La leyenda que muchos abuelos contaban a sus hijos y nietos sobre el cenote en el que las personas se volvían muy buenos toreros sigue viva en la localidad de Acanceh.
A pesar de que actualmente se encuentra entre la maleza, continúa la creencia de que en Holinchén surgieron numerosos toreros que demostraron sus dotes en los ruedos taurinos.
Se trata de una dolina ubicada en la calle 14 entre 27 y 29 del barrio que lleva el mismo nombre. Actualmente está cubierta con hierbas que imposibilitan el acceso hacia el atractivo, aunque en años anteriores estaba a la vista, era un pequeño agujero debajo de un frondoso árbol, donde muy difícilmente podía ingresar alguien.
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De acuerdo con testimonios de personas de la tercera edad, hubo quienes lograron entrar y por su gran hazaña fueron recompensados convirtiéndose en toreros.
La historia más conocida es la que relata la abuelita Anastacia Chalé: “Dicen que muy pocas personas lograron entrar al cenote, pero que se llevaron grandes sorpresas que marcaron sus vidas. Se cuenta que una vez un señor que deseaba ser torero logró entrar por ese agujero, que es muy oscuro y como es muy estrecho con mucho trabajo logró avanzar un buen tanto, así estuvo por varios minutos arrastrándose hasta que llegó a un espacio más claro”.
“Dicen que escuchaba gritos y aplausos de mucha gente. Continuó caminando hasta que llegó al centro de esa claridad, que era una especie de ruedo taurino, que ahí estaba él en el centro y que la gente que veía le aplaudía y le gritaba torero, torero, al mismo tiempo que veía venir frente a él un enorme toro negro con grandes cuernos y los ojos rojos como el fuego. Era el gran Juan Tuul, el rey de los toros, el diablo convertido en animal. Para que se volviera el torero que tanto deseaba, tenía que enfrentarlo. Relatan que había dos finales para esa persona que quería ser lidiador: si lograba derrotar al enorme toro negro, saldría convertido en un verdadero diestro y los toros se rendirían a sus pies, pero si no podía hacerlo y lo corneaban, entonces moriría dentro del cenote”, indicó la mujer.
Rutilio Cen Poot, otro de los abuelos de la localidad, señaló que la leyenda la escuchó desde que era niño y que se la contó su padre. Muchas historias en torno a este sitio se escuchan hasta hoy en día en la localidad.
“Recuerdo que cuando era niño junto con mis amigos fui a ese lugar, es un cenote muy estrecho debajo de un gran árbol y con mucho trabajo las personas pueden ingresar, pero ahora el lugar está lleno de hierbas, es un monte donde no se puede acceder. Quien lograra pasar por él tendría el mundo en la palma de su mano, la fama lo alcanzaría, eso decían”, concluyó.
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LV