De ser una plaga de las plantas de cultivo antes de que se presenten las lluvias intensas, la tuza se ha convertido en un suculento manjar para los campesinos de Yucatán y también para la gente de las ciudades, que paga buen precio, de hasta 80 pesos por cada ejemplar.
La tuza, que en la lengua maya significa Ba’ah, es un pequeño roedor que vive bajo la tierra y se alimenta de raíces de diferentes árboles y plantas, las cuales obtiene excavando túneles, desde donde busca su alimento diario, explicó Casimiro Mis Ciau.
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Sin embargo, destacó que es un animal invasivo y que resulta bastante dañino para la agricultura, debido a que derriba las plantas de elote, plátano o de cualquier otro cultivo que se le cruce en el camino, mientras va escarbando su túnel en los que vive.
“No lo podía creer, un viento no tan fuerte derribó varios de mis frutales. Al principio pensé que mis árboles murieron misteriosamente, quizá por la sequía, pero al mirar de cerca vi que les habían roído la raíz y fue cuando noté que la tuza afectó gran parte de mis plantas”, manifestó Casimiro Mis.
Incluso, agregó, que entre bromas se dicen entre los campesinos: “No te vayan a comer las raíces, cuando vemos que algunos actúan como si fueran las tuzas”.
Tuzas afectan los cultivos
Los hombres de campo han aprendido que es necesario revisar periódicamente la superficie cultivada, porque al encontrar montículos de tierra fresca es señal de la presencia de este roedor.
Milperos de la región expresaron que la tuza es muy inteligente, ya que es capaz de direccionar sus túneles por donde están los platanares, yucas y piñas.
Al destruir los roedores las raíces de las plantas y diferentes sembradíos, los campesinos se ven en la necesidad de combatirlos para erradicarlos, pero ahora con la diferencia de que aprovechan su carne para alimentarse. De hecho, mencionaron que a este animalito no se le desperdicia nada.
Entonces, el ingenio de quienes trabajan las milpas fue buscar la forma más idónea de aprovechar a la tuza en delicioso platillo, es más, en los antiguos relatos lo relacionan con los panes sagrados de los yúuntsiles o los señores del agua y del monte, lo que significa que nada se le desperdicia por ser un animal venerado.
Todas las tuzas cavan madrigueras en las que pasarán casi la mitad de su vida. También suelen almacenar comida, y emplean sus mejillas como bolsitas para poder transportar alimento.
Las tuzas pueden encontrarse en grandes grupos. Una señal equívoca de su presencia en una zona es la aparición de montículos de tierra fresca de casi 20 centímetros de diámetro sobre el terreno.
Estos montículos suelen aparecer en huertas, pastizales o granjas, tanto en tierra dura y pedregosa como en suelo húmedo.
A las tuzas también les gusta alimentarse de verduras, en especial de los bulbos y raíces, como papas y zanahorias, y es por eso que se les señala como plagas.
La forma más común de preparar la tuza es en pib. En un hoyo en la tierra se enciende la leña, se entierra, se espera una hora para sacarla y una vez que está lista se desmenuza para prepararla en salpicón o caldo, las dos maneras más tradicionales de comerla.
“De este animalito sólo se desperdician los huesos, pues se le come la piel, la carne, los intestinos e incluso hasta el excremento. Sólo se le rasura los pelos y se lava bien, sin sacarle nada de adentros al cocinarlo”, dijo Casimiro.
Los que la han probado, aseguran que sabe a morcilla frita del cerdo, pero con un sabor sin igual.
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GC