Víctor Manuel Ortiz es parte de una familia dedicada a la elaboración de botanas yucatecas. Un día, durante la feria de la colonia Sodzil, decidió vender sus productos en la puerta de su casa, donde recibió la visita de un hombre en aparente estado de ebriedad que le pidió un plato con todas las botanas y salsas de su puesto. Víctor nunca se imaginó que este invento lo llevaría a colocar el nombre de Yucatán en la plataforma Netflix.
En un recorrido por varios puntos del país donde los antojos no tienen límite, la plataforma de películas y series, Netflix, nos lleva por esta ruta de alimentos en la serie “La Divina Gula”, con dos puntos de parada en Yucatán, uno de estos es en el puesto Botanas el Mariachi, donde los Charrinachos sorprendieron a más de uno.
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La historia de este antojo tiene un pasado con altibajos que ha mantenido a Víctor y su familia de pie con un único fin, deleitar el paladar de la gente.
El abuelo y los tíos de Víctor fundaron hace más de 22 años Botanas el Mariachi, él y sus hermanos tomaron la batuta del negocio al pasar los años. En una de tantas ferias que se realizaban en la colonia Sodzil Norte, Víctor colocó el puesto de botanas sólo para venderlas de manera individual o preparadas, hasta que una visita inesperada daría el giro total de la empresa.
“Un señor medio tomado pidió que le prepare en un traste una mezcla de todo, se lo vendí y al rato regresó, me dijo que le gustó y si es así quiere decir que estaba bueno… al poco rato llegó otra persona y fue que comenzaron a llegar más”, relató.
Tanto fue el interés de la gente que hace 12 años la familia integró uno de sus puestos de botanas a la Feria Yucatán Xmatkuil, en el local de la Canacintra donde había otros cuatro botaneros, quienes se sorprendieron al ver que en el puesto de don Víctor se formaban filas de hasta 30 personas.
“No nos dábamos abasto y eso la competencia lo veía; comenzaron a imitarnos, pero desde siempre esta fue la inspiración y el sabor original… Había gente que pasaba por nuestro puesto con su plato de otro negocio y al darse cuenta de que se equivocaron lo tiraban a la basura y nos compraban a nosotros”, recordó.
Algo que ha caracterizado esta botana ha sido la renovación constante en la forma de venderla, “cambiamos los diseños de platos con otros colores y formas, incluimos otros productos como elotes enteros, hasta champiñones o piña, la gente con eso nos identifica”.
Sin embargo, este producto no siempre tuvo buena respuesta de la gente, ya que Víctor Ortiz recuerda varias ocasiones en las que asistieron a otras ferias en el interior del Estado, donde llegaban a vender apenas de cinco a 10 platos de botanas.
“Hemos recorrido como 20 ferias; en algunas no nos ha ido bien, prácticamente perdemos en el traslado, buscar dónde dormir. Pero también hemos ido a otras donde apenas estamos bajando y la gente se acerca y comienza pedir”.
Uno de los lugares que más recuerda fue una visita al municipio de Tecoh. Luego de una fallida participación en Valladolid, donde no les permitieron ingresar pues una empresa compró la exclusividad del evento, a don Víctor le llegó la noticia y se fue a la feria de Tecoh, donde tuvo un éxito total.
“Me dijeron que podía instalarme, bajé mi mesa, no había terminado cuando me preguntaron el precio y hora de venta, al poco tiempo ya había hasta 10 personas esperando sin saber qué llevábamos, no hice ni una hora y se gastó todo”.
A don Víctor le llegaron varias propuestas para documentar el negocio, desde gente local y foránea a la cual siempre les abrió las puertas sin saber el destino de los videos, él siempre quiso dar a conocer esta creación, incluso comenzó junto a su hermano a publicar videos en redes sociales sobre cómo lo preparaban.
Fue hasta el día que recibió la llamada de una persona interesada en presentar los Charrinachos en una serie de Netflix, estas personas le comentaron que vieron su comida a través de su cuenta de Facebook, querían entrevistarlo junto con su familia, que está detrás de esta creación.
“Me dijeron que no era un hecho que se publicara la historia; esperé casi tres meses hasta que de la nada me hablan para decirme que fui aceptado para estar en la serie”, aseguró.
Don Víctor dijo que se sentía nervioso a pocos días de la grabación, sentimiento que aumentó al ver cuántas personas con cámaras y equipos llegaron a su casa, “me hubiera gustado prepararme más, no estaba del todo arreglado y hasta me preguntaban cosas a las que no sabía ni qué responder, en mi interior sabía que estaba haciendo historia”, comentó.
Al verse en pantalla y saber que millones de personas lo verían preparando los Charrinachos, don Víctor sintió emociones que no podía explicar. “Me erizaba y me preguntaba cuántas personas me estaban viendo, cuántos se enterarían de esto. Quienes me conocen me dicen que lo merezco después de haber batallado tanto”, expresó.
Días después don Víctor y su familia no dejaron de recibir cientos de visitas de gente local y extranjera que los felicitaban y pedían probar sus botanas.
Actualmente, todos los cocineros que participan en esta serie han comenzado a contactarse con el fin de crear un proyecto juntos; no descartan la idea de reunirse los 27 para mostrar su comida a la gente.
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CC