La sobrepesca y el no respetar las vedas ocasionó que disminuyan especies como el mero, el pulpo y la langosta, lo cual pone en una situación difícil a cientos de personas que se dedican a esta actividad en los litorales de esta región.
De acuerdo con varios pescadores entrevistados, la pesca empezó a disminuir drásticamente cuando empezaron a usar el GPS, con el cual se puede marcar la piedra y cada determinado tiempo se acude a pescar ahí. Sin embargo, el problema se da cuando prácticamente sacan todo lo que hay en las cuevas, sin importar tallas mínimas.
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Cuando comienza la temporada de pulpo y langosta, es común observar la llegada de muchos pescadores de otros Estados, como Tabasco, Campeche, Veracruz, así como de municipios cercanos.
Los que se quedan después de la temporada de pulpo son los que viven cerca del puerto, como Panabá y Loche, comisaría de Tizimín, y uno que otros veracruzanos que tienen casa. Los demás sólo vienen durante las temporadas y regresan a sus sitios de origen.
Con el paso de los años aumentó considerablemente el número de permisos y las embarcaciones aumentaron significativamente. De 2011 a la actualidad se estima que se otorgaron poco más de 5 mil permisos, y tan sólo en este periodo ya hay más de 3 mil embarcaciones dedicadas a la captura del mero, pesquería que se ha desplomado por la pesca furtiva.
Filiberto Euán, veterano pescador que se dedica a esta actividad desde hace 37 años, recordó que antes tan sólo en el canal se podía capturar hasta 100 kilos de pulpo en una jornada de trabajo, pero ahora “no buscas nada debido a que hay una gran cantidad de embarcaciones. También sólo había unas cuantas cooperativas, y, en cambio, ahora, hay al menos cinco o más en cada puerto.
La actual situación que atraviesa la pesquería tiene en incertidumbre al sector pesquero. De hecho, hay temor de que en caso de no tomar medidas drásticas, en unos años, miles de personas que viven de la pesquería perderán su principal fuente de empleo. En la región se capturan 735 especies, de 83 fichas informativas o pesquerías, 52 son aprovechadas a su máxima capacidad.
El pulpo, el mero y la langosta son especies que están sobrexplotados y desde el punto de vista ambiental, la reducción o pérdida de especies tendrá efectos adversos en los ecosistemas marinos. Desde que les dieron la concesión a los barcos de Progreso para capturar langosta disminuyó drásticamente esta especie en la zona, debido a que tiran hasta 100 trampas por 30 embarcación.
También otro problema lo ocasionan las embarcaciones que emplean sistemas de arrastre, pues se llevan todo a su paso y ocasionan daño a los arrecifes y corales. Igual están los barcos cubanos en aguas mexicanas, que utilizan 15 pequeñas embarcaciones, todas con palangres de mil anzuelos.
Esto se traduce en 15 mil anzuelos y por cada lancha se puede capturar de 300 o 500 kilos. Los barcos de otros lugares pescan el mero con hueva y en consecuencia acaban con la especie, siendo los más afectados los pescadores ribereños.
De acuerdo con Filiberto Euán, el problema de la pesca furtiva se acrecentó cuando el exgobernador Rolando Zapata Bello en su afán de quedar bien, declaró que todos los puertos son libres y que cualquier pescador de donde sea puede capturar lo que se le plazca, siendo los hombres de mar de San Felipe, Río Lagartos, Las Coloradas y El Cuyo, los que resultaron más afectados.
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CC