Yucatán

Hanal Pixán: Esto es lo que creen los abuelitos de esta celebración en Tekal de Venegas

Las antiguas leyendas con relación a los finados en Tekal de Vengas se apegan a la religión católica y a elementos prehispánicos, las familias se comienzan a organizar para recibir el día
Las frases que se pregonan en las plazas y en las casas es: “¡Ya mero los finados!” / POR ESTO!

Ya es mediado de octubre y conforme se aproxima la conmemoración a los finados, dan comienzo una serie de antiguas creencias y acciones en torno de la víspera.

Creencias muy antiguas que van desde el significado del clima imperante, el uso adecuado de ciertas pulseras, así como de la organización familiar de cuando llevar a cabo estas reuniones familiares de piadosa iniciativa, el arreglo de los solares y el llamado U janal Pixanoob, qué vertido del maya al castellano es comida de ánimas.

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Todas ellas tienen sus fundamentos en el sincretismo entre la religión católica y los elementos prehispánicos. Su ejecución en las diferentes comunidades del Estado la hacen una de las tradiciones con mayor fuerza, en la cual se distinguen la peculiaridad en las ofrendas, las creencias y su contenido, lo que la hace distinta a las celebraciones que se realizan en otras partes del país.

Los jardines comienzan a florecer y el monte se llena de flores amarillas, que empiezan a adornar los caminos blancos propiciados por las lluvias que caen en estos días de mediados de octubre, señal de que los finados, los pixanoob lavan sus ropas preparándose para visitar de nuevos su tierra y sus pueblos.

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Las lluvias que caen en estos días son consideradas como señal de que lo divino está bendiciendo la tierra para que florezcan el xpujul, la limonaria, árnicas, teresitas, amor seco, entre otras flores silvestres que limpian el camino de los futuros visitantes.

Las mujeres deben ir mensurando su trabajo de bordado, urdido, o costura, porque algunas ánimas ya han salido y como son aire los pueden atar. Por eso se comienza a escuchar ruidos extraños, silbidos y llamadas por nombres, es clara señal que algunos ya se encuentran entre nosotros.

Se comienzan a organizar las familias para limpiar el solar y los terrenos, no deben estar sucios o llenos de maleza, es necesario preparar todo ante la llegada de la visita, de los que nuestros abuelos llaman “santos finados” y que en lengua maya llaman pixán, o sea, ánima.

A los niños de pecho se les coloca pulsos de hilos de color o rojos, todo varía según la región y el pueblo, para protegerlos en estos días de las almas malas y aires malignos. Este pulso se les coloca desde mediados de octubre, o bien cuando ya faltan escasos días, porque según cuentan las antiguas creencias, algunas ánimas salen del purgatorio con anticipación, como premio por la bondad que profesaron cuando estaban aún entre los vivos.

En tanto a los niños se les habla con especial empeño sobre el significado de estos días que son de profundo respeto y atención, que hay que portarse bien, se les explica que en próximos días estarán de visitas unas personas que no se pueden ver, pero que estarán en la casa, el solar y los caminos del pueblo. Es necesario que los niños comiencen a entender, mejor dicho, a saber, lo que significa todo ese movimiento que tendrá cabida en las casas, para que mesuren sus actos y sus travesuras, no sea que espanten a las ánimas o maten un insecto indefenso que entre a la casa, o por cualquier otra razón que solos los abuelos saben.

Las señoras de la casa lavan con agua y hojas de siricote los banquillos, la mesa y jícaras que servirán para colocar el altar de los finados. Es muy importante que sea una mesa, la que las abuelitas señalan como “la mesa de finados” donde se coloca la ofrenda, ya que el altar es en realidad una mesa en la que conviven las ánimas que llegan de visita.

El día de los finados también representan gastos económicos, y aunque es un común denominador dar por hecho que es una tradición realizada en la inmensa mayoría de los hogares, cada casa lo hará según sus posibilidades.

Unos panes y dos velas, un vasito de flores silvestres y unas escasas oraciones son suficientes cuando esto se hace de buena voluntad y ante todo con la intención. No hay por qué llenar la mesa de finados, o el altar con tantas cosas. Unos vaporcitos de espelón, un pan y una jícara de chocolate basta y sobra cuando no hay moneda en el bolsillo familiar.

Las frases que se pregonan en las plazas y en las casas es: “¡Ya mero los finados!”, o esa otra que dice: “¡Ya huele a Pib!”.

Y aunque para algunos es expectación, para otros es tristeza, porque en estos días de noviembre se deja sentir en el ambiente la presencia de esos seres que tanto amamos y ya no están entre nosotros, pero que según dicta la más antigua tradición de este pueblo maya, regresan en el viento, en la esencia que se deja sentir en esos días.

Ya pronto se alzarán en los altares iluminados por las velas blancas y de colores, el humo del incienso, del estoraque y de la llamada santa, gracias de las ofrendas.

En tanto, una rezadora canta: “Salgan, salgan, salgan ánimas de pena, que el rosario santo rompa sus cadenas…”, ya para entonces los finados estarán entre nosotros.

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NM