En las comunidades de Chicxulub, Chelem y Flamboyanes la invasión de terrenos se ha convertido en un tema crítico, en especial durante la temporada de lluvias y crecientes, y a pesar de los riesgos evidentes de inundaciones y otros problemas asociados, los habitantes de estas zonas continúan construyendo sus viviendas improvisadas, muchas de ellas en terrenos de manglar y áreas naturales protegidas.
Las zonas costeras de Chicxulub y Chelem, así como en las áreas de monte al Sur de Flamboyanes, han sido los sitios de mayor actividad de estos grupos de invasores, a menudo llamados paracaidistas.
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En estos lugares, se han levantado un gran número de viviendas construidas con materiales que van desde pitas y madera hasta bloques de concreto, organizándose los ocupantes de manera comunitaria para limpiar y nivelar los terrenos, además de talar y rellenar ciénegas.
De acuerdo con datos de la organización civil Caracol de Chicxulub Puerto, la invasión en los manglares costeros ha resultado en la pérdida de más del 60 por ciento de la vegetación en las zonas invadidas de Chicxulub y Chelem. Los terrenos rellenados para las construcciones cubren ya varios kilómetros cuadrados, afectando de manera severa el equilibrio de estos ecosistemas.
El manglar, además de ser hogar de numerosas especies, protege las zonas costeras de inundaciones y huracanes, además de filtrar el agua y prevenir la erosión. La tala indiscriminada y el relleno de ciénegas están destruyendo este escudo natural, lo que hace que las áreas invadidas queden expuestas a inundaciones constantes.
Las condiciones de rellenos del lugar, su ubicación y demás factores generaron que, con las intensas lluvias y las tradicionales crecientes, muchas de estas zonas registran constantemente inundaciones, presencia de animales y demás afectaciones, siendo una de las más dañadas, la zona de invasión al Sur de Flamboyanes, según explicó el titular de Protección Civil Aurelio Medina Pérez.
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En varias áreas, la invasión ha derivado en un nuevo fraccionamiento conocido como la colonia Divino Niño, donde hay ya más de 200 predios. En este sitio, al igual que en otras zonas invadidas de Chicxulub y Chelem, las familias carecen de servicios básicos como drenaje, agua potable, electricidad y alumbrado público.
Los invasores de estos terrenos han formado organizaciones y líderes autodenominados, coordinan la toma de nuevos espacios y su repartición entre los colonos.
Los residentes han solicitado el apoyo del gobierno, pero debido a la ilegalidad de su asentamiento, las autoridades municipales y estatales se ven limitadas para intervenir y proveer infraestructura.
Estos espacios son terrenos federales o privados y, al ser ocupados de manera ilegal, no pueden ser regularizados ni integrados a la planificación urbana.
Esta situación deja a los habitantes en vulnerabilidad extrema, especialmente en la temporada de lluvias, cuando las inundaciones son comunes y los servicios de emergencia no pueden llegar rápido.