Está por concluir la última parte de la ampliación del Malecón Costero, pero con la celeridad de la obra que ya rebasó los tiempos establecidos las empresas responsables han desestimado las medidas sanitarias entre los albañiles, y a su vez la Secretaría de Desarollo Urbano, Obras Públicas e Infraestructura (Seduopi) no ha realizado las supervisiones sanitarias que prometió.
Los trabajos de la última etapa del Malecón Costero y glorieta de Boquerón del Palmar se desarrollan con retrasos, de acuerdo con la licitación pública LO-904012996-E62-2020 debieron haber sido entregados el 2 de octubre de 2020; es decir, han transcurrido más de 120 días de extensión del contrato.
En el sitio se perciben avances en el muro de contención, instalación de postes de alumbrado y guarniciones; pero se observa la falta de empastado, pintura y pavimentación en decenas de metros del malecón.
La obra se adjudicó a Blackwork por un monto total de 24 millones 194 mil 337 pesos.
Retrasos
Es importante mencionar que el Ayuntamiento de Carmen que encabeza Óscar Rosas González será el encargado de colocar el Barco Pirata que adornará la glorieta de Boquerón del Palmar, construcción que hasta ahora no muestra avance alguno.
También hace falta luz eléctrica para el alumbrado público y aunado a ello el módulo de vigilancia que hace unos días fue clausurado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), por carecer del trámite de Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
Algo grave es ver a los obreros que laboran en la construcción fueron captados sin aplicar las medidas sanitarias para reducir el riesgo de contagios de COVID-19.
Por lo menos una decena de trabajadores que realizan tareas de construcción en la última etapa de la ampliación costera, obra adjudicada a la empresa Blackwork Construcciones, que dirige el hijo del subsecretario de Desarrollo Municipal de la Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras Públicos e Infraestructura (Seduopi) de Campeche, Jorge del Carmen Cervera Zetina, laboran sin cubrebocas ni medidas de prevención contra el coronavirus.
Los alarifes portan paliacates o gorros para cubrirse de los rayos solares, pero ninguno tenía mascarilla protectora o barbijos contra el COVID-19. Tampoco se observó ningún módulo de sanitización para los empleados.
SY