El pasado 20 de noviembre se conmemoraron 109 años del inicio de la Revolución Mexicana. El movimiento armado encabezado por Francisco I. Madero, fue vital para la transformación del país, cambiar el régimen porfiriano y sentar las bases del México moderno. De ese movimiento emanó, por ejemplo, la Constitución de 1917 que, por mucho, fue la más “adelantada” de la época en lo que respecta a los derechos sociales. Para conmemorar esta fecha, como ya es costumbre, se realizaron desfiles cívico- militares a lo largo y ancho del país, considerando diferentes aspectos característicos de esta lucha, entre ellos, el tren.
En un vídeo que Andrés Manuel López Obrador subió a sus redes sociales para invitar a conmemorar este aniversario, se pregunta: ¿Cómo se hizo la Revolución? A lo que responde, que los caballos y los trenes fueron fundamentales para el desplazamiento de las tropas durante el movimiento armado.2 Por ello, en el zócalo de la Ciudad de México se puso en exhibición la locomotora FCI-76, normalmente conocida como “Petra” y que fue primordial para mover las tropas zapatistas en Morelos y Puebla. En efecto, los caminos de hierro fueron un medio de transporte transcendental para las diferentes facciones revolucionarias.
Es importante señalar que existen muchos testimonios escritos de personas que participaron de manera directa en la Revolución, como Felipe Ángeles o Federico Cervantes, que nos narran, cómo a través de lo trenes, se trasladaban las provisiones que se necesitaban para combatir a las tropas huertistas y carrancistas, en diferentes momentos de la lucha armada. Así, pues, el tren fue un arma de guerra, un recurso estratégico y el medio de transporte más eficaz para que las municiones, los soldados y hasta los recursos alimentarios llegaran a donde tenían que llegar.
Sabiendo de la importancia de las vías férreas, muchos combatientes, incluidos Francisco Villa y Emiliano Zapata, ordenaban detonar los caminos de hierro para evitar que las facciones rivales se apoderen de ellos. Pero Venustiano Carranza fue más allá, por un decreto, mandó a incautar todos los ferrocarriles para captar recursos a favor de su facción. En Yucatán, Salvador Alvarado se encargó de confiscarlos a la “Casta Divina”, por lo que dejaron de llamarse Ferrocarriles Unidos de Yucatán y fueron nombrados, Ferrocarriles Constitucionalistas. Algunas fuentes que he consultado en relación con el tema, me permiten vislumbrar sobre la economía de los caminos de hierro en ese periodo, que, a diferencia de otras partes de la República, donde algunas vías fueron destruidas, en las Tierras del Mayab, permanecieron relativamente estables. Esto se debió, principalmente, a que en la península no hubo grandes batallas, pero también a que, a través de ellos, se movía el henequén, uno de los recursos más importantes para el país en ese momento. En 1917, Salvador Alvarado dejó el gobierno de Yucatán y con ello, los ferrocarriles volvieron a las manos de sus antiguos dueños, pero ésa ya es otra historia.
2 Consultado en: https://www.youtube.com/watch?v=OX5PlVIuRWk