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Yucatán

Mal aire, la creencia vigente en los municipios de Yucatán

“Al monte hay que tenerle un santo respeto, no hay que insultar ni hacer cosas que no sean debidas, los aires malos andan sueltos en cualquier momento", comparte un campesino
Los campesinos ofrendaban a las deidades del monte para que estas cuidaran los cultivos y las parcelas de los saqueos y los intrusos
Los campesinos ofrendaban a las deidades del monte para que estas cuidaran los cultivos y las parcelas de los saqueos y los intrusos / Isai Dzul

El mal aire es una creencia arraigada en los municipios de Yucatán, y quienes saben sobre ella la relacionan a la energía que yace en la naturaleza y en sus deidades. De acuerdo con el saber popular, estar expuesto puede ocasionar fiebres e incluso convulsiones, y sólo un x’men (brujo maya) es capaz de apaciguar sus efectos en los terrenos y las personas que son víctimas de este fenómeno.

De acuerdo con Liberato Loria, de 70 años, el mal aire suele producirse cuando cierto dios maya que fue utilizado para proteger algún terreno quiere una ofrenda para poder estar tranquilo y descansar. El hombre asegura que, anteriormente, los campesinos ofrendaban a las deidades del monte para que estas cuidaran los cultivos y las parcelas de los saqueos y los intrusos, pero con los años esta práctica se ha ido abandonando.

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El campesino dijo que cuando se entregaban las tierras a los trabajadores hace más 100 años, por ley tenían que hacer un ofrecimiento a los seres del monte, pero primero se tenía que pedir permiso para poder hacer cualquier actividad productiva, ya sea la agricultura o la ganadería; era entonces cuando se acudía a un x’men para realizar dicho trabajo.

“Las personas hacían algún ritual a los dioses del Mayab, se quemaban los montes y en medio se insertaba una jícara con atole de maíz criollo. La candela alcanzaba hasta cinco metros de altura y cuando se apagaba, el pozole seguía intacto. Eso era señal que ya se podía utilizar la milpa”, explicó.

En muchas de las ocasiones, se imploraban a seres como los aluxes, el huay tul (patrón de los ganados), a las serpientes o al dios Chaac (deidad de la lluvia), que hasta la fecha es el que se sigue alabando en la mayoría de las milpas. De acuerdo con el hombre, cuando en un terreno se dejan de realizar ofrendas a veces, porque el dueño del predio murió y quienes lo heredan desconocen dichas tradiciones, los seres comienzan a generar ciertos avisos en forma de remolinos, y a esto es a lo que se conoce como mal aire.

Liberato dijo que cuando algún caminante anda recorriendo el interior de sus milpas y por casualidad presencia dicho evento, lo mejor es arrojarse al piso o resguardarse, ya que el viento podría generar ataques o desmayos por la intensidad con las que se produce.

“Al monte hay que tenerle un santo respeto, no hay que insultar ni hacer cosas que no sean debidas, los aires malos andan sueltos en cualquier momento. Los dioses mayas quieren que sean percibidos por alguna manera”, aseveró.

De acuerdo con el campesino, el último men que había en este poblado murió hace tres semanas, en su momento fue uno de los grandes y más solicitados que logró tener contacto con los dioses de la naturaleza y del más allá para que varios de los terrenos que están en las afueras de la comunidad, puedan estar libres de todo peligro que llegaran a enfrentar.

Hace unos años, Loria dijo que estuvo presente un ritual que dicho sacerdote maya realizó en un terreno que estaba en la exhacienda desfibradora de Santa Cruz, en el cual se necesitó de una gallina negra que fue asada, tortillas elaboradas a mano y ron con la miel de abeja melipona, enganchado con una vara en medio del terreno que se iba a quemar. En ese entonces, había dos intrusos que estaban en otro predio observando lo que se estaba realizando.

“Esas dos personas eran de aquí del poblado, estaban guardadas porque nadie las vio. Se metieron y tomaron la ofrenda con el objetivo de dejar mal al x’men del pueblo para que nadie creyera en las habilidades que poseía. Al momento de levantar la ofrenda y observar que no había alimento, las dos personas se reían, pero fueron castigados”.

El entrevistado dijo que, al hacer ese tipo de burlas, los dioses mayas perciben el hecho, puesto que la comida es sagrada y no se tiene que botar, ni mucho menos ingerir antes que sea entregada a los implorados. Uno de los castigos que hizo el aire, fue que la cosecha de los vecinos jamás colgó y la de ellos, sí. “Pensaron que se iban a burlar de nosotros, el dios del monte los escarmentó, es cuando ellos comenzaron a creer en la energía que posee el monte y toda la naturaleza, eso se le llama mal aire y existen muchas formas que se pueden dar”, aseguró.

Por otro lado, Álvaro Quiñones, vecino, dijo que “cargar aire” como solían decir las personas “antiguas”, era poseer la presencia cercana de seres del otro mundo, pero no es normal que una persona pueda percibirlas a simple vista o sentirlas, pues incluso esta energía puede generar traumas, fiebre o convulsiones como consecuencia de lo que fue presenciado.

Álvaro dijo que hace 53 años, fue testigo de la presencia del mal aire durante la madrugada, pues, cuando era joven y se dirija al puerto de San Crisanto en su bicicleta y se le hacía de noche, en una de esas veces al retornar a la localidad, pasó a beber agua en un cenote que había en una hacienda llamada Chen Canul, su cansancio lo hizo que se acostara y el sueño le ganara. Al despertar se percató de que ya eran cerca de las 3:00 horas, por lo que se levantó para seguir con su trayecto.

Mientras manejaba su bicicleta, escuchó un ruido a lo lejos, como si se tratara de lluvia o de ganados que podrían andar sueltos, ya que en esas épocas las reses andaban sueltas por todos los montes con la ayuda de un ser del más allá que los cuidaba. “Mientras avanzaba, el ruido se acercaba más, me desespere y tuve que dejar mi bicicleta y tuve que comenzar a correr, por el kilómetro cinco de la carretera me percate del ruido que venía, reaccione y en ese entonces capté algo que no era normal, se trataba del Huay Tul, que es el protector de los ganados en los montes”, dijo.

Cuando Quiñones llegó a la entrada del poblado, un señor de apellido Andueza se le acercó y le preguntó qué le pasaba, al contarle, éste solo se río y no le creyó. A los tres días, el poblador que se encontró en el camino falleció, de acuerdo con Álvaro, Andueza fue quien percibió el mal aire que lo venía persiguiendo por burlarse y no creer de la existencia de lo que sucede en los montes. Solo los sacerdotes mayas saben cómo sacar la energía negativa que uno percibe, eligen a quien enseñar para que el don y su conocimiento pueda ser pasado a otro.

En entrevista con otros campesinos, aseguraron que sus antepasados les platicaban que cuando estén en sus parcelas traten de evitar irse antes del mediodía, ya que a las 12:00, normalmente se produce un remolino maligno que sale de los cenotes y cuevas que están en el corazón del monte, y percibirlo podría traer daños a su salud física y emocional, debido a que todo lo que expulsa la naturaleza es corriente que se acumula negativamente.

De tal forma, se tiene la creencia que a media noche hasta las 3:00 horas, los hechiceros la aprovechan para salir y espantar a los caminantes o quienes se encuentren despiertos en altas horas de la noche; se convierten en huay chivo, duendes o el huay peck para que los desobedientes sean poseídos por ellos mismos. Para el mes de noviembre, en la tradición maya, se cuenta que nadie debe salir de sus casas a medianoche, pues las ánimas suelen salir a pasear por la población. Algunos tienen la suerte de verlos, y otros, solamente escuchan como Álvaro el sonido y presencian el fuerte viento.

Los campesinos no saben exactamente si hay una forma para no caer en la maldad o cargar el mal aire, pero lo que más han hecho y les ha funcionado es hacer una cruz con los dedos y comenzar a rezar, pues en cualquier momento inesperado se podría presenciar. Una recomendación, cuentan los entrevistados, es andar con un limón tierno oculto en el bolsillo, pero la mayoría de las veces no funciona, pues únicamente un sacerdote maya tiene el poder de liberar la mala energía que entró en el cuerpo de la persona.

Las creencias que se viven en el Estado de Yucatán, siempre pasan de generación en generación para ser contadas, y quienes tuvieron la oportunidad de presenciar dichos acontecimientos son quienes los van narrando a otros para mantener vivas las leyendas y mitologías de la región. Finalmente, los entrevistados coinciden en que para tener contento a los dioses del Mayab, siempre hay que colocarle bebida a base de maíz, rezarles e implorarles que estén en buenos términos con quienes realizan la ofrenda.

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JG

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