Entre la gran variedad de plantas que florecen durante este mes, las Teresitas son las más apreciadas por muchos pobladores de las comunidades rurales del Estado, ya que las usan para adornar las puertas de sus casas, los altares de devoción, o bien, para la próxima temporada de finados, celebración en la que algunas clases de flores son una muestra de afecto y evocan el recuerdo de los difuntos seres queridos.
Lugareños cuentan que hace tiempo estos brotes abundaban en los solares de las viviendas como una manifestación de nostalgia, sin embargo, debido al rumor sobre la presunta presencia de droga en sus hojas, la planta fue arrancada de algunos hogares, por lo que dejaron de ser populares en la Entidad. No obstante, en años recientes las Teresitas han comenzado a cultivarse nuevamente en los patios de los pobladores, por lo que se cree que renacieron en estos lares.
El 1 de octubre se celebra la fiesta en honor a Santa Teresita del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, que, según informan las hagiografías, fue una monja sencilla y delicada, entregada a la oración y ternura, tal y como esta planta que nace del suelo yucateco y que nuestros antepasados reconocieron ancestralmente con el nombre de “Teresita” en homenaje a la santa que se conmemora este mes.
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En la actualidad, a pesar de que es una de las flores predilectas en octubre y las celebraciones de noviembre, esta planta registra una evidente escasez. Algunos vecinos apuntan varios factores, entre los que sobresale que fue acusada de ser portadora de droga en sus hojas, por lo que el personal del Ejército Nacional las arrancó de los jardines de las casas en la ciudad de Mérida y otras poblaciones del interior del Estado.
Al respecto, el lugareño Delio Lugo comentó: “En Mérida en los años 70 se suscitó ese problema y los soldados estuvieron extrayendo esta flor, supuestamente porque tenía una droga en sus hojas. Ese temor hizo que la planta fuera olvidada, pero ahora en las comunidades se puede encontrar cultivada con esmero por los pobladores y con ella adornan los altares de los finados”.
Las Teresitas se asemejan a unos pompones pequeños, pues tienen muchos pétalos que las hacen ver repolladas y las dotan de un singular encanto. Son blancas y aquellas que se logran desarrollar por completo ostentan unos cuantos pétalos de color amarillo en su centro. Tienen hojas grandes y tallos frágiles. Crecen como arbustos cuyas dimensiones pueden alcanzar hasta los cuatro metros de altura.
Se desconocen datos certeros sobre la presencia de esta flor en el solar peninsular, pero ha tomado carta de naturalidad desde hace mucho tiempo. En la ciudad de Izamal, por ejemplo, esta planta era la más destacada en los adornos colocados sobre las puertas de la calle principal durante el recibimiento del Santo Cristo de Sitilpech, el 18 de octubre. Así lo describe el cronista Armando Rosado López en la revista La Voz de los Cerros, publicada en 1965: “Por la tarde es conducido en hombros por toda la población de Izamal (el Cristo de Sitilpech) en medio de una conmovedora romería de velas que iluminan toda la calle, ramos de flores, voladores, hiladas y música, dejando a su paso una verdadera alfombra de gran variedad de flores, pero especialmente de la Teresita”.
En el municipio, por la fiesta de Santa Teresita, que ostenta una discreta devoción en muchas parroquias y capillas de la Entidad a través de rezos, se inaugura la temporada de floración de esta planta que pronto será ofrenda en los altares y adornará los pies de la Virgen a fin de mes.
Junto a las Virginias y el Amor seco, el brote se lucirá durante el Hanal Pixán en los altares de los pobladores, donde su fresco aroma perfumará las casas todo el mes de noviembre.
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NM