En toda la región del centro del Estado es famosa la producción de voladores y demás juegos de pirotecnia que elaboran de forma artesanal en Hocabá. Es ya una consolidada tradición de muchas décadas en la cual varias familias se dedican a esta producción que se distribuye en los pueblos cercanos, y aún más distantes.
En la fiesta de San Francisco de Asís, el patrono de esta tierra, se pone de manifiesto la producción delicada que se realiza, ya que por las noches se hace gala de la pirotecnia que se quema frente a la iglesia como parte de los festejos y como ofrenda al santo patrono del lugar.
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Voladores, luces, toritos de fuego, bengalas y hasta giladas forman parte de la rica producción que se escucha y admira con sus exposiciones. Los riesgos de esta artesanía efímera también quedan de manifiesto en los diferentes accidentes que han ocurrido. Los pobladores señalan el rico patrimonio cultural tangible e intangible que tienen y que los hace distinguir en la región.
Uno de los venteros de voladores de la famosa villa de Tekit de nombre Ramón Canché comentó: “Los mejores voladores de la región son los que se producen en Hocabá, tienen calidad de subir bien alto y de estallar con un buen trueno, a diferencia de otros artesanos que hacen voladores de no buena calidad y que no tienen buen sonido al estallar o peor aún no elevan de forma adecuada y pueden ocasionar algún accidente”.
En cuanto a la elaboración de los voladores, que son unos cohetes que estallan, pero son nombrados de forma popular vernácula con ese nombre, son realizados con petardos de pólvora a la cual se le adhiere una varilla muy delgada que se toma de las maderas que son conocidas por sus nombres en maya: ta’may o el sabak che’, o bien el más usual es el palo de tajonal.
Sobre la producción actual en Hocabá, uno de los artesanos, Juan Carlos Dzul Matú, comentó: “Es muy general la producción de voladores en el municipio, son varias las familias que los elaboran de forma artesanal, debemos señalar que es un buen negocio por las buenas ganancias que se generan, ya que siempre hay mercado para vender, la demanda siempre está latente, ya sea por las fiestas patronales con sus gremios y demás actos, o bien para las novenas, fiestas particulares entre otras. Destacó que la pirotecnia ha encontrado un mercado más en las fiestas de bodas, cumpleaños, entre otras, en esto la venta es de luces y bengalas que tienen gran demanda por ser innovadoras”.
El uso del volador y la pirotecnia en Yucatán es ampliamente conocida desde la época colonial, ya desde principios del siglo XVII se sabe que en Mérida se utilizaba para hacer lucir las fiestas religiosas o civiles. Y para los años de 1722, el obispo de Yucatán, don Juan Gómez de Parada, prohibió que en las fiestas religiosas de las parroquias y capillas de Yucatán se reventaran los voladores, a razón del gran peligro que representaba para provocar incendios en las casas mayas, de techos de huano o zacate seco.
En cuanto al origen de la producción de voladores, se destacó que se llevan ya varias décadas elaborándolos, para surtir la demanda en las fiestas patronales de la región, comenzando con lo básico que fue la venta de voladores y giladas, esto último es una tira de petardos que estallan; poco a poco se fue versificando la producción dando mayor variedad a los compradores.
A pesar de ser un negocio bueno y rentable que da ganancias a sus productores, no deja de ser una actividad con grandes riesgos y peligros, que derivan del trabajo con material explosivo. Casos diferentes se han presentado en la comunidad, como son en abril del 2018, cuando en un gremio todos los voladores y demás pirotecnia almacenada en un cuarto del gremio, estalló causando la muerte de varias personas.
La actual venta de voladores no se limita a la región solamente, se extienden más halla de las fronteras límites de las jurisdicciones de la Entidad, aunque el transporte de estos materiales de delicado manejo requiere de ciertos permisos. Sin embargo, destaca en toda la región la obra de hacer voladores y de la buena calidad de esta que sale de las manos de los hombres y mujeres de Hocabá, porque para hacer voladores y trabajar no hay sexo indistinto que no pueda realizarlo, ya que son herederos de esta peculiar tradición.
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NM