La Rotonda de los Hombres Ilustres y el paredón de fusilamiento de Felipe Carrillo Puerto son las estructuras más emblemáticas del Cementerio General de Mérida, ya que forman parte de uno los períodos más trascendentales de la historia de Yucatán.
Aunque en dicho panteón están las personas fusiladas el 3 de enero de 1924, también hay algunas otras personalidades, pues el espacio resulta insuficiente para garantizar el eterno descanso de otros hombres y mujeres que impulsaron el desarrollo social, político, religioso, científico y cultural del Estado.
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Yucatán carece de un sitio especial para sus difuntos ilustres, espacio en el cual permanecerían en nuestra memoria.
Lo más parecido es la Rotonda de los Hombres Ilustres, en el Cementerio General en el cual se albergan las sepulturas, marcadas con símbolos masónicos, de políticos del gobierno socialista de principios del siglo XX, con la de Felipe Carrillo Puerto en el centro del conjunto.
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Este hemiciclo data de marzo de 1887 “como Rotonda de los Hombres Ilustres” por iniciativa del gobernador Gral. Guillermo Palomino, y los primeros restos depositados ahí son los del coronel Sebastián Molas.
Después de la inhumación de Felipe Carrillo Puerto y de sus compañeros del Partido Socialista del Sureste, se le empezó a conocer con su nombre actual.
En dicho monumento se encuentran los más destacados representantes de dicha corriente política entre los que destacan los hermanos Carrillo Puerto, Manuel Berzunza y Berzunza, así como Agustín Franco Aguilar.
La arquitectura es de estilo neomaya, es decir, su imagen corresponde a la corriente maya decó que pertenece a la Modernidad Nacionalista Revolucionaria, que utilizaba motivos indigenistas como decoración, tal como sucede con el Parque de las Américas así como la ex Casa del Pueblo, entre otros edificios ubicados en el Centro Histórico de Mérida que siguen esa corriente.
En el hemiciclo destaca la tumba del prócer Felipe Carrillo Puerto, cuyo féretro se ubica en la parte central, sobre una plataforma semicircular en talud a la que se accede mediante tres escalinatas y que cuenta con áreas verdes.
En la base del féretro hay una placa con la inscripción: “Felipe Carrillo Puerto apóstol y mártir del proletariado”.
Alrededor del hemiciclo se encuentran, sobre un muro con nichos y decoraciones neomayas, doce columnas rematadas con pebeteros. Diversos tipos de grecas y relieves con personajes propios de la cultura indígena, complementan la decoración.
Para propios y extraños llama mucho la atención un gran muro ubicado a un costado de la Rotonda de los Hombres Ilustres, a unos metros de la casa principal de la hacienda ganadera San Antonio X´Coholté, pero cuando uno se acerca a esta estructura se da cuenta de que ahí fusilaron al Mártir del Proletariado.
Entre los numerosos mitos que prevalecen en el camposanto está el relativo al paredón o muro de fusilamiento de Felipe Carrillo Puerto, ya que supuestamente se pueden ver los impactos de bala de aquella fúnebre fecha del 3 de enero de 1924.
Sin embargo, es notable que fue restaurada recientemente, por lo que se borró la supuesta evidencia.
Frente a este muro se fusiló a Felipe Carrillo Puerto y sus once compañeros, después de que fue derrocado por los rebeldes “delahuertistas”, que pretendían evitar la llegada de Plutarco Elías Calles a la Presidencia de la República.
Consiste en un muro de mampostería de piedra de la región, que originalmente fuera parte de la barda perimetral del cementerio.
Al frente se erigió un busto del prócer yucateco, que descansa sobre una columna con la leyenda “No abandonéis a mis indios”. Sobre el muro se encuentran dos placas, una develada por la liga de agricultores Chilam Balam, con la leyenda “como homenaje de gratitud a la memoria del apóstol y mártir Felipe Carrillo Puerto le dedica este humilde recuerdo la liga de agricultores Chilam Balam enero 3 de 1925”.
La otra placa estuvo a cargo del gobernador Bartolomé García Correa, a nombre de la Liga Central de Resistencia del Partido Socialista del Sureste, con fecha 7 de diciembre de 1929.
El especialista en antropología funeraria Limbergh Herrera Balam indicó que ese día, en el aquel entonces, el exgobernador pidió a sus captores a que lo fusilen de primero, ya no soportaría la muerte de su amigo, Felipe.
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CC