Los cenotes de Yucatán se han convertido, nuevamente, en el escenario de un relevante hallazgo para la ciencia. El sistema de cuevas inundadas más grande del mundo, que yace bajos los pueblos y ciudades del estado, representa una ventana hacia el pasado, debido a la evidencia biológica que conserva.
Fue en el año de 1977, cuando los investigadores Fernando Rosado Lara, Fidel López y Michael Dutton, realizaron una inmersión en el cenote Kambul, cerca del poblado Noc Ac, ubicado a pocos kilómetros al norponiente de Mérida. Durante la exploración hallaron el cráneo de una criatura, a una profundidad de 12.2 metros sobre una roca caliza, que corresponde a la gran formación Carrillo Puerto, con una edad estimada de entre 10.3 a 4.6 millones de años.
El hallazgo dio origen a una nueva especie bautizada como Dugongo yucateco (Xenosiren yucateca), en honor al estado en donde fue descubierto. Años más tarde, en 1989, Daryl P. Domning, describió al mamífero marino extinto a través de la publicación de un artículo en la revista Journal of Vertebrate Paleontology (Revista de paleontología de vertebrados).
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¿Qué características tenía el Dugongo yucateco?
Se debe destacar que el Dugongo yucateco, es el único representante del género Xenosiren. Se cree que el tamaño de la especie, hasta ahora solo conocida en Yucatán, pudo haber sido mayor que el de un manatí moderno, y presumiblemente con una dimensión similar a la del manatí de las indias occidentales (Trichechus manatus), el que actualmente habita regiones del caribe, incluidas la Península de Yucatán, y mide entre 2,7 y 3,5 metros.
Habitó los mares pocos profundos de la región durante el Mioceno, periodo que ocurrió hace entre 23,03 y 5,3 millones de años. Tenía dientes incisivos grandes, aplanados y afilados, que se cree fueron adaptaciones para facilitar la tarea de su alimentación basada en tallos subterráneos de plantas denominados rizomas.