De alrededor de 200 consultas vinculadas con los servicios nutricionales que se efectúan en el Centro de Salud Urbano (CSU) de Tizimín, al mes, aproximadamente 150 pacientes presentan sobrepeso y obesidad, y después de ser atendidos se ha puesto de manifiesto una prosperidad con el apoyo integral que ahí se les brinda y están respondiendo muy bien al mejoramiento de su estilo de vida saludable, no sólo en ellos, sino que estos hábitos también los adoptan sus familiares, comentó la nutrióloga Steffi Loría.
La especialista explicó que la obesidad es una enfermedad metabólica crónica que constituye un problema en salud pública generalizada que se puede prevenir, deriva del aumento de ingesta calórica de alimentos que son altos en grasa, sal y azucares, reducidos en vitaminas, minerales y otros micronutrientes, unida a una reducción o nula práctica de actividad física, además de que otro de los factores que la fortalecen son una vida sedentaria, el trabajo que no implica desarrollar movimientos a pie, los modos de desplazamiento y una creciente urbanización donde mayormente se usan vehículos motorizados.
Puntualizó que prevenir vale la pena, principalmente con un estilo de vida saludable y con ejercicio, porque el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de padecer la diabetes, por eso es importante que un nutriólogo los ayude a llevar una dieta para que vayan disminuyendo hasta el peso ideal, informando que estos servicios se brindan en el CSU, de las 7:00 hasta las 20:00 horas.
Loría comentó que a los pacientes se les recalca que el bajo consumo de grasas y azúcares, más el consumo de agua y ejercicio son las medidas preventivas que nos pueden ayudar a no estar propensos a estas enfermedades, recalcando que la prevención debe centrarse en una buena educación nutricional para una modificación de malos e inadecuados hábitos alimenticios, evitando el sedentarismo, haciendo actividad física y reduciendo el consumo de alimentos procesados y azúcares simples.
Señaló que es importante involucrar el consumo de alimentos de la región como frutas de la temporada, tales como naranja dulce, pepino, mango y verduras como la calabaza, chaya y contemplar hasta 30 minutos de activación física al día y el consumo de, por lo menos, dos litros de agua, realizar cinco comidas (tres principales basadas en el Plato del Buen Comer con alimentos sanos y dos colaciones), lo cual permitirá una reducción general del alto índice de obesidad.
Además, refirió que la activación física debe ser parte de los hábitos saludables de las personas, ya que contribuye a mantener el peso adecuado e impacta en el control de la glucosa y la presión arterial, además de que ejercitarse ayuda al corazón, por lo que exhortó a que las personas continúen con esta práctica para que se convierta en una moda, que no sea propia de los jóvenes sino de cualquier edad, conjugándola con una alimentación correcta.
La nutrióloga concluyó que en la pandemia, el hecho de que tengamos una vida saludable en cuestión de alimentos y estilos de vida, conllevará a prevenir el coronavirus, recordando que para que las vacunas puedan ser eficientes tenemos que poner de nuestra parte para que la salud sea mejor.
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CC