Cultura

De Puño y Letra Mario Renato Menéndez: Entrevista a César del Ángel Fuentes, fundador de la organización "Los 400 Pueblos"

Don Mario Renato Menéndez tuvo la oportunidad de entrevistar a César del Ángel Fuentes, quien fue fundador de la organización "Los 400 Pueblos"
El periodista yucateco acudió a la cárcel en Chilpancingo, donde fue recluido el político veracruzano tras los hechos violentos de Guerrero / Por Esto!

César del Ángel Fuentes fue un controversial líder campesino mexicano, nacido el 15 de enero de 1936 en Tuxpan, Veracruz. A lo largo de su vida, se dedicó a la lucha por los derechos de los trabajadores del campo, enfrentando numerosas adversidades y conflictos con autoridades y terratenientes.

Fue fundador y dirigente de la organización “Los 400 Pueblos”, en la década de los setentas; sin embargo en la década anterior, su papel preponderante en la organización coprero de Guerrero, lo llevó a la cárcel, donde fue entrevistado por Mario Renato Menéndez Rodríguez.

Oportuno, como siempre, el periodista yucateco acudió a la cárcel en Chilpancingo, donde fue recluido el político veracruzano tras los hechos violentos de Guerrero, dando una exclusiva más a la Revista Sucesos. Uno más de los éxitos editoriales de su carrera.

Don Mario Renato Menéndez Rodríguez.

Desde su celda en Chilpancingo

La entrevista, fue uno más de los éxitos editoriales de su carrera / Por Esto!

Esta entrevista con el destacado dirigente campesino César del Ángel Fuentes fue grabada en cinta magnetofónica en la prisión estatal de Chilpancingo, donde el ex diputado federal veracruzano se encuentra recluido a raíz de los trágicos acontecimientos del mes de agosto en Acapulco. Nada de lo que en ella se dice ha sido objeto de interpretación subjetiva por parte del director de Sucesos.

Como antecedente esclarecedor de la actitud del César del Ángel, y sus declaraciones y de las circunstancias en que se ha visto implicado en un proceso político y judicial sobre el cual se enfoca la atención de todos los mexicanos, creemos oportuno reproducir estas palabras del combativo y sincero dirigente publicadas en “Sucesos para todos” el 23 de julio de 1966:

“...Cuando acepté ser diputado federal y miembro activo de la Confederación Nacional Campesina no ignoraba que debía someterme o ciertos moldes y procedimientos, pero dentro de estos moldes y procedimientos no estaba previsto el sesgo ideológico que Amador Hernández está dando a la CNC (Confederación Nacional Campesina) en su carácter de secretario general de nuestra central. Tampoco estaba prevista la actitud tibia y reaccionaria frente a los problemas nacionales, gravísimos y dolorosos, que afectan actualmente a los campesinos mexicanos…”

“De la energía (de Rojo Gómez) pasamos a la tibieza, de la aptitud a la ineptitud, de la lealtad hacia los hombres del campo pasamos a las actitudes políticas...”

El entonces diputado federal César del Ángel declaró también a Sucesos: “En nuestra central se improvisa y se actúa sin una convicción campesina, sin un programa de trabajo y sin un equipo organizado. Las ligas de comunidades agrarias carecen de dirección y tratan de resolver los problemas que se les presentan sin coordinación alguna. Actualmente no existe ninguna canalización ni se aprovechan los recursos con que contamos para resolver los problemas de mayor urgencia del país. Este es el aspecto más peligroso de la actuación de Amador Hernández, ya que no solo nos ha demostrado que no desea enfrentarse a los problemas de mayor urgencia y de interés nacional, sino que frívolamente los elude…”

¿Qué hizo Amador Hernández tan pronto como asumió la jefatura de la CNC? Abrió las puertas de la central a los membretes registrados, y actualmente en las filas de la CNC ya existen uniones nacionales de cobreros, algodoneros, arroceros, cocoteros, y agricultores, cafetaleros, cañeros, etc. Esto no podía suceder en la época de Rojo Gómez, ya que para que cualquiera de estas uniones pudiera pertenecer a la central era necesario que al solicitar el ingreso en nuestras filas contara con la absoluta mayoría y demostrara que su actuación era honrada y revolucionaria… Lo grave de esta situación está en que muchísimos membretes están justamente al servicio de los grandes monopolios y es por medio de ellos que se comercian subsidios, permisos de exportación, precios de garantía y hasta la defensa pública de los intereses Patronales... Estas razones me han orillado a tomar una actitud que los violadores de las leyes, los auténticamente rebeldes, tacharán de rebelde. Estoy convencido de que callar en este caso es ser desleal a mi central, a mi partido y al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que desde el principio nos dio el apoyo y el poder necesarios para organizar las defensas que los campesinos requieren. No podemos olvidar que fue el pueblo campesino el que, con las armas en la mano, permitió que nosotros tuviéramos el poder, y que si continuamos defraudándolo sistemáticamente ese mismo pueblo será el encargado de quitarnoslo. Amador Hernández, en su actitud rebelde a las leyes y principios que representa, no hace sino procurar que ese día se acerque con velocidad vertiginosa…”

CHILPANCINGO, Guerrero, 24 de septiembre de 1967.-En su celda de la penitenciaría del estado, rodeado de campesinos en la medida de sus posibilidades le prestan toda clase de ayuda, encontramos al ex diputado federal veracruzano César del Ángel Fuentes, el joven inquieto de apenas 27 años de edad cuya pasión por servir al hombre del campo, inculcada por un padre que toda la vida fue profesor rural, ha puesto en situación muy difícil a no pocos líderes del tablero político mexicano que no sólo se enriquecen a costa del trabajo de los parias sino cometen los asesinatos más brutales, de manera singular los miembros de la mafia guerrerense que encabeza Donato Miranda Fonseca, la criminal pandilla que nunca se imaginó que el ex oficial mayor y secretario acción juvenil de la Liga de Comunidades Agrarias de Veracruz y excoordinador de tramitación agraria de la CNC saldría con vida de la matanza ocurrida en Acapulco el domingo 20 de agosto.

A pesar de su corpulencia y su alta estatura, Del Ángel conserva una expresión infantil; la prisión lo ha reafirmado en su convicción de seguir siempre adelante, en defensa de los intereses de los campesinos mexicanos; y, con relación a su caso, tiene fe en la administración de la justicia.

Con la amabilidad que le es característica, el ex diputado veracruzano, que nació un 23 de agosto en el ejido de Ojite, del municipio de Tuxpan, nos extiende la mano y nos invita a sentarnos ante una pequeña mesa, mientras su hermano Emilio y su abogado preparan el café y agradecen las tazas que envió un grupo de mujeres recluidas en el penal, repleto de presos.

Al empezar la entrevista, Del Ángel nos dice:

–Antes que nada, señor director, quiero agradecer la posición honrada de periodista que usted ha adoptado en todos y cada uno de los problemas campesinos y muy  especialmente en el de la copra, su presencia me estimula a hablar con la verdad, porque sé que lo estoy haciendo ante un periodista que nos ha demostrado su capacidad y limpieza, y sobre todo porque sé que al hablar con usted estaré avalado por el mejor conducto.

—Desde el punto de vista económico, técnico, político y social, ¿cuál fue el origen del problema de la copra? ¿en qué consistió la intervención de las autoridades federales y estatales?¿Qué papel jugaron la Confederación Nacional Campesina y algunas personalidades políticas?

—Voy a dar respuesta por partes a la pregunta que usted me ha formulado. El problema técnico y económico de la copra se origina como se han originado infinidad de problemas en los cuales intervienen los monopolios extranjeros para acaparar la producción de los campesinos. La palma, que se encuentra sembrada en una superficie de 70 mil hectáreas a lo largo de la Costa Grande y la Costa Chica de Guerrero, ha logrado acumular capital por un total mayor de $1,400 millones, entre los campesinos ejidatarios y pequeños propietarios de esta inmensa región. Esto, como en todos los casos, ha ocasionado el acaparamiento de la copra.

En Guerrero el acaparamiento de la copra y su industrialización tienen factores muy especiales.

El monopolio industrializador que opera en México -entre sus integrantes está la Palmolive- obtiene la producción en condiciones cada vez más perjudiciales para los campesinos y más favorables a sus intereses.

Por ello los campesinos, al encontrarse desorganizados, sin defensa, por parte de los gobiernos federal y del estado, pensaron en su organización. Fue así como en 1956 empezaron a formar la Unión de Productores de Copra.

Esta organización fue vista al principio como una verdadera quimera. Pero cuando los campesinos agrupados acordaron establecer un impuesto para mejorar el precio de la copra y, sobre todo, para construir afoliaderos y mejorar el cultivo de la palma, se inició una verdadera etapa de progreso para estos trabajadores.

La UPC estuvo organizada en su inicio por auténticos campesinos, y la cuota de un centavo que gravaba el kilogramo copra alcanzaba perfectamente para pagar decorosos salarios a los líderes, gastos de representación, y hasta para realizar algunas obras, como el edificio coprero, donde sucedió la tragedia del día 20 de agosto.

Sin embargo —-y es ahí donde nace el problema político del que usted me pregunta—-, se consideró para mejorar la situación se hacía necesario un aumento del impuesto, y éste fue aumentado al principio a tres centavos por kilogramo de copra. El control de cuotas por cuatro o cinco millones de pesos que esta originaba, así como la dirección de los 10,000 familias copreras, constituyó un motivo de ambición para todos los políticos, tanto nacionales como del estado de Guerrero.

Fue el gobierno del doctor Raimundo Abarca Alarcón el que, con el pretexto de combatir la fungosis -una plaga de la palma-, aumentó el impuesto de 10 centavos a 13.

Este fue el inicio del control de la UPC por medio de líderes venales.

Me pregunta usted cuál fue la intervención de las autoridades federales, de las estatales y de la CNC. Debo decirle que hasta ahora los campesinos se quejan de qué mi organización, la CNC, salió en todo momento con los líderes venales, y estos se hayan protegidos por el gobierno del estado, que controla bajo su exclusivo, arbitrio el destino de las cuotas. Con referencia a las otras personalidades políticas que tienen injerencia en el problema coprero, la inmediata responsable es la Secretaría de Agricultura, porque ésta, por medio de la ley de asociaciones agrícolas, tiene autorización absoluta para manejar estas organizaciones.

Y tiene una ley sumamente amplia con la cual, gracias a la intervención del gobierno federal, a través de la Secretaría de Agricultura, se evitarían esta situaciones en el campo mexicano.

En cuanto a la situación social de los campesinos, estos se encuentran en un estado muy lamentable. Conocen de crédito, carecen de comercialización, es decir, están en manos de unos cuantos acaparadores que controlan y manejan su producción, fijan el precio, otorgan créditos. En fin, la usura en la vida del coprero, es cosa de todos los días.

Pienso que lo más grave que ha existido en todo organismo campesino es la creación del pistolerismo. Creo que el estado de Guerrero es uno de los pocos en que existe esta situación, al menos en forma tan aguda. Al campesino coprero se le controló también con pistoleros, se le amenazó, se le asesinó, se le persiguió con el apoyo político y la beligerancia que se otorgaba  a todos los pistoleros connotados de la Costa Chica y de la Grande. Esto obligó a los campesinos a permanecer siempre callados y vivir siempre con el temor de sufrir represalias si querían hacer alguna protesta contra el organismo que los asfixiaba y estaba coludido con la explotación.

—¿Sería tan amable de relatarnos el proceso organizativo del congreso compresor, así como los trágicos sucesos del domingo 20 de agosto en Acapulco?

Ahí habló sobre la participación de la CNC en pro de los campesinos / Especial

Los campesinos copreros habían acudido a la CNC y tenían esperanzas de qué por medio de mi organización se llevaran a cabo una elecciones limpias a principios de este año. Y así fue como la Secretaría de Agricultura, inexplicablemente, le otorgó a la CNC facultades que nunca le había dado: le concedió el derecho de hacer la elecciones para el cambio de directiva de la UFC. Aparte su calidad de observadora, la CNC recibió la facultad de sancionar los comicios.

Los campesinos copreros, en un principio, observaron esto como un síntoma positivo, pues la Secretaría de Agricultura siempre había estado amafiada con los membretes, ahora que la CNC podía sancionar una elección, ello resultaba una aliciente para los hombres del campo. Pero todo fue una decepción, porque la CNC, aliada con el gobierno del estado, procedió a hacer una elecciones fraudulentas. La llevada y traída elección directa de los campesinos. No fue más que un pretexto para violar en todo momento los derechos de estos hombres, la mayoría de votos, la tenía el compañero Julio Verdeja y con base en un catastro de campesinos, totalmente fuera de la realidad, con casillas que se extraviaron, con votaciones que no se registraron, lograron fabricar un triunfo para el licenciado Jesús Flores Guerrero

Aunado esto al mal manejo de los impuestos por parte del gobierno del Estado, aumentó la inconformidad de los campesinos copreros. Y cansados de acudir a cada una de las autoridades, se entrevistaron conmigo a fines de junio de este año, para que los asesorara en la defensa de sus intereses. Entre otras cosas, existe un amparo ganado por la Confederación Nacional de Productores de Copra, en donde se desconocen la legalidad de la directiva encabezada por el licenciado Flores Guerrero. Con base en esta situación, así como en la ley de asociaciones agrícolas, acepté la dirección del movimiento coprero. Esto fue el principio para el acuerdo de organizar un congreso.

Para organizar el congreso nos reunimos el 9 de julio, en la ciudad de Tecpan de Galeana, con representantes campesinos de todos los pueblos copreros del estado de Guerrero. Los representantes me manifestaron que deseaban mi asesoramiento fuera de la CNC, porque le habían perdido la confianza a mi organización y deseaban mi intervención exclusivamente como diputado federal. Entonces acepté dirigir el movimiento y, por principio, acordamos recorrer las poblaciones de la Costa Grande y la Costa Chica, haciendo asambleas para orientar a la gente sobre las condiciones legales en que habría de realizarse el congreso.

Con fecha muy anticipada, escogí el día 20 de agosto para el congreso. Los puntos principales por tratar serían la derogación del impuesto de los 13 centavos, que como dije antes, estaba manejado en forma fraudulenta y dolosa y no satisfacía a los campesinos, y además realizar lo conducente para que la directiva encabezada por el licenciado Flores Guerrero, definiera su legalidad. Pero fundamentalmente llevábamos, puesto que es la voluntad de todos los campesinos obreros de la Costa Grande y la Costa Chica, el propósito de derogar el impuesto de 13 centavos que graba el kilogramo de copra.

Así fue, como dimos nacimiento a la celebración de un congreso. Recorrimos la costa grande y la costa chica, los campesinos vieron con simpatía la reunión y nos preparamos para asistir en forma pacífica, el 20 de agosto, al edificio social, que fue construido con los dineros de los campesinos.

Para la celebración de este congreso, el jueves 17 de agosto de este año se envió comunicación por telegrama al gobernador del estado, Raimundo Abarca Alarcón, a Don, Amador, Hernandez, secretario General de la CNC; al profesor Juan Gil, preciado, secretario de Agricultura. En fin, se dio aviso a todas las autoridades por medio de telegramas —los cuales entrego a usted, para que los use en la forma que crea más conveniente— en donde certificamos que notificamos a cada una de las autoridades la celebración de este congreso.

No recibimos respuesta a nuestros telegramas, ni a un sentido ni en otro. Pero como siempre ha habido apatía hacia las peticiones y las luchas de los campesinos, pensamos que era, como es, una de tantas responsabilidades cometidas, para no hacer caso de las demandas de los hombres del campo.

En la plática, destacó la lucha en favor de los campesinos / Por Esto!

El 20 de agosto acompañé a los campesinos que venían de la Costa Grande: todos los delegados efectivos, dos por cada pueblo coprero, que veníamos de aquella región. Nos reunimos con los campesinos que venían de la Costa Chica. Éramos aproximadamente entre 700 y 800 hombres. Con anterioridad nos había visitado el mayor Figueroa, de la Secretaría de Gobernación, diciéndonos que no lleváramos armas porque habría una despistolización. Y tengo entendido, aunque no lo he certificado, que los campesinos de la Costa Chica fueron revisados meticulosamente antes de llegar al congreso.

Cuando llegamos, un campesino coprero, me informó que había observado desde afuera, o había sabido que un grupo armado estaba dentro del edificio copero. Al enterarme de este hecho procedí a tomar las medidas necesarias. Se había acordado que una comisión de 20 campesinos, copreros y hasta el edificio social de su organización para solicitarlo del modo mas comedido. Enterado del préstamo del local, o de parte de este, el grueso del contingente se dirigiría al edificio y empezaría el congreso.

Pero al enterarme de qué había grupos armados, consideré conveniente encabezar el grupo, dado que conocía a los licenciados Flores Guerrero y Eligio Serna Maciel, directivos de La Unión, Corera y jefes del grupo antagónico. Subí en un camión de redilas, y desde él me dirigía al grupo de campesinos que nos acompañaba y que integraban uno 700 u 800.

Les informé que me habían enterado de qué había un grupo armado dentro del edificio copero, y que por tal motivo yo iba acompañar a la Comisión, esto lo hacía porque en mi calidad de diputado federal, la amistad, aunque incipiente, que tenía con el licenciado Flores Guerrero, podría borrar cualquier interpretación de violencia.

Nos dirigimos al edificio. Esta foto que muestro a usted indica que marchábamos sin ningún ademán sospechoso, sin demostrar que fuéramos en tono violento, sino satisfechos y dispuestos a celebrar el congreso. Nos acercamos al edificio, y observé que dentro había una serie de hombres que custodiaban la puerta, y dos o tres que estaban fuera. Me llamó la atención el detalle de qué todos ellos sostenían en sus manos un trozo de caña de azúcar. Después supe que esta era la contraseña para no dispararse entre sí.

Llegamos a la puerta y, con la comisión que me acompañaba, solicité la entrada al local. Una persona que estaba dentro del edificio, del otro lado de la puerta, es una puerta grande de cristal, me hizo la seña clara de qué no podía pasar. Pero recuerdo que entendí que podía pasar yo solo. Los campesinos se negaron, protestaron y dijeron que debería pasar la comisión. Yo no me introduje sólo por una razón, en ese momento se iban a discutir con los licenciados Flores Guerrero y con Serna Maciel, cuestiones importantes de lucha, y no era conveniente que yo fuera solo, porque había que evitar suspicacias y malas interpretaciones, cualquiera que fuese el resultado de nuestra plática.

Entonces insistí en que se me permitiera la entrada al local. Esto sucedía cuando observé que la persona que se encontraba en el interior, creo que es un señor Radilla, me he enterado de su nombre, echó mano a una pistola. Esto, necesariamente, puso nervioso a todo el grupo. Quise hacerme hacia atrás, pero el grupo de los 20 campesinos o más que estaban afuera, me lo impidió. Cuando lo intenté por segunda vez, ya esta persona me apuntaba y descargaba el arma.

Los disparos que escuché me parecieron lejanos, pero ahora entiendo que se dieron así porque partieron del interior del edificio. Es falso que los campesinos de afuera hayan iniciado los disparos, puesto que en ningún momento estuvimos preparados como para desencadenar un acto de violencia. Así que uno de los heridos, Constancio Hernández, a quien se dice que nosotros le disparamos, recibió un tiro desde arriba: la bala le penetro por el cráneo, y le rayó un ojo, pero le salió y no fue mortal.

Al recibir las primeras descargas de metralleta y de las personas que me disparaba desde el edificio, caí al suelo. Creo que en principio esto me salvó. Corrimos o caminamos, no recuerdo, hacia la calle, mientras los campesinos caían heridos y una ametralladora nos disparaba desde la parte de arriba del edificio coprero. De ahí mismo salieron personas a seguirnos, disparando. Corrimos o caminamos, digo, y así avancé cuadra y media. En ese lugar precisamente me alcanzaron tres policías judiciales del estado, armados de ametralladoras.

Digo que eran policías judiciales del Estado, porque cuando pasé hacia el edificio coprero, los campesinos me dijeron que no tuviera prevención por ellos, pues eran agentes del estado. Y eso es muy cierto, porque cuando llegué al edificio, además de un camión con 20 miembros del ejército nacional —que nos dieron la seguridad— había a la salida un sin número de personas armadas de metralletas. Pensamos que al estar la policía judicial y la Federación. Fuera del edificio. No habría posibilidades de violencia. Pero cuál sería mi sorpresa al ver que estas personas que se hallaban fuera del edificio, e identificadas por los campesinos como policías todos los responsables deben aparecer en este juicio, deben ser desenmascarados y señalados.

Sobre la administración de la justicia, necesariamente estoy, porque en mi caso se obre justamente; no espero privilegios de ningún tipo; sólo espero que se me haga justicia, aunque el pueblo de Guerrero tiene poca fe en ella. Pero creo que en este caso, por tratarse de una situación nacional, y porque la justicia del Estado está bajo los ojos de la opinión pública, se nos tratará con imparcialidad.

—¿Qué espera usted del Presidente de la República?

— En el Presidente de la República, lo anuncié en la prensa, está depositada toda mi fe, y en los últimos sucesos me han dejado plenamente satisfecho. Solicité garantías y se me otorgaron, solicité que los inmediatos responsables empezarán a ser castigados, y así se ha hecho, y espero, más que la atención de los acontecimientos del día 20 de agosto, que el presidente Díaz Ordaz atiende, especialmente los problemas de los campesinos copreros, que consisten en créditos, en comercialización de copra, en que se les deje escoger sus mejores hombres, en que se le reduzca el gravoso impuesto, todos estos puntos son los que están a la altura del señor presidente Gustavo Díaz Ordaz, para ser resueltos. A los acontecimientos, el gobierno del Estado no ha hecho nada, en tal sentido; por ello, los campesinos copreros, y yo mismo, esperamos que estos puntos sean atendidos por el señor Presidente de la República.

NOTA: Para la década de los setentas, Del Ángel Fuentes fundó el Movimiento de los 400 Pueblos. Su vida dentro del movimiento campesino tuvo una duración de al menos cinco décadas; aunque en algún momento reconoció que nunca aró la tierra ni se desnudaría como lo hacías sus seguidores. Murió el 7 de julio de 2020 en la Ciudad de México.