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Quintana Roo

Nostálgica Nochebuena y Navidad para algunas familias de Cancún

Las fiestas decembrinas serán diferentes para miles de personas que han perdido a un familiar o está internado luchando por su vida.
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Llegar a los hospitales en tiempos de COVID-19no siempre garantizaba que los pacientes salieran por su propio pie / Por Esto!

La Nochebuena no lo será: la pandemia impedirá las grandes reuniones con los seres queridos, no habrá grandes mesas llenas de comida, ni el olor a ponche invadirá los hogares.

Este año, mil 989 sillas en Quintana Roo estarán vacías porque los que ocupaban ese lugar perdieron la batalla ante el COVID-19 u otras enfermedades. Sus familias los recordarán con nostalgia y contarán las mejores anécdotas vividas con esa persona en navidades de antaño, tal es el caso de Ariel Alemán Mena, quien perdió a su padre por esta enfermedad y que hace un año se veía tan lejana.

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Hoy ha cobrado la vida de millones de personas en el mundo.

Ariel relató que su padre, un hombre de 65 años de edad, siempre se cuidó. Se tomaba las medidas sanitarias muy en serio porque varios de sus amigos fallecieron de coronavirus, así que siempre le decía que había que quedarse en casa y salir los menos posible, sin embargo, algo salió mal, tal vez un pequeño descuido le costó la vida.

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Fue un viernes, un día como cualquier otro, cuando su padre comenzó con síntomas de gripe. Los dos pensaron que no era nada de gravedad, sin embargo, acudieron al consultorio médico que se encuentra a lado de las farmacias de medicamentos genéricos; recibió un tratamiento y volvieron a casa.

Pasó todo el sábado y los medicamentos no le quitaron el dolor de estómago, el cuerpo cortado, ni el dolor de cabeza, además, en cuestión de horas se le elevó la temperatura corporal, por lo que el domingo decidieron insistir con el médico para que lo revisara nuevamente y fue entonces que les informó que posiblemente su padre padecía COVID-19.

La atención en casa fue muy difícil porque no contaban con los recursos para rentar una máquina de oxígeno o para rellenar un tanque. Ese mismo domingo, por la tarde, vio que no había mejoría y habló con una doctora del trabajo para que les ayudará con la atención correcta y para regular el tanque de oxígeno.

Fue ahí donde comenzó el dilema, porque Ariel recomendó a la familia llevarlo a un hospital, pero su pareja decía que no, porque tenía miedo, sin embargo, era la mejor decisión, ya que necesitaba que un doctor lo estuviera monitoreando, porque cada vez la situación se ponía más difícil y no lo querían automedicar.

Cuando por fin Ariel convenció a toda la familia de trasladarlo a un nosocomio, lo llevaron al Hospital Regional Número 17 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), mejor conocido como el hospital de la 510. Lo comenzaron a revisar en el área de Urgencias y como a los 20 minutos el personal de salud le hizo unas preguntas.

El lunes en la mañana recibió una llamada telefónica en la que le informaron que su padre tenía COVID-19. Ariel no podía creer lo que estaba pasando, ya que siempre cumplió con todas las medidas. No sabía en qué momento lo contrajo. Después lo trasladaron a la Unidad Médica del IMSS número 3 sobre la Av. Cobá. El doctor que lo revisó les informó que su papá no estaba mejorando con el oxígeno, ya que se le complicaba demasiado respirar y era necesario intubarlo.

Ariel tomó la decisión de hacerlo, porque era la única esperanza que le quedaba para salvar al hombre que le dio la vida. Los doctores fueron muy claros con él, ya que le explicaron que una vez intubado podría durar una hora o dos y fallecer o podría librar la enfermedad, pero las posibilidades eran muy pocas.

Una vez intubado se mantuvo en ese estado durante tres días, con un diagnóstico de muy grave, pero seguía con signos vitales, la presión arterial estable; dentro de todo, aún tenía posibilidades de salir de la enfermedad, después del cuarto día la salud de su papá empeoraba. Hasta el día ocho de noviembre recibió una llamada inesperada, ya que los informes del hospital eran generalmente a las 17:00 horas y ese día eran las 11 cuando le notificaron que el paciente dejó de respirar y que en esos momentos estaba recibiendo reanimación, así que necesitaban a un familiar por cualquier situación inesperada.

Ariel salió directo al nosocomio. Cuando llegó la noticia que recibió fue que su papá no resistió y había fallecido porque su sistema cardiovascular y respiratorio se habían deteriorado demasiado.

Fue algo muy difícil ya que, a pesar de la gravedad de la situación, nunca perdieron la esperanza de que se iba a recuperar, pero no fue así. Aunado a ello, la familia se puso en cuarentena porque todos habían tenido contacto con su papá.

En este momento lo único que le queda es pedir a las personas que no esperen a perder a un familiar para creer.

“Esto es muy duro, es algo que llega de manera inesperada. Hay que cuidarse, porque cada vez que alguien irrumpe una medida de sanidad, es un riesgo latente para las personas que son susceptibles”, dijo.

Esta Navidad, para la familia de Ariel, no brillará entre las luces del árbol, sólo será para recordar a su papá.

CG

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