Cuatro décadas han transcurrido desde que el pueblo de Hunucmá lucha contra el despojo de sus tierras y la contaminación de la empresa avícola Bachoco, instalada en sus periferias. Este viernes, la población dio el último adiós a Juan Pacheco, un joven de 29 años que falleció en la fosa séptica de esa industria.
No es el primer desencuentro de la familia Pacheco contra el gigante avícola. En meses pasados, Juan sufrió un accidente en carretera, que le dejó graves lesiones, y Bachoco se negó a reconocer los riesgos de trabajo. Hoy, la empresa no explica qué hacía Juan en labores ajenas a su función: nunca lo contrataron ni tenía experiencia en la limpieza de sumideros.
Los familiares de Juan Pacheco, uno de los obreros fallecidos en la fosa séptica de Bachoco, sostienen que la empresa cometió una presunta irresponsabilidad, porque Juan no tenía la función de limpiar la laguna residual de la planta ubicada en el kilómetro 15 de la carretera Mérida-Umán. Como POR ESTO! ha informado en los últimos días, agrupaciones internacionales advierten de la impunidad con que las granjas industriales de cerdos y aves contaminan el manto freático de Yucatán, por las malas condiciones de sus biodigestores y plantas de tratamiento.
De acuerdo con los datos recabados, en Hunucmá desde hace años los vecinos se organizaron para movilizarse y protestar, ya que Bachoco constantemente intenta apropiarse de las tierras de las comisarías de San Eduardo y San Vicente. Los pobladores aseguran que no existe un documento que pruebe que las compraron.
Noticia destacada
Familia de fallecido en la fosa séptica de Bachoco en la vía Mérida-Umán exige justicia
De acuerdo con los datos recabados, tres jóvenes recibieron la orden de entrar a la fosa séptica -o “laguna residual” como le llaman ellos-, para destapar un ducto que se habría obstruido con desechos que salen de la planta de procesado.
Pero nunca se les otorgó ningún equipo de protección, como mascarillas antigases, arnés o cuerdas, incluso tanques de oxígeno. Por esa razón, los dos jóvenes que ingresaron primero, Juan Pacheco y Pedro P. Ch. (de 28 años de edad) se desmayaron y terminaron por caer dentro de la fosa llena de desperdicios, falleciendo dentro de esta.
El tercer obrero, Eddy O., convalece en una clínica particular. Le reportó a los paramédicos que lo atendieron que fueron sus jefes directos los que les dieron la orden de ingresar a la fosa, sin tomar ninguna de las precauciones necesarias antes descritas.
Incluso, uno de los jóvenes fallecidos, no era esa su área de trabajo, ya que él pertenecía a la de limpieza y no a la de mantenimiento, es decir, se le pidió que hiciera un trabajo de alto riesgo fuera de su área y sin ningún equipo de protección, al igual que su compañero.
La empresa ha tratado de ocultar los hechos. Como informamos, evitó el acceso a los medios de comunicación y no fue sino hasta horas más tarde, cuando los familiares de los fallecidos acudieron a la planta a preguntar, cuando los hicieron pasar a una oficina, y hasta las 19:00 horas del jueves los bomberos de la SSP lograron rescatar los cuerpos de los dos infortunados jóvenes.
Y justo la semana pasada, la construcción de dos granjas reproductoras de pollo por parte de la empresa Bachoco en el ejido de Justicia Social, Yucatán, ha despertado serias preocupaciones en la región. Ubicadas cerca del manto acuífero de la laguna Chichan Kanab, en la alcaldía de Dziuché, Quintana Roo, estas instalaciones representan un potencial riesgo ambiental.
Miguel Ángel Briones, representante de la asociación civil Centinelas del Agua, ha denunciado que la operación de las granjas ya está afectando la calidad del aire, con olores fuertes perceptibles a varios kilómetros de distancia. Briones advirtió que la contaminación podría comprometer el valioso acuífero, que es esencial para la vida en la región.
Ante esta situación, Centinelas del Agua hace un llamado a la comunidad para proteger el territorio y estar alertas frente a la llegada de nuevas empresas que puedan amenazar los recursos naturales.
GC