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Opinión

Hassan Nasrallah ha muerto. ¿Qué sigue?

Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, fue asesinado por Israel, suma a la lista de los principales líderes de las ramas de acción ultimados recientemente
Hassan Nasrallah ha muerto. ¿Qué sigue?
Hassan Nasrallah ha muerto. ¿Qué sigue?

Tras casi 80 años de luchas infructuosas, operaciones fallidas, estrategias modificadas y abusos que comenzaron en 1948-1949 cuando, en la Nakba (el desastre), casi medio millón de palestinos fueron expulsados de sus tierras, asistimos a la masacre cometida por Israel en Gaza y a nuevas exhibiciones de impunidad criminal.    

Mediante una compleja operación, tan eficaz como inescrupulosa, Israel ultimó a Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbollah (Partido de Dios) que se suma a la lista de los principales líderes de las ramas de acción más activas de Irán, Hamas y Hezbollah ultimados recientemente. Así del mismo modo violento como vivió, deja la escena de Oriente Medio, la última de las figuras políticas que ocuparon espacio a escala de la región.

No digo que Nasrallah ejerciera algún liderazgo a nivel de Oriente Medio, cosa que nadie ha logrado debido al atraso político imperante en esa región, las diferencias religiosas que crean abismos, las confrontaciones tribales y las rencillas personales, sin contar los efectos de la labor de zapa de las organizaciones de inteligencia de Estados Unidos, Israel otras potencias, así como varios países de la región que se espían y se combaten unos a otros.

Muerto Yasser Arafat, el último de las figuras surgidas de los procesos políticos que en los últimos cien años se han desplegado en Oriente Medio que alcanzó relevancia internacional, Nasrallah era el más notorio de los líderes árabes que confrontan a Israel.  

Nacido en 1960 en Beirut, la misma ciudad donde fue ultimado 64 años después Hasán Nasrallah, sin formación académica civil, cursó estudios islámicos que le confirieron cierta jerarquía en áreas de esa fe. 

Veterano de las guerras de Israel contra el Líbano en 1982, de la guerra civil libanesa, de la confrontación de 2006 y de cientos de otros enfrentamientos menores, vivió en una perenne lucha consagrada a su fe y contra Israel. Adquirió formación en temas del islam en un seminario chií en Líbano y, con apenas 15 años, mientras la mayoría de los jóvenes asisten a la escuela, patean balones y viven sus primeros romances, viajó a la ciudad Nayaf, una especie de santuario chií donde conoció a Muhammad Baqir al-Sadr a cuyo amparo se radicalizó.

Expulsado e Irak por el régimen de Sadam Hussein, estuvo en Qom, sede de un importante centro de adoctrinamiento chita en Irán y en 1982 fundó Hezbollah que bajo su jefatura ha llegado a ser la organización armada no estatal más poderosa del mundo con unos 100,000 efectivos.

Hezbollah no es exactamente una organización libanesa (como Hamas no es Palestina ni Ansarolá Yemenita) porque ninguna de ellas es de matriz nacional, sino confesional de perfil chiita o sunita. Nasrallah quien corrió la misma suerte que su predecesor, Sayyed Abbas Musawi, también asesinado por las fuerzas israelíes en 1992, fue ultimado al ingresar a una sede de Hezbollah en Beirut a donde llegó, probablemente para interesarse por otro ataque letal de Israel que semanas pasadas hizo estallar simultáneamente cientos de dispositivos de comunicación individuales.

La operación realizada con precisión milimétrica, sugiere una decisiva penetración de la inteligencia israelí, lo cual puede haber recabado la atención del líder máximo. Durante la sorpresiva incursión aérea, después de lanzar andanadas de explosivos, los aviones dejaron caer sendas bombas de penetración de mil libras que provocaron sobre la arquitectura urbana los efectos de un terremoto de magnitud 3,9 en la escala de Richter. Siete edificios fueron reducidos a escombros, ocasionando más de 300 muertos.

Al informar de la muerte del caudillo, el Buró Político de la organización lo calificó como: “El más grande y más querido mártir”.   Muertos Hasán Nasrallah líder de Hamas durante 32 años e Ismail Haniyeh que lo era de Hamas, de poder hacerlo, estas organizaciones, no solo deberán reconstruir su dirección política y la rama militar, sino redefinir sus respectivas estrategias en la confrontación con Israel. Ambas, incluido Ansarolá que opera desde Yemen, deberán mirar para su sostén económico y proveedor militar y acomodar sus tácticas a las nuevas circunstancias.

Por su parte Irán, ahora con un nuevo gobierno encabezado por el presidente Masoud Pezeshkian, en conjunto con la cúpula religiosa del país, probablemente reflexione acerca de si las sostenidas e infructuosas luchas de sus aliados contra Israel, sin objetivos claros ni soluciones de salida, son rentables para un estado que aspira a ser razonablemente aceptado por la comunidad internacional, incluso en la zona.

Por ahora lo que tenemos son otras muertes, más de mil en Líbano en diez días, otras muestras de impunidad ejercidas por Israel, la principal potencia militar y económica regional, para la cual la legalidad internacional no existe, que cuenta con poderosos aliados y frente a la cual no hay en la región ningún rival habilitado ni interesado en contender con ella.

En Oriente Medio, ocurre como en Europa donde se reconoce que la guerra no es la solución ni le interesa a nadie. Entonces: ¿Por qué no conjurarla?  Ahora en Oriente Medio como en Ucrania, se necesita más valor, integridad política y conciencia de los intereses nacionales para hacer la paz que para hacer la guerra. Allá nos vemos.

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