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Mario Renato Menéndez: Reportero de guerrillas, sus experiencias en Colombia, Venezuela y Guatemala

Mario R. Menéndez desafió las convenciones al entrevistar a grupos armados en México y otros países de américa. Su enfoque poco ortodoxo, combinado con su habilidad como entrevistador y su contacto directo con la realidad, le otorgaron un acceso privilegiado al corazón de las noticias
Mario Renato Menéndez Rodríguez con Fabio Vázquez, líder máximo del Ejército de Liberación Nacional
Mario Renato Menéndez Rodríguez con Fabio Vázquez, líder máximo del Ejército de Liberación Nacional / Especial

Un reportero sabe que cualquier persona puede ser una fuente de noticias, sea ésta un delincuente o un guerrillero. Él debe estar libre de prejuicios, sólo que deberá tener la habilidad de conseguir la información a manera de declaración y sobre todo, en apego a la función social del periodismo.

El oficio o la profesión de periodista es una de las más sometidas al escrutinio público sobre la ética que se debe mantener, más cuando “el poder” se encarga de desprestigiar al propio periodista para demeritar una información que no le conviene que se conozca. 

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Mario Renato Menéndez Rodríguez no fue la excepción y no escapó a ello. Fue en la época de su carrera en “Sucesos para Todos”, en la que como reportero y director comenzó a difundir una serie de reportajes y entrevistas con distintos grupos armados, tanto en México como en otros países del Continente Americano.

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Para entonces, su ideología poco ortodoxa era claramente identificada, lo cual se sumó a los puntos de entrevistador ya demostrados y el contacto directo con la gente de a pie del que hacía gala en cada entrega al lector. Le gustaba y sabía muy bien cómo llegar al epicentro noticioso.

No hay constancia de cómo el periodista yucateco se fue vinculando con grupos civiles armados. Sí varias anécdotas, pero lo que quedó escrito por su mano es parte de los documentos más valiosos en México en un período llamado “Guerra Sucia”.

Sobre el período en que Mario Renato Menéndez Rodríguez realizó su trabajo reporteril de más riesgo (sesentas-setentas y parte de los ochentas), el Gobierno de México en su página de internet deja constancia de la situación en la que el Ejército Mexicano ha tenido su actuación más lacerante y vergonzosa.

“El Ejército mexicano fue una de las instituciones del Estado involucradas en las acciones represivas que caracterizaron a la conocida como Guerra Sucia y que, entre otros grupos y organizaciones, combatió a los guerrilleros establecidos en diversos estados de la república. Guerrero fue uno de los puntos más álgidos donde ocurrió esta persecución: a inicios de la década de 1970 el ejército desplegó cerca de la tercera parte de sus fuerzas para combatir el movimiento de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas”.

Estos dos últimos, fuentes consultadas de viva voz por Menéndez Rodríguez, de lo cual aquí se abordará como parte del período en que se identificó como un periodista de guerrillas, para algunos “un periodista guerrillero”.

El Gobierno Mexicano, en los últimos años, tras el resquebrajamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue cuando reconoció abiertamente -y ahora lo documenta- la participación de la milicia en esta reprimenda social, principalmente en el estado de Guerrero.

Agregue la versión oficial pública en www.gob.mx: Durante el período en que estuvieron desplegadas las fuerzas militares en aquella entidad, se llevaron a cabo diversas operaciones con la finalidad de capturar a los líderes guerrilleros, y en este proceso, algunos soldados y jefes militares estuvieron involucrados en casos de detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y violaciones a derechos humanos, actos que fueron denunciados por sus víctimas, a pesar del temor y riesgo que corrían por denunciar el mal actuar de quienes debían de brindar seguridad.

Subraya un común denominador de la época en la sociedad, la mordaza impuesta desde la silla presidencial. Sirva el desglose de esta versión consultada en 2022, para que las generaciones actuales de jóvenes, dimensionen las batallas que Mario Renato Menéndez y otros cuantos periodistas tuvieron que enfrentar en aquellas décadas para dar voz a los pueblos más castigados.

“Las denuncias que llegaron a levantarse son evidencia de cómo la población de Guerrero vivió en carne propia las atrocidades de la Guerra Sucia. lamentablemente pocas veces las víctimas que se atrevieron a romper el silencio llegaron a ser escuchadas por las autoridades; ya que constituyó una política encaminada a erradicar todo movimiento disidente sin importar los medios”.

La idea de hacer la revolución en América Latina, que ahora conocemos como historia, era trasnacional. El referente del caso cubano estaba muy vivo para la mitad de los sesentas. Las condiciones de los gobiernos en el llamado Tercer Mundo tenían más de privilegio para unos cuantos, que para la mayoría: el pueblo.

Los movimientos políticos, ideológicos, intelectuales y culturales en la región se entrelazaban en ideas, no del todo coinciden; pero la disidencia a los modos tradicionales, todas buscaban lo mismo: mejorar las condiciones… del pueblo.

En algunos países, la fallida representatividad de partidos llevaron a la lucha armada, otros más ni siquiera habían tenido la oportunidad de ver reflejadas sus demandas en los políticos o ya habían sido francamente defraudados. Así se vivía la Guerra Fría en esta parte del continente.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN), en Colombia; las Fuerzas Armadas Rebeldes, en Guatemala; el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, de Uruguay; las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, de Venezuela, entre otras; Dio testimonio directo a Don Mario.

Aquel joven que soñaba con la justicia social en su natal Mérida, fue dando voz a los llamados “rebeldes”, “guerrilleros”, “socialistas”, a los “marxistas”, “los de izquierda”, los “pro Castro”; cual fuera el calificativo, para él fueron fuentes de información en el ejercicio de libre expresión que debe ser el periodismo.

A veces clandestino, otras de manera pública; él vio la forma de conseguir la noticia en un área que era de su amplio interés. Lo seguiría así teniendo que arriesgar la vida como tantas veces contó a sus allegados ya quienes acudían a él como fuente viva para conocer a un sobreviviente de ese período oscuro en este continente.

Documentalistas y colegas de otros países, interesados ??en América Latina, sus guerrillas y en el periodismo de la época, le buscaron en ocasiones para tener su testimonio.

Los riesgos que corrieron no fueron mínimos, ya plasmados en tinta y papel hasta resultaron inspiradores; pero sin duda la más grata de las experiencias es que vivió para contarlos.

COLOMBIA: LA COBERTURA HISTÓRICA

Involuntariamente, Mario Renato Menéndez se convirtió en noticia: diarios sudamericanos reportaron, en 1967, su desaparición, pero, en realidad, se encontró en una misión periodística irrepetible: entrevistar a uno de los personajes colombianos más buscados...

En Colombia, Mario Renato Menéndez cumplió una de las batallas más terribles de su vida en el periodismo (que duró más de 60 años).

Mientras en México se publicaban unos reportajes que realizaron en la Comarca Lagunera para denunciar las condiciones de pobreza que laceraban esa zona dividida entre Durango y Coahuila, Menéndez Rodríguez fue reportado como desaparecido en territorio colombiano el 19 de marzo de 1967.

Para el 22 de abril del mismo año, el diario El Espectador de Bogotá difundió un reportaje sobre él. Su llegada a ese país y posterior no localización, levantó todas las sospechas, como más tarde explicó la propia “Sucesos” en un editorial, que hoy sirve para contar un poco de esta gran historia.

El titular de la editorial, género que sirve para exponer la postura del medio de comunicación, tituló: Mario Menéndez cumplió en Colombia una misión estrictamente periodística y dentro de la ley.

“El día 19 de marzo la casi totalidad de las agencias de noticias que sirven a los diarios de México información desde Bogotá, Colombia, de la “desaparición” del periodista mexicano Mario Menéndez Rodríguez, quien había llegado a aquella ciudad por la vía aérea y dos días después había abandonado el hotel en que se hospedaba, dejando en él su equipaje y cierta cantidad de dinero. Según los mensajes, fue cerca de tres semanas después cuando la administración del hotel comunicó a la policía bogotana la supuesta desaparición de Menéndez Rodríguez y se emprendieron investigaciones para localizarlo, aunque “manteniendo silencio” sobre ellas.

Así comenzó el periplo tras dejar México. A esto siguió una serie de versiones tendenciosas, calumniosas y contradictorias sobre la desaparición y la personalidad del director de Sucesos para Todos, explica el texto de apoyo al periodista.

“No faltó —no podía faltar— la versión periodística o policial de que Mario Menéndez Rodríguez es “un agente comunista” que habría llegado a Colombia para “intensificar” la lucha de guerrillas contra el gobierno de ese país”.

A la par condenaron el tratamiento de la información que dieron algunos diarios mexicanos al casado de Menéndez, pues les pareció falto de la solidaridad periodística. Y no sólo eso, también faltaron a “la objetividad y la verdad, y algunos de ellos dejaron traslucir su sometimiento a intereses extranjeros que estiman inadmisible la independencia del periodismo latinoamericano”.

El medio avaló que Mario Renato Menéndez Rodríguez llegó en ese marzo de 1967 a Colombia “con visa legal de la representación de ese país en México y con la misión periodística de hacer varios reportajes sobre aquella república, procurando cuantos contactos y entrevistas fueron necesarias con personalidades. y grupos colombianos, sin excluir, naturalmente, a los guerrilleros que operan en las montañas”.

La actuación de Menéndez Rodríguez, dijo, se ajustó en todo a ese propósito, dentro de las normas internacionales que garantizan el libre acceso del periodista a las fuentes de información.

Tras la queja, destacaron la trayectoria del joven periodista. Considerados como triunfos periodísticos, a Mario Renato Menéndez le avalaban en su curriculum las entrevistas exclusivas que había publicado con los dirigentes guerrilleros de Guatemala, con Fidel Castro (una de las más mencionadas cuando se refieren a su trayectoria), con el Nuncio Papal en Cuba. 

Al igual que brillaban los encuentros en Venezuela con Douglas Bravo y otros miembros de su grupo guerrillero. Esto, era muestra de lo que él trabajaba y llevaba a sus lectores, y sirvió para justificar su presencia en Colombia, deslindándole de actividades subversivas.

¿Pero qué fue a hacer en Colombia? ¿Cuál fue el fruto de la -amarga- experiencia?

Él mismo lo reseñó cuando se presentó en la Embajada de México en Bogotá. Ahí declaró que se había reunido con líderes del Ejército de Liberación Nacional en “algún lugar de los Andes”.

Sin mayor respeto al secreto profesional que puede mantener al periodista para proteger sus fuentes, fue interrogado por el Departamento Administrativo de Seguridad para saber cómo había establecido el vínculo con los guerrilleros y por qué medios llegaron. Al no tener respuesta, se informó que sería sometido a “un juicio de un tribunal militar”.

Lo querían convertir en delator, denunció otra editorial de Sucesos, que además pedía salvar la integridad de su Director.

Sobre este pasaje, Don Mario contaba que, estando en su cuarto de hotel, alguien tocó su puerta y sigilosamente le dijo que si quería entrevistarse con miembros del ELN. lo esperaría unos minutos para conducirlo al destino (no revelado hasta ese momento para él) y sin pensarlo mucho, decidió irse con el desconocido. Así llegó a las montañas.

Tras el conflicto de corte diplomática, en el que tuvo que intervenir la Cancillería mexicana, el periodista volvió hasta el 12 de mayo de 1967 a México, fecha en la que fue recibido por su madre; momento que quedó en una foto memorable que le acompañó siempre en su oficina.

Fue hasta junio de ese año que se desarrolló el trabajo periodístico de Menéndez en las páginas de “Sucesos”. La entrevista con Fabio Vázquez, el líder máximo del Ejército de Liberación Nacional, tuvo un gran despliegue.

Más de 20 páginas fueron dedicadas a contar el logro editorial de Menéndez Rodríguez, quien en varias fotos apareció con el jefe del grupo armado, así como con los hermanos Antonio y Manuel Vázquez Castaño y Víctor Medina; otros miembros importantes en la organización. La guerrilla en las montañas de Santander fueron visitadas por el yucateco.

Otra imagen dio cuenta del honor que le concedieron los armados al dejarle portar la ropa “del mártir Camilo Torres Restrepo”, el sacerdote pionero de la Teología de la Liberación en Colombia, que se unió al ELN y murió por herida de bala en combate, el 15 de febrero de 1966.

Mario Renato pudo ponerse su ropa, sin embargo lo calificó en su texto como un “inmerecido honor”, ??dada la relevancia del personaje.

Para conseguir la exclusiva, según narra en el reportaje, Mario Renato fue advertido que caminaría al menos 13 horas, la mayor parte de la noche.

Su guía fue Omar, un guerrillero que previó, incluso, ayudar al reportero a cargar un morral improvisado donde llevaba su ropa, la grabadora y cintas; entre otras pertenencias. Armando Salgado, el fotógrafo que le acompañó, al igual que él disfrutaba de la aventura reporteril; ambos aprovechaban para charlar cuando se detenían en alguna vivienda de campesinos, quienes los recibían con un tinto (café negro).

Omar, escribió Menéndez, era la ley en esa región, y con él siguió al ansiado encuentro.

Así describió el sentir del día uno: “A las 9 de la noche, cerca de otro caserío, nos advirtieron que el agua iba a escasear de ahí en adelante, precisamente en un lugar donde había que convertirse en casi un circo para poder avanzar sobre los troncos de los árboles desnudos o cubiertos por el musgo del tiempo y la humedad”.

La brecha sobre la que caminaba había sido abierta por los insurgentes, descrita en su texto, por lo que el andar se hacía más difícil.

Mario Renato Menéndez dejó constancia de lo difícil del momento, pero de su narración sobresale la adrenalina del periodista, cuando está a punto de conseguir su objetivo.

“Al fin, próxima la medianoche, llegamos a una quebrada que, de día, debe ser una belleza. Ahí tomamos la panela con buches de agua, fumamos un cigarrillo y ya soñábamos con estar en el campamento de Fabio Vázquez Castaño…”

Reportero incansable y gran conversador, Mario R. Menéndez no sólo se enfocó en los líderes. Su texto reconoce a cada uno con los que se cruzó, como Omar, Pelé, Antonio, el doctor Hernando, Julio César Cortés, Enrique, William y otros más.

El líder máximo, Fabio, habló con el reportero sobre el Partido Comunista de Venezuela, la disciplina en la guerrilla que encabezaba y varios temas más; sin embargo una orden que vino del entrevistado al entrevistador, le daría cuenta de lo que estaba a punto de atestiguar.

“Fabio me dijo: No vas a poder grabar ni el día 6, ni el 7, ni el 8. Tenemos trabajo…”; escribió Mario Renato Menéndez. Es decir, una operación.

En una excelente muestra de crónica periodística, Menéndez involucró a su lector en la travesía. Sus frases podían sumergirse al que leía en la estrecha “trocha” por la que se movía rumbo a la misión.

Transmitía el sonido que a Fabio seguía con su “radio-tocadiscos portatil”. Sonaba la música mexicana, entonces, popular: El Caballo Blanco, El Siete Leguas, Tata Dios. La primera de la autoría de José Alfredo Jiménez, la segunda de Graciela Olmos y la última de Felipe Jiménez, éxito de Miguel Aceves Mejía. También escuchaban los tangos de Carlos Gardel.

Para cuando solicitó permiso para adelantarse con su fotógrafo, buscando una ubicación óptima para captar la columna de rebeldes que iba al punto de la operación, Mario Renato ya sabía que iban a tender una emboscada a un convoy militar.

Inmerso en la misión, el autor traslada con su texto de 1967 a la selva “donde parecía imperaba la noche”.

Sobre sus charlas con Fabio, Mario Menéndez asemejaba la situación con lo vivido un año atrás entre el líder guerrillero y Camilo Torres Restrepo; quienes como compañeros de misión pasaron momentos de amena plática y confesiones.

Fabio le dijo que le recordaba ese momento con el sacerdote guerrillero, pero esperaba que no pasara lo mismo. Una muerte más, como la de Camilo.

Uno de los clímax de esta historia, el reportero Mario lo narró de tal forma que conviene citarle textualmente.

“??El convoy militar se aproximaba a gran velocidad sobre los rieles de la muerte… Juan presiona la palanca y se escucha una explosión; vuelan las piedras por el aire y el polvo cubre la locomotora, que ha sido levantada de la línea férrea. Del vagón se escuchan las ráfagas de los San Cristóbal, fusiles ametralladoras dominicanos del cuerpo represivo oficial, y las balas hacen impacto cerca de nosotros… Fabio Vázquez da un salto felino e inicia el fuego guerrillero con su M-1; del otro lado del cañón, Víctor Medina Morón grita: ¡Viva el Ejército de Liberación Nacional!, y también su MI comienza a hacer estragos...

Hernando, el médico abnegado y uno de los discípulos predilectos del gran sacerdote guerrillero, grita con todas sus fuerzas: “¡Viva Camilo Torres! ¡Mueran, malparidos!” El odio no podía ocultarlo; Tenía presente, al igual que otros veteranos, el rostro de su maestro pisoteado, vejado por los soldados de la dictadura militar. Su fusil vomitaba la muerte sobre los carabineros…”

“Avanzamos por el filo del terraplén, inconscientes del peligro, grabadora en mano: -¡Gordo, tírate; te van a matar! —me grita Juan.”

“Las balas hacían impacto muy cerca de nosotros; volvió la mirada y, casi con la voz quebrada por la emoción, le grité a Fabio Vázquez: ¡Agáchate..!

Una explosión, balas por todos lados, muertos cayendo, un fotógrafo y un periodista librando el peligro; presenciando un combate histórico.

Las estrategias y maniobras de Fabio Vázquez y el sesentero del ELN fueron varias y todas se cuentan en la historia de Colombia; Sin embargo, el autor de “Fragmentos de la Historia del Conflicto Armado 1920-2010”, Alfredo Molano Bravo, destaca la importancia de aquella operación y qué la hizo diferente.

“Unos meses después (el ELN) descarriló un tren pagador de la línea Bogotá-Santa Marta, recién inaugurada. La acción tuvo un gran impacto porque fue cubierta por la revista Sucesos de México, que entrevistó a Fabio Vásquez”.

Eso lo hizo Don Mario.

No todos tienen la suerte de salir a contar la historia. El 20 de abril de 1967 se anunció la muerte del joven escritor y periodista Regis Debray, quien cubría la acción guerrillera en Bolivia. Compañero de Menéndez en las páginas de Sucesos, Elena Garro fue la encargada de escribir sobre el lamentable deceso.

VENEZUELA, TIEMPO AL TIEMPO

Mario Renato Menéndez Rodríguez llegó a Colombia con dos grandes experiencias, antecediendo a la recién narrada. Venezuela fue una para anterior a finales de 1966, cuyos reportajes se publicaron entre diciembre de 1966 y enero de 1967. Su estancia con la guerrilla, la ubicación entre septiembre y octubre de 1966.

La entrevista con “Douglas Bravo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Liberación de Venezuela”, es quizás la más famosa de las entregas de Mario Renato Menéndez Rodríguez desde aquel país.

Sin embargo, también se encontró y reconoció los testimonios de Luben Petkoff, Baltazar Ojeda Negretti, Elías Manuit Camero, Francisco Prada, Octavio Acosta, Freddy Cárques, Nery Carrillo, Meinhard Lares y Anajansin Jiménez, entre otros activistas de las FAL.

“En Venezuela: un comando único en la lucha guerrillera”, Menéndez Rodríguez expuso desde las Montañas de Iracara, Sierra de Falcón, desde la óptica de Freddy Cárques, el papel de la juventud venezolana en la lucha armada.

Cárques, además de representar al Frente Simón Bolívar y ser Secretario de la Juventud en la Comandancia de las FALN, fue quien estuvo en las últimas negociaciones para incorporar al grupo al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Por ello, Menéndez le dio especial atención, pues le detalló por qué se fueron convenciendo de que las formas pacíficas de lucha no eran viables en el país.

“Nos fuimos convenciendo de que mientras no tuviéramos estructuras armadas, un poder efectivo que nos permitiera imponer lo que eran las exigencias del pueblo, que nos permitiera defender las conquistas del pueblo, era una ilusión creer que realmente podían ser redimidos los obreros y los campesinos. …”, contó el joven estudiante de medicina y guerrillero.

Para repeler las agresiones a sus movilizaciones, tomó las armas para enfrentar los ataques de la Policía y el Ejército. Fue una forma de resistir, dijo. El reportero destaca, entre la entrevista, que fue como las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional decidieron impulsar el desarrollo de la lucha en Venezuela, sin la participación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), “cuya directiva asumió una posición de chantaje”.

Respecto al posible acercamiento con el MIR, ante la evidente separación, Cárques explicó a Menéndez: “Con los compañeros del Movimiento de Izquierda Revolucionario hemos venido sosteniendo conversaciones con el objeto de integrarlos en nuestros organismos del FLN. Les hemos hecho proposiciones muy concretas tendientes a obtener su incorporación en breve plazo. Sin embargo, nos alarma y preocupa seriamente el poco rendimiento que esas conversaciones han tenido y que se debe fundamentalmente a cómo son recibidas con frialdad nuestras proposiciones y cómo los esfuerzos reales que nosotros somos recibidos por ellos en forma muy lenta y preocupante”.

Más tarde, con la publicación de estos reportajes que se reconocieron de gran valía, los críticos de Menéndez señalaron que los había realizado por así convenir al régimen de Fidel Castro, a quien también acusaban de apoyar a esta ala guerrillera, encabezada por Douglas Bravo.

Por otro lado, en el aporte periodístico, a Mario Renato se le puede atribuir haber puesto en el ojo público la participación de la juventud venezolana en este movimiento. Algo que parecía loable para el grupo pero exponía el sentimiento que avanzaba en ese sector de la sociedad en toda América Latina.

-”¿Cómo ve usted el papel de la juventud venezolana dentro del movimiento revolucionario?” Cuestionó Menéndez.

“Creemos que el papel de los jóvenes en Venezuela y en toda América Latina es realmente decisivo. Lograr la incorporación de ellos es una garantía de triunfo. Nuestro país se caracteriza por ser un país muy joven, el 74% no llega a los 34 años. Como puede deducirse de estas cifras, y de las tareas específicas de la guerra y del Ejército Popular, ésta es realmente la energía para la construcción de ese Ejército”.

“Conquistar el apoyo decidido de los jóvenes es tarea principalísima del movimiento revolucionario en nuestra patria y en toda América Latina”, signó Cárques. La advertencia estaba hecha.

Con Nery Carrillo platicó en Caracas de la guerrilla urbana, de su constitución y de su operación “implacable”. Con Anajansin Jiménez Febres tuvo la voz femenina revolucionaria de la época. Mujer suramericana de gran carácter, con la que habló después de que ella saliera de la cárcel, de su captura, tortura y el asesinato de su esposo Fabricio Ojeda.

Tal como dicta cualquier manual de periodismo, en cada una de sus fuentes, los entrevistados, pudo encontrar la noticia en el relato escuchado de manera directa y obtener la declaración buscada.

Al lector, Mario Renato Menéndez le dirigió: “Creo, que en estos reportajes históricos se ha sentado un panorama exacto -visto con honradez y verdad- de la Venezuela que ha empuñado las armas para conquistar su liberación política, económica y social. El tiempo, y muy pronto, dirá al mundo la verdad de Venezuela, que habrá de tener honda repercusiones en América Latina”.

Hoy, a 58 años de que Menéndez escribió esas líneas, bien se puede saber lo que el tiempo dijo de Venezuela.

El vietnam de las américas, ¿Guatemala?

Una Guatemala castigada con rebajas de salarios, despidos, desalojos masivos, aumentos de jornadas y tareas; asesinatos y torturas de campesinos, estudiantes y obreros; así como cateos y detenciones arbitrarias, fue el país con el que se encontró Mario Renato Menéndez en 1966.

Víctima del régimen dictatorial del Coronel Enrique Peralta Azurdia, los testimonios periodísticos que el mexicano elevó a la opinión pública dieron cuenta de la terrible situación del país centroamericano al que él, con la crudeza que le dejaba la realidad, llamado “El Vietnam de las Américas” ”.

Para dar una idea, Mario R. Menéndez exploró los callejones ignorados por un “Jefe del Gobierno de la República”, como se hizo llamar al militar a cargo; mismo que -entre otras cosas- pasó a la historia por disolver la Asamblea, suspender la Constitución, prohibir la actividad política y declarar ilegal al Partido Comunista.

En su época, señalan historiadores, nacieron los llamados “Escuadrones de la Muerte”, paramilitares que se encargaban de “desaparecer” a los opositores.

Fue la época de 1963 a 1966, lo que endureció su mandato, de extrema dureza para el pueblo guatemalteco, de la quedó constancia en Sucesos para Todos, gracias a la pluma del periodista yucateco.

Con sus entrevistas e investigación documental, señalaron la precariedad en que se vivía en zonas rurales, donde la escasez de médicos y los bajos salarios eran una constante. “El sueño de crear una industria guatemalteca se ha desvanecido”, escribió.

A la par, advirtió que en Guatemala “todos esperaban” un nuevo golpe militar con la imposición del Coronel Juan de Dios Aguilar, uno de los candidatos -el favorecido- en el proceso electoral llamado por el Coronel Peralta.

También puso en la palestra cómo los jóvenes guerrilleros del Frente Édgar Ibarra tenían la confianza para devolver la libertad a la nación guatemalteca, así como que la única vía era la lucha armada.

Después de su trabajo reporteril en la Sierra y entrevistarse con el dirigente guerrillero de César Montes; gracias a la cámara de Rodrigo Moya, el 18 de junio de 1966 se publicaron más imágenes de la castigada Guatemala. Su fotógrafo fue inseparable en ese viaje al país de la eterna primavera.

Había indagado en el campo y conocido de la guerrilla urbana, principalmente crecida con jóvenes, y aún faltaba más de su trabajo. Parte de él, fue la entrevista con Luis Augusto Turcios, quien fundó el Movimiento 13 de noviembre que luego se incorporó a las FAR.

Sobre esta cita, el autor le explicó: Sí, lector, retornamos —en esta ocasión de manera clandestina— al vecino país del sur de México, atraídos por ese imán que para el periodista es la noticia del desarrollo de una lucha por causa tan noble. como es la liberación política, económica y social de un pueblo. Tres guerrilleros irregulares —los tres campesinos— nos sirvieron de guías hasta un paraje ubicado a varios kilómetros de la aldea que hoy lleva el nombre de Vietnam”.

Ahí aguardaron, esperando impacientes con emoción la llegada del entrevistado. Al llegar, con unos 12 insurgentes, se encontró con “un joven alto, de tez delgada, fibroso; sus ojos color aceituna —algo saltones— y su nariz prolongada subrayan en el rostro enjuto la vigilia de los hombres decididos…” Era Luis Augusto Turcios Lima, el comandante en jefe de las FAR de Guatemala.

Opositor a las dictaduras, Turcios Lima sólo vivió 25 años. El encuentro con Menéndez fue apenas unos meses antes del terrible desenlace.

Menéndez cuenta en su publicación que, al encontrarse con Luis Augusto Turcios, éste sacó de su mochila los ejemplares de Sucesos que contenían los reportajes de su país; lo cual agradeció al reportero.

Turcios dio en primicia a Menéndez, cuál sería la postura de las FAR ante Julio César Méndez Montenegro, el triunfador de las elecciones. Le reveló que el nuevo Presidente estaba de nuevo en manos de los militares, dadas las negociaciones a las que se había prestado.

-“¿Cómo concibes la Revolución y sus fuerzas?”-Le interrogó Mario Renato Menéndez.

“Para explicar esto hay que saber por qué luchamos: por la tierra y contra el imperialismo. En primer lugar, necesitamos poseer la libertad, al margen de cualquier tipo de injerencias; y necesitamos ver libres para poder encauzar a nuestra patria por las sendas del progreso, tomando las medidas que consideremos acordes con nuestra realidad”.

La Revolución, confió Turcios Lima, la llevarán adelante los campesinos, los obreros y los miembros de las capas medias urbanas. Es decir, los explotados, pero también reconoció que la clase obrera no estaba en condiciones de seguir con el movimiento revolucionario, ya que no había adquirido conciencia de su papel en la lucha del país.

De la guerrilla aseguró: como el heroico pueblo vietnamita, estamos preparados y dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre. “Estamos aquí, permaneceremos en la Sierra de Minas hasta el triunfo de la Revolución”, sentenció el joven guerrillero quien perdió la vida el 2 de octubre de 1966, apenas cuatro meses después de dar esa entrevista a Menéndez Rodríguez.

El 3 de octubre del mismo año el periódico Prensa Libre publicó en su noticia de ocho columnas: Murió Turcios. Auto volcó y se subió

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JY 

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