Aunque en Yucatán, los casos de conjuntivitis predominan en primavera y la temporada de lluvia, hay un aumento significativo durante el invierno, pues tan solo la semana que finalizó se detectaron 238, para totalizar ocho mil 879 hasta ahora.
El oftalmólogo Gilberto Matú Hernández aseguró que este incremento obedece a las alergias por el frío que ha imperado en días recientes, ya que en esta temporada las alteraciones oculares se vuelven frecuentes debido a la presencia de microorganismos en el ambiente, que causan y conjuntivitis alérgica, por bacterias en los ojos.
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Comentó que, los ojos son muy sensibles a cualquier cambio meteorológico, por lo que es importante seguir unas recomendaciones para evitar estas dolencias comunes, ocasionadas por los mismos virus que causan la gripe; también se dan resequedad ocular, irritaciones, úlceras o queratoconjuntivitis (resequedad en ojos que consiste en prurito, quemazón, irritación y fotofobia). Unas inclemencias a las que se suman el viento y la lluvia que también pueden llegar a dañarlos.
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“Si nos encontramos en el exterior, sobre todo con temperaturas muy bajas o con mucho viento, la sequedad del ojo es incluso mayor que con el calor y supone un problema, principalmente para las personas que sufren alguna deficiencia, ya sea en la cantidad o en la calidad de la lágrima”, explicó.
El especialista aseguró que, aunque la mayoría de los casos de sequedad del ojo no son graves, sí pueden llegar a ser molestos y causar infecciones posteriores. Puede provocar incapacidad de control sobre la vista o necesidad de parpadear de forma constante; se puede tener visión borrosa y se comienza a padecer queratitis e inflamaciones de la superficie ocular, pero el frío también es una amenaza para nuestros ojos.
“Aunque no parezca, el frío tiene mucho que ver con esa sequedad, ya que las bajas temperaturas resecan la membrana mucosa que recubre el globo ocular y la córnea y nos produce esa sensación. Al mismo tiempo, las glándulas lacrimales producen menos y proporcionan menos lubricación en el ojo”.
“Los párpados, las pestañas y las lágrimas naturales son los principales protectores de nuestros ojos, pero pueden llegar a ser insuficientes cuando nos enfrentamos a los agentes externos propios del invierno y debido a que hace quince días todavía había calor y ahora llevamos cuatro días con frío la adaptación ocular es lenta”, recordó.
“Cuando exponemos a nuestros ojos al frío se producen menos lágrimas, y disminuye su hidratación, provocando sequedad ocular, visión borrosa, picores o quemazón”.
Es entonces cuando hablamos de conjuntivitis, un trastorno que causa inflamación o infección de la conjuntiva del ojo, que es la membrana mucosa y transparente que recubre el interior del párpado y la esclera (parte blanca del ojo). Se trata de una de las patologías oftalmológicas más frecuentes, tanto en adultos como en niños, y raramente implican gravedad.
En el caso de la conjuntivitis vírica, el agente etiológico proviene de algunos. Puede afectar uno o ambos ojos y es altamente contagiosa, y se propaga incluso por tos estornudos y por contacto.
Comentó que, el diagnóstico de las conjuntivitis se da cuando hay enrojecimiento ocular, leve fotofobia, sensación de arenilla o cuerpo extraño bajo el párpado y lagrimeo que actúa como medida de defensa.
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CC