En el año 2005 un feroz huracán alcanzó tierra en Yucatán, el fenómeno meteorológico llevaba por nombre Wilma, tal como se llamaba la abuela irlandesa de la protagonista de esta historia, una niña que sufre las severas consecuencias de la fuerza del clasismo y la naturaleza.
Escrito, dirigido y protagonizado por Itzhel Razo, Wilma es un monólogo autobiográfico con toques de ficción que combina el teatro, la danza y la cosmogonía maya. Expone en tan solo 60 minutos, el elitismo de la sociedad yucateca, la discriminación, la etnofobia y la rigidez que suelen tener los lazos familiares, al grado de definir el destino de una vida. Creado en 2019, el unipersonal está por celebrar sus primeras 100 representaciones en diciembre.
A través del performance, la actriz muestra recuerdos de su infancia, de su familia y rememora con el dolor que causan las catástrofes, episodios de su vida personal, de cómo la mamá de su papá le negó el derecho a su identidad, al sentido de pertenencia, creando un caos interno que ha reordenado a través de las artes escénicas para gritar a los cuatro vientos los estragos que causan estas enfermedades sociales.
En contexto, una pequeña pelirroja crece bajo las estrictas reglas de su abuela que le prohíbe a su nieta aprender la lengua y la cultura del lugar que habitan (Yucatán), tampoco le permite relacionarse con mayahablantes. Totalmente aislada de su origen, queda como extranjera en su propia tierra.
Noticia destacada
Joaquín Díaz Mena respalda a Claudia Sheinbaum para consolidar la 4T en México y Yucatán
Súbitamente, llega uno de los peores huracanes de la historia a la Península. Se emite la alerta temprana para ciclones en lengua maya. Ella, incapaz de comunicarse con los demás, intenta sobrevivir al desastre sin ayuda de alguien. Su suerte queda en el aire.
En palabras de Itzhel Razo, Wilma es una analogía entre una catástrofe natural y una social, ambas dejan huella, “particularmente en la educación de la niña -que soy yo-”, comenta en entrevista.
“Además de aparecer en escena el huracán, tanto el físico como el emocional, en el transcurso de la obra aparecen cosas que van surgiendo en el espectador, que se remueven desde adentro, como un mar que nace de las entrañas y, que al final, es una especie de purga. Ocurre una devastación personal, física y escénica, como en el momento que sucede el huracán; los azotes, la violencia que conlleva todo ese contenido en lo social y en lo personal acaba por transformarse en un ritual de sanación. Digamos que la obra termina liberando al personaje”, agrega la actriz.
En otro orden de ideas, dicho biodrama ha impactado fuertemente desde la primera vez que se presentó en un escenario, logrando cautivar al público de todos los espacios en los que se ha realizado.
Ha sido nominada como lo mejor del 2020 por la Agrupación de Críticos y Periodistas Teatrales (ACPT), ha formado parte del Festival Es Tiempo de Mujeres Stcdmx 2020, Festival de Monólogos Teatro a Una Sola Voz INBAL 2020-2021, Festival de teatro de La Rendija, Mérida, Yucatán.
Así como del Encuentro de Artes Escénicas Enartes 2020 y Festival de la Joven Dramaturgia 2022; así como del Ciclo de Artes Vivas, Dramaturgias Ambulantes 2022, Circuito Nacional en Espacios Independientes, Centro Cultural Helénico 2022, Efiartes, Gira Nacional y Reposición de temporada 2023, actualmente está nominada por la ACPT como mejor monólogo 2022-2023.
Formará parte del Festival de Unipersonales Uruguay, en Montevideo, a finales de este mes, y en Nuremberg, Alemania, para el Festival dedicado al clasismo, que se llevará a cabo en noviembre.
Detrás del éxito obtenido hay una extensa y fructífera carrera profesional que la joven creadora escénica ha conjuntado para este espectáculo.
Asimismo, la obra cuenta con un rediseño y producción nueva a cargo de los creativos: Roberto Paredes, en el diseño de iluminación; Aurelio Palomino, en el diseño de escenografía; Sergio Mirón, en diseño de vestuario; Rodrigo Castillo Filomarino, con el diseño sonoro y la asesoría de puesta en escena de Luis Alcocer Guerrero.
La producción ejecutiva de Andrea Cruz Meléndez, la asistencia de producción de Alejandro Moreno del Pilar, Graciela López Herrera en la asesoría en técnica balinesa, y Ángel Luna Flores en la asesoría actoral.
Al ser cuestionada sobre las dificultades que ha tenido que sortear durante el tiempo que lleva montando su creación escénica, declara lo siguiente: “Creo que es un tema muy tabú en la sociedad mexicana. Yo trato de hacerme responsable de la educación racista que me dio mi abuela, tratando de hacerme responsable de su herencia para lograr que las nuevas generaciones modifiquen esas estructuras pasadas. También es complicado exponer el tema, sobre todo por el elitismo que hay en Mérida, pero me doy cuenta de que es algo que la gente conecta con las realidades de sus Estados, porque esto sucede a nivel nacional. Yo lo asumo, lo expongo y lo critico porque es algo que a mí me dolió”.
Y concluye con una reflexión sobre su labor artística: “expongo para intentar sanar heridas y que sirva como espejo para que otros también puedan hacerlo, desde la identificación con el personaje”.
Esta obra que lucha contra la discriminación y la etnofobia se presenta hoy y mañana en La Rendija Sede A, (Calle 50 por 51. Centro) y el lunes 16 y mates 17 de octubre, en el Teatro Armando Manzanero, en este espacio la entrada será libre al igual que los días 18 y 19 de octubre en el Teatro José María Iturralde y Traconis, de Valladolid.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
NM