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Pueden usarse tanto en cocina dulce como salada, y dar resultados tan dispares como compañeros de viaje tengan

Durante muchos años se ha empleado el anís como infusión o como potenciador de sabores y aromas en postres. Pero el anís, del que se distinguen, básicamente, dos tipos, encierra muchos otros atributos.

El sabor de esta especia es cálido, dulce, tiene notas a regaliz, es ligeramente picante y es muy aromático. Su origen proviene de los Babilónicos, los campos egipcios fueron los primeros en cultivarlo, y los árabes los encargados de introducirlo en Europa por razones medicinales.

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Comparte presencia, en alimentos tan diversos como la albahaca o el hinojo, entre otros muchos, y en ingredientes aromáticos igualmente diferenciados como la semilla de anís (matalahúva), el anís estrellado o los tallos del hinojo. Pero todos, absolutamente todos comparten un nexo común de unión, el anetol, una compuesto orgánico y natural que aporta estos matices aromáticos.

Por una parte está el anís verde, originario del Mediterráneo oriental, rico en carbohidratos, así como en proteínas, vitaminas, minerales y fibra. En concreto, aporta vitaminas A, C y del grupo B, que benefician nuestros ojos, aseguran la retención del hierro y permiten al cuerpo aprovechar la energía de la comida que ingerimos.

Contiene calcio, fósforo, zinc, magnesio y potasio, minerales que mejoran el rendimiento muscular y refuerzan los huesos. Durante muchos siglos el anís verde se tomó con finalidades medicinales, ya que es un buen diurético, estimula la producción de leche o puede actuar como afrodisiaco.

Del anís verde se obtiene la bebida de anís, el anís seco, un aguardiente que también se utiliza en postres o como digestivo tras una comida.

Por otro lado está el anís estrellado, originario de China y Vietnam y con unas propiedades muy parecidas al anís verde. Sobre todo destaca su capacidad carminativa (disminuye los gases intestinales) y digestiva, por lo que en infusión mejora la salud abdominal. También es diurético, expectorante, analgésico, antimicrobiano y alivia molestias respiratorias, desde la tos hasta la gripe. Es un buen antioxidante y es rico en calcio, hierro, cobre, potasio, manganeso, zinc y magnesio.

Pero, estos aromas van mucho más allá y han tomado un papel memorable en el campo de los espirituosos, siendo adoptado por las destilerías en la elaboración de bebidas tan consumidas como el Arak o el  Ouzo (en el Medio Oriente y Grecia), la famosa Absente o el Anisette (en Francia), la Sambuca italiana o el aguardiente de anís, en su doble versión, seco y dulce, en los anises destilados de España, éste último usado tanto como bebida así como aromáticos de cientos de recetas conventuales, entre las que podría destacar los roscos de anís.

JCL

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