El sector pesquero en Yucatán tuvo una mala racha este año, y actualmente enfrenta múltiples problemáticas que atentan contra el sustento de miles de familias.
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El éxito de una temporada está dictado por diversos factores, y en 2023 ocurrieron una serie de percances que afectaron negativamente la actividad, como condiciones climáticas adversas y bajos precios de venta para los productos.
Además, de algunas problemáticas de largo alcance que llevan años mermando el recurso pesquero. Entre estas se encuentran la pesca ilegal, que afecta los ciclos reproductivos de las especies y sus hábitats, así como la contaminación y destrucción de los mismos, lo cual deriva en una reducción de las poblaciones de peces.
Sin embargo, aunque el año que concluye no fue como se esperaba, los pescadores no pierden las esperanzas de que el siguiente 2024 traiga mejores condiciones, aseguraron.
Un problema que enfrentaron los pescadores este año, fueron los reducidos precios en los que vendieron sus productos. Por ejemplo, el año pasado la langosta se cotizó arriba de los mil pesos por kilogramo, mientras que este año apenas alcanzó los 500 pesos por kilo. El pulpo también se vendió inicialmente a precios muy por debajo de los de años anteriores.
Relativo al pulpo, el clima adverso afectó las salidas de los pescadores al mar para su captura. Antonio Pat explicó, que el año no fue favorable, primero fue la marea roja, seguida por los huracanes y para terminar el año los constantes nortes.
Esta baja en pesca y precios de venta, sumados a los elevados costos de la gasolina, hicieron que se volviera muy difícil para los pescadores costear los viajes al mar.
Además, con un padrón de más de 2 mil 650 embarcaciones, de las que dependen cerca de 10 mil pescadores y sus familias, El Cuyo, Río Lagartos, San Felipe y Las Coloradas ya tienen saturados los puertos.
De acuerdo con los pescadores, en los últimos años el número de pescadores se ha triplicado, lo que ha puesto mucha presión sobre las poblaciones de peces y generado una sobreexplotación.
El presidente del Frente Unido de Sociedades Pesqueras y Permisionarios del Oriente del Estado de Yucatán, Felipe Antonio Marrufo López, destacó que por este motivo desde hace 10 años no se permite el acceso de más de 470 embarcaciones en San Felipe, por ejemplo.
De acuerdo con Antonio Pat, pescador de Río Lagartos, hace 42 años que comenzó a pescar, las especies eran mucho más abundantes. Además, había muy pocos pescadores y embarcaciones comparado con el gran número que hay hoy en día, detalló.
Por otro lado, las prácticas agresivas e ilegales de pesca, también han repercutido negativamente en la industria. Por ejemplo, existen barcos llamados de arrastre, que pescan en mar abierto y arrastran redes, destruyendo por completo el ecosistema del suelo marino.
Además, también impera en la región la pesca furtiva, que utiliza métodos ilegales y no respetan las vedas impuestas para proteger la reproducción de las especies. Según Pat, este tipo de pescadores se dedican a saquear todo lo que encuentran en el lecho marino.
Por ejemplo, durante la temporada de pulpo que apenas termina, ellos también depredaban otras especies como langosta, caracol y mero, explicó el pescador. Antonio Pat comentó que, si bien antes se pescaba a las especies sin restricciones, ahora esto ya no es posible, pues ahora es una reserva natural.
En teoría las autoridades deberían encargarse de que se cumplan las vedas y se apliquen las leyes contra los pescadores furtivos, sin embargo, esto no ocurre así, lamentó el hombre de mar.
El pescador Fausto Alcocer coincidió en que las autoridades deben tomar cartas en el asunto y castigar a quienes incurran en estas prácticas. Manifestó que es injusto que ellos respeten la veda, mientras que hay pescadores que llegan de Dzilam de Bravo y Quintana Roo y depredan las especies en veda de manera ilegal.
De acuerdo con los entrevistados, los pescadores furtivos vienen principalmente de Dzilam de Bravo, de otras partes del Estado y de Quintana Roo. De otros Estados de la república, los pescadores suelen venir de Guaymas, Acapulco, Veracruz. La mayoría andan en embarcaciones que no tienen matrícula, y tampoco cuentan con credencial de elector, comentaron.
Incluso tienen una base permanente en Dzilam de Bravo, la cual es de conocimiento público, por lo que no se explican que las autoridades no hagan algo y les permitan seguir operando.
Marrufo López, líder pesquero, señala que el Gobierno debe promover una política de vigilancia más fuerte, pues no es posible que todo el año estén capturando especies como el pepino de mar, la langosta, el pulpo y el mero en pleno litoral.
Los pescadores mencionaron que las autoridades sólo dicen que van a frenar la pesca furtiva. Por ejemplo, el diputado Esteban Abraham Macari se comprometió a regular el precio del mero y habló con la comunidad, pero finalmente no se asomó más en el puerto.
En general, las autoridades han demostrado poco interés para atender las múltiples problemáticas a las que se enfrenta el sector, dijeron los hombres de mar. Debido a esto, la pesca furtiva ha ido acabando con las diferentes especies marinas, incluidas aquellas que están en veda permanente. Ante esta problemática, los pescadores piden encarecidamente que se castigue a las personas que se dedican a la actividad sin permisos.
Es necesario que se busquen maneras sustentables para recuperar las poblaciones de especies de valor comercial, que hoy en día están a la baja, así como frenar las prácticas dañinas que las amenazan. Agregaron que, de no hacerse, el futuro de las familias que dependen de este oficio seguirá siendo incierto.
“Nos gustaría que las autoridades tomen en serio esta problemática y frenen la pesca furtiva, pues hasta la fecha se mantienen tibias ante este problema que afecta a los demás pescadores”, expresaron.
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LV