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Opinión

Formar con civismo para construir Patria

En este artículo de opinión, José Miguel Rosado Pat reflexiona sobre formar de manera cívica la construcción de la patria

Muchas son las cosas que me motivan, pero sólo algunas han logrado apasionarme y hacerme sentir útil, en particular aquellas directamente relacionadas con la educación y, más aún, con la educación pública. Con el tiempo he llegado a la conclusión -por más trillado que suene- de que la educación es el mejor medio para construir seres humanos conscientes y reflexivos, capaces de comprender su entorno y empatizar con aquellos que viven realidades tan distantes a la suya y que muy posiblemente nunca se tocarán una y las otras.

La formación de ciudadanos se nutre forzosamente del civismo. En los planes de estudio de la educación básica, tanto en primaria como en secundaria, se impartió durante muchos años la asignatura de Educación Cívica y Ética, por la cual se robustecía la formación ciudadana. Este valor se estudiaba apegándose a lo más profundo de la primera significación del civismo: “celo por las instituciones e intereses de la patria” (Diccionario de la Real Academia Española).

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Dicho conocimiento formal se complementaba con el aprendizaje de cantos e himnos patrióticos que generaban identidad nacional en los menores. Pero hace poco tiempo supe que muchos de los himnos ya no se enseñan en las escuelas ni están incluidos en los programas para celebrar algunas de las fechas conmemorativas importantes, tales como los natalicios de personajes históricos tan trascendentes como Felipe Carrillo Puerto o Salvador Alvarado.

Ante este hecho me propuse visitar las seis escuelas primarias cercanas a los rumbos donde transcurrieron mi infancia y adolescencia: Ignacio Zaragoza (Itzimná), Benjamín Carrillo Puerto (El Fénix), Ramón Osorio Osorio (Colonia Industrial), Albino J. Lope (Jesús Carranza), Juan Crisóstomo Cano y Cano (Alemán) y Alfonso N. Urueta Carrillo (Nueva Alemán). Como egresado de esta última aún recuerdo con especial emoción el himno a la escuela, que entonábamos cada lunes en los homenajes.

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Fue muy triste para mí el hecho de confirmar que, efectivamente, ninguno de los himnos patrióticos alusivos a fechas históricas relevantes de México y Yucatán se enseña a los niños.

Es más, que en muchos casos los profesores de Educación Artística ni siquiera los conocen, pues se encuentran entre los 22 y 30 años de edad, por lo que ya no tuvieron la fortuna de que se los enseñaran. Por ello decidí obsequiar a cada uno de los directores,  en su mayoría mujeres- de esas seis escuelas dos copias del disco-álbum Himnos Patrióticos, editado por el Gobierno del Estado de Yucatán (2007-2012), por medio de las secretarías de Educación, de la Cultura y las Artes y de la entonces Escuela Superior de Artes de Yucatán, hoy Universidad de las Artes, a través del Centro Regional de Investigación Musical Gerónimo Baqueiro Fóster, cuyos titulares eran el Dr. Raúl Godoy Montañez, don Renán Guillermo González, la Mtra. Beatriz Rodríguez Guillermo (+) y don Luis Pérez Sabido, respectivamente.

Dicha edición cuenta con un texto introductorio de José Juan Cervera Fernández, el cual me permito reproducir, dado que explica de mejor forma lo que yo podría decir en este artículo:

El propósito de la presente edición es exaltar los valores patrióticos a través de los cantos que evocan las grandes gestas nacionales, o la expresión regional de ellas a través de la fi gura de nuestros héroes y personajes ilustres.

Estos himnos se proponen transmitir y preservar, en las nuevas generaciones de mexicanos, el sentimiento de admiración y respeto que todo ciudadano debe a los forjadores de nuestra nación.

A cada uno de los himnos corresponde un momento singular de nuestra historia, aun cuando no en todos los casos hayan sido escritos en fechas cercanas a los acontecimientos a que hacen referencia.

El asertivo texto de Cervera Fernández describe de forma clara y concisa el propósito de este material, propósito idéntico al que tuve al entregar dichas copias. Para reafirmar lo anterior, me permito transcribir partes del texto del investigador Enrique Martín

Briceño, escrito como presentación del álbum: La música es un medio poderoso para influir sobre la inteligencia y la sensibilidad, y puede, por ello, desempeñar un papel de gran relevancia en la educación.

En particular, los himnos y cantos cívicos contribuyen a crear en el niño el sentido de identidad, el aprecio por los símbolos patrios y el interés por la historia nacional y regional. También, cuando están bien escritos e interpretados, despiertan la sensibilidad artística y el gusto por el arte de los sonidos (...)

Todos estos cantos reúnen valores didácticos y estéticos que los hacen dignos de permanecer en el repertorio escolar. Además, constituyen en sí mismos documentos valiosos de nuestra historia.

La edición contiene cinco himnos, cada uno en sus versiones cantada e instrumental, interpretadas por la Banda de Música del Estado y el Conjunto Vocal Yucatán: Himno Nacional Mexicano, Himno Patriótico Yucateco, Himno a Felipe Carrillo Puerto, Himno Agrarista e Himno a Salvador Alvarado. A estos diez números se añaden las piezas Lindo Yucatán (suite regional, 1943) de Julián Molina Novelo, y Fantasía yucateca, poema sinfónico compuesto por José León Bojórquez García en 1944.

La masterización estuvo a cargo de Pedro Carlos Herrera López, director de la Orquesta Típica Yukalpetén.

El cuadernillo que acompaña el disco compacto contiene las letras de cada himno, y las fichas biográficas de sus autores y compositores, cuidadosamente redactadas por el maestro Pérez Sabido, quien además fungió como productor y director del proyecto. El diseño de la edición corrió a cargo de la talentosa Patricia Alarcón Vilchis.

Propongo difundir y establecer como obligatoria la enseñanza de estos himnos y de otros materiales que procuren el amor a la patria y el sentido de identidad en nuestros niños y niñas. Esta propuesta se sustenta en el argumento de que aquellos países que logran generar este sentimiento en sus futuros adultos son los que alcanzan verdadero desarrollo. Por el contrario, en aquellos donde adultos carentes del menor sentido de pertenencia ocupan los cargos públicos terminan por desempeñarlos con notable displicencia por los suyos, dispuestos a comerciar con todo, sean recursos naturales, ecosistemas enteros, comunidades completas o bienes patrimonio del Estado.

El Tercer Mundo, en especial América Latina, está contaminado por el extractivismo, fomentado desde adentro por los políticos y empresarios apátridas que, como muchas generaciones de mexicanos, no están obteniendo la formación cívica que les permite amar y procurar los intereses nacionales por encima de los particulares.

La voracidad no es el camino, nunca lo ha sido; la formación en solidaridad sí lo es.

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