las razones de la preocupante escalada de violencia de los últimos años”, advierten los académicos en esta investigación.
En el caso de Yucatán, señalan que el denominador común de los feminicidios es que son perpetrados por las parejas sentimentales, porque la figura de la madre-ama de casa, preponderante en las familias tradicionalistas, ha fomentado que las propias madres sobreprotejan a los hijos varones, los atienden en todo e incluso siguen obligando, en muchos casos, a las hijas a servir a sus hermanos.
Por ello, el 82 por ciento de los encuestados coincidió que la mayoría de los feminicidios son cometidos por la pareja sentimental de la víctima, solo dos por ciento piensa que el agresor podría ser un familiar y otro dos por ciento cree que puede ser alguien del trabajo o un amigo.
Para el 22 por ciento de las personas cuestionadas, la cultura machista es una de las causas que dan lugar a los feminicidios, 14 por ciento considera que la infidelidad de la mujer es la razón por lo que se dan estos crímenes, 12 por ciento piensa que los celos de los hombres causan estos delitos, cinco por ciento cree que la mujer lo provoca y cuatro por ciento dice que se debe a que la mujer desatiende a sus parejas, lo cual demuestra que en estos imaginarios sociales las mujeres mismas son las causantes de sus asesinatos.
“Los resultados demuestran que la misoginia está latente en todos los sectores de la sociedad, lo cual induce a que las mujeres sean víctimas de feminicidios o violencia, pero al mismo tiempo son percibidas como las que provocan los crímenes contra sí mismas, ya sea por su forma de vestir, sus costumbres o sus relaciones”, concluyó el documento.
De ese modo, los tres investigadores señalan que muchas familias yucatecas han creado en los hombres una idea desvirtuada de las relaciones de género, pues entre las respuestas que obtuvieron de las entrevistas realizadas a varones todavía se percibe esta formación de que la mujer debe servirles.
Entre dichas respuestas obtenidas, pusieron los siguientes ejemplos: “Yo pienso que las mujeres deben tener como prioridad a sus maridos y a sus hijos”, contestó un hombre de 31 años. Mientras que un varón de 24 años señaló que “las mujeres en la actualidad están confundidas con esas ideas ‘feministas’ que las hacen pensar que ellas deben realizarse y algunas ya ni siquiera quieren tener hijos”.
Otro de los entrevistados de 35 años comentó: “Mi esposa era buena hasta que la dejé entrar a trabajar a una farmacia, allí se echó a perder, ahora todos sus días libres sale con sus amigas a divertirse y por ese motivo ya tuvimos muchos pleitos”.
Un joven de 29 años opinó: “Estoy de acuerdo en que las mujeres deben trabajar, porque ahorita hace falta, pero sin descuidar sus deberes, la casa siempre debe estar limpia, la ropa limpia y la comida, aunque recalentada, pero sabrosa”.
Estas respuestas, concluyen los autores del documento, es que al no encontrar en sus esposas o novias la réplica de las atenciones maternas y no cumplir sus expectativas, se frustran y ellos mismos señalan que empieza los pleitos.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) del INEGI efectuada en 2016 y que es la más reciente, señala que Yucatán tiene el primer lugar en violencia en las relaciones de pareja, ya que alcanzó 48 por ciento, dos puntos porcentuales más que la media nacional.
Pero el mayor problema, advierten los tres académicos, es que las mujeres víctimas de violencia no levantan ninguna denuncia, todavía hay una cultura que las obliga a aceptar el maltrato e incluso que pierdan la vida a consecuencia de los golpes, pero no se verá como un feminicidio porque nadie lo consideró como tal.
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De hecho, oficialmente de enero a junio de 2021, en Yucatán solamente se han registrado dos feminicidios, ambos con arma blanca, el primero registrado en febrero y el segundo en mayo, según cifras del Secretariado Nacional Ejecutivo de Seguridad Pública.
GH