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En Yucatán, existe una leyenda que gira alrededor de dos enamorados que fueron separados, pero buscaron la forma de vivir siempre juntos

En el poblado de Huhí, Yucatán, es originario un curioso escarabajo que es conocido en la Península por ser adornado con pedrería y cadenas para poner un adorno en las prendas como un prendedor viviente, se trata de el Maquech

El Maquech (escarabajo en lengua maya), es un animalito que mide aproximadamente cuatro centímetros de largo y un capazón de colores cafés que van del más claro al más oscuro. Este peculiar escarabajo es propio de Yucatán, últimamente se ha dado a conocer que su descontrolada recolección ha llevado a declararlo en peligro de extinción. 

Este insecto se puede encontrar en los alrededores del poblado de Huhí, puede ser comprado por unos 350 pesos en comercios de mercados en Mérida.

Cuenta la leyenda maya que la princesa Cuzán era la hija preferida de Ahnú Dtundtunxcaán, el gran Señor que se sumerge en el cielo. Y estaba comprometida con el príncipe Ek Chapat ya que su padre había organizado la boda, pero ella se enamoró de un joven sin linaje llamado Chalpol. Cuzán conoció a Chapol un día cuando la princesa fue a agradecerle a su padre los tesoros del botín de guerra que le había regalado y lo encontró en compañía del joven.

Fue en ese momento que sus almas quedaron atrapadas en un lazo de fuego y juraron no separarse jamás, se amaron con locura bajo la ceiba sagrada, que es el lugar donde los dioses escuchan las plegarias, pero se veía fuera del permiso del padre de la princesa, por lo que Chapol fue mandado a matar. 

El Gran Señor se apiadó de su hija consentida por los llantos de súplica por lo que le ordenó a un hechicero que lo convierta en escarabajo por tener la osadía de amarla, por lo que al ser entregado a Cuzán, ella le dijo: "Juré jamás separarme de ti y cumpliré mi promesa" decoró su caparazón con piedad preciosas para ponerlo en un lugar cerca de su corazón. 

Desde ese preciso momento, los mayas utilizan el Maquech como una joyería viviente que las doncellas colocaban en sus prendas y los hombres en sus camisa para llamar la atención.

En la actualidad las personas suelen tenerlos en resguardo junto con trozos de madera, ya que se alimentan de ellas y pueden llegar a vivir hasta cuatro años. 

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LV 

 

 

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