Al cierre de septiembre, el estado registró una tasa de ocupación laboral del 98.6 por ciento, que lo ubicó en el segundo lugar a nivel nacional, solo por debajo de Guerrero y Oaxaca, que empataron en el primer sitio con 98.9 por ciento, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi),
En este contexto, la situación laboral de Yucatán resalta no sólo por su alta tasa de ocupación, sino también por su posición en el ranking nacional, pues subió al segundo lugar, luego de ubicarse en el cuarto puesto el mes anterior. Este avance refleja el dinamismo de la economía yucateca, aunque la prevalencia de la economía informal evidencia la necesidad de políticas que impulsen la formalización del empleo, especialmente en sectores de alto crecimiento.
El porcentaje de ocupación significa que en Yucatán, que cuenta con una población económicamente activa (PEA) de un millón 200 mil personas, un millón 178 mil desempeñan algún trabajo remunerado, aunque el 60 por ciento, equivalente a 724 mil personas, se encuentra en la economía informal, un dato que supera la media nacional de este rubro, que fue de 54.2 por ciento en septiembre de 2024.
En otras palabras, sólo 40 por ciento los empleados que laboran en Yucatán están en empresas formales, bien establecidas y con prestaciones. La informalidad laboral implica que no cuentan con seguridad social ni estabilidad en sus ingresos, lo cual limita su acceso a servicios de salud y prebendas.
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Este fenómeno es especialmente relevante en Yucatán, donde, pese a los altos niveles de ocupación, una gran cantidad de familias dependen de empleos en sectores informales que son menos estables y están sujetos a la variabilidad económica.
En todo el país, con PEA de 61.2 millones de personas en septiembre, la tasa de ocupación fue de 97.1 por ciento; la población sin empleo se mantuvo sin cambio, en 2.9 por ciento, aunque en términos absolutos, la cifra de personas sin empleo creció en 38 mil en comparación con septiembre de 2023. Además, se observó un incremento en la subocupación —personas que necesitan trabajar más horas— que alcanzó a 4.9 millones, es decir, el 8.2 por ciento de la población ocupada.