El vertimiento de las aguas residuales (que provienen de las viviendas) sin tratar a los arroyos y los esteros que rodean Ciudad del Carmen deteriora el medio ambiente, así como la flora y la fauna que en ellos existe, señaló el presidente de grupo ambientalista “Ecovigilantes de Ciudad del Carmen” Miguel Benítez Heredia. Agregó que actualmente la isla cuenta con más de 100 plantas de tratamiento que tienen que ver con empresas y fraccionamientos; sin embargo, el 90 por ciento incumple con las normas oficiales (NOM-001-SEMARNAT-1996, NOM-002-SEMARNAT-1996 y NOM-003-SEMARNAT-1997) debido a la falta de interés de los empresarios, fraccionadores y autoridades municipales.
Indicó que estos problemas ambientales conllevan a la extinción de los cuerpos de agua ante la presencia de asentamientos humanos.
Dijo que actualmente población carmelita ha aumentado de manera acelerada, así que la mayoría de las colonias y los fraccionamientos carecen de una planta tratadora de aguas residuales; además, hay una inadecuada construcción de fosas sépticas. Lo anterior ha provocado que las personas que viven en los alrededores de arroyos y lagunas descarguen de forma directa las aguas residuales en los cuerpos de agua.
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“La falta de plantas de tratamiento para las aguas residuales en colonias, fraccionamientos, industrias y hoteles, deja grandes desechos de aguas contaminadas que hacen mucho daño al medioambiente. La mayoría de esas aguas es descargada en arroyos, lagunas, mares y suelos, a cielo abierto o en el subsuelo, a través de las llamadas fosas sépticas y el relleno sanitario”, señaló.
Los cuerpos de agua han sido incapaces por sí mismos para absorber y neutralizar esta carga contaminante, así que han perdido sus condiciones naturales y su capacidad para sustentar una vida acuática adecuada, que responda al equilibrio ecológico que de ellas se espera para preservarse. Lamentó que, como resultado, pierden aquellas condiciones mínimas que les son exigidas para su adecuado aprovechamiento como fuentes de abastecimiento, como vías de transporte o fuentes de energía.
Apuntó que las plantas de tratamiento de aguas residuales deben ser diseñadas, construidas y operadas con el objetivo de convertir el líquido cloacal proveniente del uso de las aguas de abastecimiento, en un efluente final aceptable. Agregó que lo anterior es necesario para disponer de los sólidos ofensivos que necesariamente son separados durante el proceso. Esto obliga a satisfacer ciertas normas o reglas capaces de garantizar la preservación de las aguas tratadas al límite y que su uso posterior no sea descartado.
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JG