Este sábado, Evo Morales, expresidente de Bolivia, inició una huelga de hambre en protesta por el operativo policial y militar que, el día anterior, desalojó uno de los puntos clave en el bloqueo de carreteras en Parotani, en el centro del país. La intervención de las fuerzas de seguridad resultó en la detención de 66 personas, quienes, según el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, serán investigadas por presunto terrorismo.
La acción policial ocurre después de 19 días de bloqueos organizados por seguidores de Morales en demanda de un diálogo con el gobierno del presidente Luis Arce.
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Desde el auditorio de una emisora cocalera en el Trópico de Cochabamba, zona que representa su bastión político y sindical, Morales inició el ayuno voluntario en señal de repudio. En sus declaraciones, el exmandatario expresó su desacuerdo con la detención de sus simpatizantes, a quienes considera víctimas de una “brutalidad del gobierno”, aludiendo que las medidas del actual Ejecutivo le recuerdan a las tomadas por el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada contra él durante su época como líder cocalero.
A pesar de la sugerencia de Morales de pausar los bloqueos para evitar enfrentamientos violentos, sus seguidores decidieron continuar la medida de presión. En tanto, las fuerzas de seguridad han logrado despejar algunas rutas estratégicas, incluida la vía principal hacia el occidente del país, tras enfrentamientos en los que se emplearon gases lacrimógenos y dinamita.
El presidente Arce defendió el operativo, indicando que la liberación de las rutas es prioritaria para “desahogar la economía” del país y que el desbloqueo en Parotani representa solo “el primer paso” para asegurar la normalización del tránsito en las carreteras aún bloqueadas.
Los bloqueos de carreteras, que ya suman 20 días, exigen la suspensión de los procesos judiciales contra Morales, quien enfrenta cargos de trata de personas y estupro, así como la resolución de problemas económicos y el respaldo a su candidatura para las elecciones presidenciales de 2025. La relación entre Morales y Arce se ha deteriorado desde 2021, con tensiones dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) por la elección de su candidato para las elecciones de 2025 y divergencias en la administración gubernamental.
La situación, que mantiene paralizados puntos clave en la región del Trópico de Cochabamba, ha profundizado las divisiones políticas y la crisis en Bolivia, mientras la presión en las calles continúa y la intervención del gobierno se intensifica.
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