Las necropsias a tres tipos de delfín que recalaron en Chelem en diciembre del 2021 arrojaron que sus muertes se debieron a la falta de alimento. Esto fue descubierto al encontrar úlceras en el interior de sus estómagos.
Tal como dimos a conocer con anterioridad, el suceso encendió las alarmas de especialistas en el tema y la Policía Ecológica, pues según la bióloga Juana Dzul Hoch, perteneciente a esta dependencia, un varamiento masivo se considera así cuando excede de dos especies con límite de tiempo de hasta 48 horas entre hallazgos.
En este caso, se trató de tres ejemplares machos adultos de 199, 200 y 213 centímetros de longitud total de la especie Stenella longirostris denominada delfín tornillo o acróbata de rostro largo. La evaluación externa de los organismos evidenció una condición corporal normal con apariencia robusta y en estado de descomposición moderada.
Los trabajos posteriores, corrieron por cuenta del personal a cargo del Raúl Díaz Gamboa, titular del Programa de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos de Yucatán (PICMMY) de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien estableció que los ejemplares fueron parte del grupo de 40 delfines que llegó en el lapso mencionado a la isla de Holbox, pero que fueron regresados al agua por pobladores y turistas, otorgando una desorientación que les hizo llegar a tierras progreseñas, así como a las costas de Veracruz y al Oeste del Golfo de México.
Sin daños externos
“En los estudios pertinentes se dio a conocer que los tres cuerpos se encontraban en buen estado, no presentaron daños en partes exteriores o daños en órganos internos, sólo llamó la atención que todos coincidieron en padecer úlceras que les produjo el dejar de consumir alimento al quedar fuera de su grupo de navegación, recordemos que estos animales solo se mueven acompañados, por lo que al perderse sucumbieron”, expresó el biólogo.
El titular de PICMMY agregó también que en la región esofágica y las cámaras estomacales no se observaron conchas o arena, sugiriendo que los organismos vararon muertos en la costa, y el análisis de la región epidérmica sugiere que dos de los organismos tenían menos de 24 horas y un tercero menos de 60 horas de haber muerto, desde que fueron reportados.
“Los delfines son sumamente dependientes, no pueden vivir si abandonan a las especies con las que se mueven dentro del mar, no están acostumbrados a una dependencia total”, agregó Raúl Díaz.
Con los estudios hechos por estudiantes de la máxima casa de estudios del Estado, de paso se descartó algún fenómeno que ponga en alerta a las autoridades policiacas y ambientales con incursión en el tema, pues los varamientos, afirma el especialista entrevistado que suelen suceder año tras año.
Prueba de ello fueron las ocho orcas pigmeas que fueron vistas hace un par de años en Sisal o cuando en el mes de marzo de 2016 se tuvo el varamiento de una ballena de aleta (Balaenoptera physalus), cuyo esqueleto se exhibe al día de hoy en el Malecón Internacional.
Otro hecho que marcó la vida profesional de Raúl Díaz Gamboa, corresponde a un recale masivo de orcas que tuvieron lugar en El Cuyo durante el año 2000.
“Siempre hemos tenido varamientos, por ello descartamos que se trate alguna incidencia de alto riesgo, lo único que si pedimos es que en caso de ver algún mamífero de este tipo cerca no lo regresen al mar, pues si este tiene vida, está comunicando que padece algún mal que requiere atención inmediata”, finalizó.
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JG