Al presidir la misa del retiro de sacerdotes en el marco de las actividades previas al 493 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, el Obispo de Campeche, José Francisco González González, planteó que el país está bañado en sangre por la violencia en la que está inmerso y exhortó a la reconciliación y la unidad que expone la Virgen María.
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Ante la liturgia eucarística que impartió, luego de que los sacerdotes y seminaristas hicieran un recorrido en bicicleta, corriendo o caminando desde Tenabo, la parroquia de la Encarnación en Fidel Velázquez hasta el santuario guadalupano, expresó que la expresión de la Virgen de Guadalupe de construir una casita no únicamente se refiere a la construcción material, sino a lo que María Santísima quería hacer como madre: conjuntar a todos sus hijos.
Lo que representa la reconciliación y la unidad que nos vino a traer hace cerca de 500 años y que al día de hoy volvemos a necesitar, apuntó.
Expresó que no son las condiciones de 1531 cuando la guadalupana hace presencia con su imagen en la tilma de Juan Diego; sin embargo, subrayó que hoy en día hay una situación muy grave, tal vez más fuerte que en aquellos años ante "la violencia sanguinaria que no tiene límites, que no importa nadie".
Incluso hizo referencia a las autoridades de gobierno sin hacer mención de ellas, ya que externó que "a veces se niega lo que estamos viviendo, como narración que vivimos en un país todavía en un estado de derecho y en paz".
Aunque señaló que la violencia la viven los ciudadanos en Tabasco, Guerrero, Michoacán, Chiapas, Tamaulipas y lo que vemos en México que "no solo está salpicado de sangre, sino bañado en sangre".
E incluso subrayó que la sangre por la violencia tiene un efecto más grave que la corrupción.
Por lo que planteó que la Virgen María es el Dios de la verdad, de la misericordia, por lo cual los clérigos deben de comprometerse a difundir el mensaje de la Virgen de que los sacerdotes son artesanos de la paz y promotores de la verdad y de la justicia para alcanzar una sociedad verdaderamente abierta para todos.
Por lo que la casita de la Virgen, añadió, no es solo la del Tepeyac, sino la que se tiene que construir para que todos entremos en la familia que Jesús quiere que formen los católicos.
JGH